La Unión Europea no toma ninguna decisión
La Comisión Europea estudia crear eurobonos. El Eurogrupo decidirá en octubre si da a Grecia el balón de oxígeno que reclama el Gobierno de Papandreu para evitar la bancarrota
La reunión del Eurogrupo ha terminado este viernes demostrando una vez más que la Unión Europea es, por definición, indecisa. A pesar de la presión de EEUU para que los 17 ampliaran el fondo de rescate más allá de los 440.000 millones de euros para tranquilizar a los mercados y evitar un posible contagio de la crisis de la deuda al otro lado del Atlántico -el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geither se ha reunido con los ministros de Economía-, los políticos europeos no han concretado nada en su resolución final. “Existen opiniones ligeramente distintas dentro de la UE”, ha afirmado el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker.
Para calmar a los inversores han decidido “hacer un primer paso y estudiar en otoño la viabilidad de los eurobonos”, ha afirmado el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Un avance muy tímido que choca con los intereses de Alemania, que se ha opuesto frontalmente a emitir deuda europea. “La Comisión Europea valorará alternativas a los eurobonos y profundizará en los temas económicos y legales”.
Para el político finlandés la prioridad ahora es “reforzar la governanza europea y hacer sostenible las finanzas públicas y los modelos de crecimiento de los 17. Si no, los eurobonos serán bonos basura”. En cuanto a los germanos, Rehn no se moja: “Son los alemanes los que tienen que hablar de Alemania”.
Juncker ha tachado el encuentro con Geith de “diálogo entre amigos”. Y se ha mostrado firme ante las presiones estadounidenses: “No debatimos ampliar el fondo de rescate porque EEUU no es un miembro de la eurozona”. Ha sacado pecho de la misma forma que hicieron a mitad de semana cuando China dijo que empezaría a invertir en bonos europeos si se relajaban los aranceles. Entonces, la UE subió las tasas de los azulejos, uno de los principales productos que se importan desde el país asiático.
Grecia tiene que esperar
Los ministros de Economía tampoco han avanzado en el gran reto que tenía encima de la mesa: desbloquear el rescate de Grecia. El único punto de acuerdo que ha habido en este ámbito es el de postergar hasta medianos de octubre la autorización de la ayuda urgente de 8.000 millones de euros que los griegos necesitan para no suspender pagos ese mismo mes.
Finlandia ha mantenido su veto al segundo rescate y el resto de socios europeos no han puesto trabas a las exigencias de avales que garanticen su contribución. De nuevo han hecho oídos sordos a las demandas internacionales de mover ficha hacía alguna dirección y han congelado la inyección del sexto tramo del primer rescate. Vital, según el Gobierno de Georges Papandreu, para que Grecia no llegue a la bancarrota en octubre.
“Hemos concluido que si se proporciona un aval colateral, se hará a un precio agregado [pactado entre todos]”, ha detallado Juncker. Rehn se ha limitado a lanzar un llamamiento a todos los países de la eurozona para que ratifiquen los acuerdos de la cumbre del 21 de julio y aprueben el segundo rescate heleno, valorado en 109.000 millones de euros. También ha pedido más poderes para el fondo de 440.000 millones para que le permitan comprar bonos, recapitalizar bancos y dar líneas de crédito preventivas.
Más reducción del déficit
En cuanto a los 8.000 millones, el Eurogrupo no los ha desbloqueado porque espera los resultados de los funcionarios de la eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Empezaron a auditar las cuentas griegas a finales de agosto para resolver si Papandreou está aplicando todas las medidas para reducir el déficit del país o puede profundizar más en su tijeretazo.
Si no se confirma, cada vez hay más voces en Europa que hablan de dejar caer al país heleno de forma “ordenada” para que no lastre la economía de los 17. Incluso se ha llegado a plantear un mecanismo de salida de la UE para salvaguardar las finanzas del Viejo Continente. Una petición que sale desde las mismas filas de la coalición de Gobierno de Alemania encabezada por la cancillera Angela Merkel.
Y es que los dirigentes europeos han de capear el temporal de la crisis de deuda con un gran handicap: el euroesceptismo que cada vez toma más fuerza entre sus propias filas. Incluso las bolsas europeas han reflejado la neutralidad de la reunión. La mayoría de índices han cerrado casi planos.