Feijóo y los barones del PP ya estudian la opción de la gestora por si Casado cae en la guerra con Ayuso
Los errores encadenados de Génova, desde la votación de la reforma laboral al 'pinchazo' en Castilla y León, merman el apoyo de Casado y aumentan la presión para que dimita
Desde este jueves, en el PP puede pasar cualquier cosa y casi ninguna buena para el partido, que vive lacerado por la pérdida de poder territorial, la fuga de apoyos a Vox y, ahora también, por una impúdica guerra de poder. La colisión entre Génova e Isabel Díaz Ayuso fue de tal magnitud que todos dan por hecho que dejará algún cadáver en el camino. Esa lectura hacían la pasada tarde barones territoriales, que llamaban a la calma mientras la dirección de Pablo Casado y la presidenta de la Comunidad de Madrid cruzaban acusaciones ante las cámaras de corrupción y espionaje.
El estupor de los barones desembocó en un intercambio de llamadas, incluidas las que recibió el presidente del PP en busca de explicaciones sobre lo acontecido. Participaron en la ronda al menos Juan Manuel Moreno, Alfonso Fernández Mañueco y Alberto Nuñez Feijóo, llamado por currículum a jugar un papel relevante en la crisis. Según fuentes próximas a los líderes autonómicos, dos preocupaciones estaban sobre la mesa: el coste electoral que ya inevitablemente tendrá la refriega y la fórmula para pacificar el partido, que pasaría necesariamente por un congreso.
La presión sobre Casado
Entre las opciones para salir del entuerto contemplan la de que una gestora conduzca al PP hacia un cónclave extraordinario. La posibilidad de que Casado se vea forzado a dimitir es verosímil y las presiones internas y mediáticas para que lo haga comenzarán de inmediato. En esta guerra, el apoyo de los barones y dirigentes populares es fundamental para el presidente del partido, pero este jueves solo Fernando López Miras, el presidente murciano, mostró su respaldo a Génova. Feijóo, Mañueco y Juanma Moreno, instalados en el sector crítico con la dirección hasta la tregua que nació de la victoria electoral de Madrid, optaron por ponerse de perfil y comenzar a planificar el orden en medio del actual caos.
El congreso nacional del PP debería celebrarse el próximo verano, en julio, pero ahora mismo es imposible saber qué pasará mañana. Los barones entienden, en todo caso, que no se les puede forzar a tomar parte en una guerra entre la cúpula y Ayuso que amenaza con derrumbar al partido.
El otro problema es el expediente abierto por Génova a la baronesa madrileña, impulsada en su trayectoria política por el propio Casado en tiempos de amistad. Los líderes autonómicos, salvo López Miras, no entienden que pueda expulsarse a Ayuso del partido siendo presidenta de una comunidad y uno de los principales activos de los populares.
La concatenación de errores de García Egea
Pablo Casado tiene algo de lo que carece Díaz Ayuso: poder orgánico. Y en el PP no es poca cosa. De hecho, la posibilidad de que Ayuso se convierta en la presidenta del partido en Madrid fue vista desde el principio como una amenaza más al liderazgo de Casado.
Pero el presidente del partido tiene también un fuerte sector de críticos, reactivado por los errores cometidos por Génova en un periodo muy corto de tiempo. El primero en la votación de la reforma laboral; el segundo con el pinchazo en Castilla y León al depender de Vox para formar Gobierno; y el tercero en el estallido de la crisis con Díaz Ayuso. Casado tiene todo el poder, pero menos fuerza.
El gran señalado, sobre todo en el primer y el tercer tropiezo, es el número dos del partido, Teodoro García Egea, quien tiene complicado salir ileso de la crisis.