Felipe le da un taparrabos a Sánchez: «que se vaya Rajoy»
Aguantar hasta las elecciones vascas y gallegas va a ser un calvario para Pedro Sánchez, pese al capote del expresidente socialista
La votación de hoy ha sido puro ritual. Se ha constatado lo que ya se sabía. Y el riesgo de unas terceras elecciones cobra realismo dramático. La mayor preocupación es ahora buscar la fórmula para no tener que votar el día de Navidad.
Solo hay una novedad destacable y es un jarro de agua fría para Mariano Rajoy. Albert Rivera ha dejado en stand by el acuerdo suscrito con el Partido Popular. Le ha dicho al PP que pueden contar con rehabilitarlo si traen un proyecto de investidura con garantías de éxito. Ahora Mariano Rajoy se queda solo hasta que encuentre apoyos o abstenciones suficientes para ser investido.
Muchos diputados del grupo socialista han entrado en modo «pánico» porque constatan dos cosas. Que el PSOE ha agotado su discurso del «no a Rajoy» y que se han quedado sin relato y sin estrategia de recambio. Aguantar así hasta las elecciones vascas y gallegas va a ser un calvario para los socialistas y sobre todo para Pedro Sánchez.
Aseguran todos los dirigentes socialistas consultados, con el riesgo de aventurarse en los pensamientos íntimos y secretos de Pedro Sánchez, que el líder socialista ha descartado por completo intentar una alternativa con Podemos, sus confluencias y los grupos independentistas, sin cuyo concurso no darían los números.
También descartan que el secretario general del PSOE bascule hacia la abstención en una nueva investidura de Mariano Rajoy, e incluso –algo que acaba de poner encima de la mesa Felipe González- aunque Mariano Rajoy accediera a que otro candidato del PP se presentara a la investidura.
Felipe entra en escena
A Pedro Sánchez no le queda discurso, salvo pronunciarse por unos nuevos comicios. ¿Por qué ha hecho Felipe una declaración sugiriendo la posibilidad de un candidato que no fuera Mariano Rajoy?
Esa es la pregunta a la que nadie en el PSOE tiene respuesta. Es un pequeño taparrabos, apenas un tanga, para cubrir la enorme desnudez política de Pedro Sánchez. Felipe se había pronunciado a favor de «permitir gobernar a Mariano Rajoy» para encabezar la oposición en esta legislatura. Sabiendo, como debe saber el expresidente socialista, que el PP no aceptará un nuevo candidato, ¿por qué ha barajado esa posibilidad en estos momentos?
El taparrabos tiene un problema, que no lo es tanto, si el PSOE se agarra a esa exigencia. Supondría comprometerse con la investidura de otro candidato del Partido Popular. Segundo dilema: ¿Es democrático exigir a otro partido que cambie a un líder que ha ganado las dos últimas elecciones? ¿Qué tipo de precedente crea y como se le podrá negar a otro partido en otra ocasión que utilice el mismo recurso para poner exigencias a la legitimidad de un líder?
En principio, salvo que la última opinión de Felipe González en el debate agite suficientemente las aguas, Pedro Sánchez está obligado a guardar silencio hasta las elecciones del 25-S. Nada fácil. Aislado en los medios de comunicación, sin nadie que comprenda y mucho menos apoye a Sánchez. Esperan semanas muy largas en la calle Ferraz.