La izquierda rupturista se astilla en Galicia pese al ascenso de Yolanda Díaz en Madrid
La ministra de Trabajo 'acelera' en la política estatal mientras que pisa el freno en Galicia, con el espacio de Unidas Podemos desalojado del Parlamento autonómico
Yolanda Díaz es una política al alza. Lo dice el CIS de José Félix Tezanos y lo corrobora la foto fija de su ascenso en el Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Comenzó como ministra y, en estos momentos, se ha convertido en la principal cara de la formación morada, aun a pesar de no militar en ella. Por si fuera poco, ha sido elevada, orgánicamente, a la categoría de vicepresidenta segunda en una carambola derivada de la crisis de Gobierno del ala socialista. Pero, curiosamente, mientras la ministra crece en Madrid, su espacio pierde fuelle en su comunidad, Galicia. Para muestra, un botón: el pasado día 12 se cumplió un año de las elecciones autonómicas en las que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, revalidó una nueva mayoría absoluta en el Parlamento autonómico, la cuarta consecutiva, igualando las cifras del histórico Manuel Fraga. En esos comicios, y a pesar de la implicación personal de la política de Fene, Galicia en Común, coalición conformada por Podemos, Esquerda Unida, Anova y algunas mareas municipalistas fue desalojada del hemiciclo. Cuatro años antes, el denominado espacio rupturista había logrado situarse, con 14 diputados, como segunda fuerza en la comunidad, por encima del PSOE y del Bloque.
Así se produce una paradoja. Si bien la popularidad de Yolanda Díaz crece en Madrid, especialmente tras la marcha del Gobierno de Pablo Iglesias, que la señaló como sucesora y eventual candidata a unas próximas elecciones generales (algo que, no obstante, no está cerrado), el rupturismo en la comunidad gallega, espacio que siempre tuvo como uno de sus principales referentes a la ministra, no atraviesa un buen momento. En los últimos años, las distintas disputas entre familias lo han ido atomizando (algo, no obstante, que también se ha replicado en muchas otras comunidades). La subida del BNG de Ana Pontón, tras años de dificultades, también contribuyó a su caída electoral.
Dos velocidades
El último barómetro del CIS del mes de julio encumbra a Díaz. La titular de Trabajo obtiene una puntuación de un 5,1 entre los encuestados, empatada con la ministra coruñesa Nadia Calviño, flamante vicepresidente primera, y solo superada por la titular de Defensa, Margarita Robles. No solo eso, aunque con un grado de conocimiento mucho menor, Díaz es la líder política mejor valorada, por encima de Pedro Sánchez y Pablo Casado. En un estudio marcado por la remodelación del Ejecutivo, el presidente del Gobierno mejora ligeramente su puntuación, al pasar de 4,2 a 4,3 pero le sigue superando Yolanda Díaz dentro de la tabla de notas de líderes políticos, con un 4,7, una décima más que en el último barómetro.
Y eso, sin embargo, por lo menos en base a las últimas encuestas publicadas en la comunidad no se traduce en una mejora de la valoración del espacio rupturista en Galicia. Distintas fuentes consultadas opinan que “es algo normal, teniendo en cuenta que su carrera ya está instalada en Madrid, a pesar de su condición de política gallega”. Al fin y al cabo, el pasado 4 de mayo ejerció su derecho a voto en las elecciones autonómicas de la comunidad madrileña.
Izquierda Unida
También hay que recordar que, en estos momentos, Díaz carece de “familia política”. No milita ni en Podemos ni en Izquierda Unida, formación que abandonó en 2019. Sus relaciones con la dirección de Esquerda Unida en la comunidad gallega llevaban muchos años tocadas, algo que volvió a evidenciarse este mismo mes, cuando la exdiputada Eva Solla revalidó su cargo al frente de la federación gallega de Izquierda Unida. La candidatura que encabezaba se impuso a la otra en liza dentro del proceso interna. Esta estaba liderada por el exalcalde de Ferrol, Jorge Suárez, y la cerraba Suso Díaz, histórico sindicalista gallego y padre de la vicepresidenta segunda del Gobierno.
La militancia de EU respaldó de forma mayoritaria la propuesta política y organizativa de la actual dirección frente al proyecto alternativo, que apostaba por continuar con la senda de la confluencia con otras formaciones del espectro de la izquierda y del nacionalismo.
La hoja de ruta escogida por la militancia apuesta por «fortalecer» Esquerda Unida con el objetivo de hacer «visible» a la organización después de una etapa en la que consideran que los procesos de confluencia y la unión con fuerzas como Podemos y Anova debilitaron la capacidad de proyección hacia el exterior del trabajo de la federación. El documento de balance de gestión explica que no se renuncia a la idea de una confluencia con otras organizaciones, pero siempre que se produzcan, insisten, “en el marco de unas relaciones de equidad” en la toma de decisiones.
¿Es posible un rearme?
Para muchos de actores implicados en este espectro político, fueron precisamente las últimas elecciones autonómicas las que más contribuyeron al distanciamiento de las distintas formaciones confluyentes. Unas elecciones en las que la lista de Galicia en Común fue liderada por Antón Gómez-Reino, el líder de Podemos en Galicia, que mantuvo su escaño en el Congreso después del fiasco de la contienda electoral.
A la vista de la situación actual, y con unos comicios municipales en el plazo de dos años en los que la división del espacio rupturista podría quedar especialmente patente, se antoja complicado pensar en una reagrupación del espacio (al menos de manera inmediata). Tal y como publicó este medio, tras las elecciones madrileñas que propiciaron la dimisión de Iglesias de todos sus cargos, las maniobras de acercamiento entre las distintas familias del espacio rupturista no han cesado. Distintas fuentes señalan que el entorno de Díaz, así como los Comunes, de Ada Colau, estarían sondeando ese rearme de las confluencias, si bien todavía en una fase “muy inicial”.