La fórmula de Feijóo para frenar a Vox en Galicia

Con un discurso totalmente opuesto al de Ayuso, Feijóo logró reducir a la cuarta parte en las autonómicas los votos que Vox obtuvo en Galicia en las elecciones generales

Santiago Abascal durante un mitin en A Coruña / EFE

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En 2020, en la antesala de las elecciones en Galicia y el País Vasco, Alberto Núñez Feijóo dijo que no volvería a ser presidente de la Xunta si no tenía mayoría absoluta. La sentencia fue interpretada como una manera de descartar un potencial acuerdo con Vox para su investidura, aunque también podía aludir a que las encuestas internas no daban representación alguna a la formación de Santiago Abascal.

El líder de los populares gallegos lo aclararía poco después en TVE: «No tengo ningún interés en pactar con Vox y no lo haré. No creo que sea bueno para los gallegos y no van a tener representación parlamentaria. Es un partido que está en contra de Galicia«, zanjó.

Feijóo marcó un terreno de juego en el que las posibilidades de gobernar de la derecha pasaban por una mayoría absoluta del PP. Frente a la estrategia de perseguir el discurso de Vox que tanto reprochó a Pablo Casado, el dirigente de Os Peares optó por ningunearlo. Claro que lo tenía más fácil, pues las encuestas no daban demasiado resuello a la ultraderecha, huérfana de las grandes bolsas de votos del rural que suelen decantarse por el PP y sin la implantación territorial que requeriría poder competir por ellas.

¿Y si Vox se paró solo?

Uno de los dirigentes de Vox, el eurodiputado Jorge Buxadé, visitó hace una semana A Coruña, donde reivindicó que no tienen programa específico para ningún lugar que no sea España y que cometerían un “error” si lo tuvieran, pues su proyecto es el mismo para A Coruña que para Sevilla. En las últimas elecciones autonómicas ni siquiera presentaron candidato.

Pero Buxadé está convencido, así lo expresó, que “el Ayuntamiento de A Coruña, como todos los ayuntamientos, gasta ingentes cantidades de dinero en gasto político ineficiente e ineficaz, que no redunda en beneficio de los gallegos». Además de cargar contra el aborto y la eutanasia, el eurodiputado empezó a “detectar ya” problemas relacionados con la “inseguridad por extranjeros no acompañados” en Galicia. El traje no se adapta al territorio, sino que es el territorio el que se adapta al traje.

El discurso, en todo caso, es similar al que esgrimió Vox hace dos años, cuando Abascal acusaba a Feijóo de nacionalista y lo comparaba con Quim Torra, u Ortega Smith llamaba racista a Castelao, figura reivindicada por todo el arco parlamentario gallego. En Galicia nunca se supo bien si Feijóo paró a la extrema derecha o si se paró ella sola, pero en el fondo es lo mismo.

Unas elecciones en clave gallega

Con los números en la mano, el dirigente gallego frenó el avance de Vox. En las autonómicas de 2020 logró 26.800 votos cuando en las generales de un año antes recogieron en Galicia 116.000 papeletas. En las que se presentaba Feijóo los apoyos de la ultraderecha cayeron a la cuarta parte. Con la misma correlación de fuerzas que en las generales, habría perdido la Xunta.

Le ayudó que el discurso inflamado se adapta mejor a la inestabilidad que ha atravesado España en los últimos años –de la crisis económica a la territorial, pasando por la fragmentación política–, que a la excepción de Galicia, donde encadenaba mayorías absolutas. Pero lo cierto es que en las pasadas elecciones todos los partidos que trataron de exportar a la comunidad el relato del Congreso fracasaron. Pinchó el PSdeG, tratando de agarrarse a la ola de Pedro Sánchez; Galicia en Común, fiándolo todo al papel de Unidas Podemos en el Ejecutivo; o Vox, con su discurso único para todo el Estado. En cambio, obtuvieron premio los más apegados al territorio: PPdeG y BNG.

Feijóo dice de Vox lo que antes dijo de Podemos

Feijóo califica a Vox como un partido «populista» y «euroescéptico», frente a la oferta europeísta y de estabilidad que ofrece su partido. Los presenta como unos desconocidos que no saben nada de Galicia, aprovechando la falta de implantación en la comunidad, además de como una fuerza sin experiencia, que no ofrece certidumbres para gobernar. No parecen palabras muy gruesas, pero ya las había pronunciado anteriormente respecto a Podemos o Ciudadanos. «Lo más verde que han visto es el césped de la Complutense», había dicho respecto a la formación morada.

Cuando Abascal lo comparó con Torra dijo que era «una falta de respeto a los gallegos». Cuando le acusaron de atacar al castellano replicó que en Galicia se hablaban dos lenguas y que no entendía por qué a Vox le suponía un problema. En el resto de ocasiones, los ubicó en el mismo paquete de partidos que, a su juicio, están fuera del sistema. «Están en contra de las autonomías. No conocen Galicia y ya están en contra de ella», explicaba en TVE.

Tras acumular mandatos en la Xunta, Feijóo explotó como pocos la capacidad de ofrecer certezas frente a los que querían asaltar su trono.

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