Feijóo, el último líder que le queda al PP

Recuperada de manera inesperada su influencia en Madrid, el presidente gallego es, curiosamente, el que más presión sufre aparte de Pablo Casado

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. EFE/Salvador Sas

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. EFE/Salvador Sas

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Que la política da muchas vueltas se entiende con el tiempo. Concretamente, en cuatro años. Ese es el periodo que transcurrió desde que Alberto Núñez Feijóo renunció a pelear por la sucesión de Mariano Rajoy en lacrimógena comparecencia, hasta que el insólito enfrentamiento entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso lo puso de nuevo en el candelero. La herida interna del PP comenzó a sangrar tras una acelerada renovación, con los viejos líderes del aznarismo y del marianismo amortizados, los nuevos lejos de consolidarse y gran parte del poder territorial perdido.

Cuando estalló la crisis, pesos pesados del partido y el resto de barones provinciales miraron a Galicia tras reponerse del estupor. Una vez eliminada Ayuso de la ecuación, la dirigente llamada a suceder a Casado más pronto que tarde –he ahí buena parte de todos los problemas–, Feijóo era el único con currículum, trayectoria y consenso suficiente para coser al PP. El líder posible, con cuatro mayorías absolutas y el último capaz de gobernar en solitario. Ahora, paradójicamente, el presidente gallego es el que más presión sufre al margen del presidente del partido. Los barones autonómicos, dirigentes y exdirigentes populares, quieren que releve a Casado y lidere la transición, a poder ser en un congreso extraordinario que podría celebrarse antes del verano.

El tren vuelve a pasar por la estación de Os Peares, pero se parece poco a la oportunidad de aquel 2018. Esto, más bien, es un marrón.

El Feijóo trágico

Los mensajes que se trasladan desde los círculos próximos al presidente de la Xunta lo sitúan entre el deber y el querer. Quizá no pueda obviar la situación del partido y decir que solo le interesa lo que suceda en Andalucía, como Juanma Moreno, pero la misión que le encomiendan no le apetece en absoluto. Coger un camino o el otro tiene un coste y Feijóo se mueve mejor en la ambigüedad, porque la política es más compleja que escoger desvío.

Si rechaza dar el paso, otra vez, perderá el crédito en el partido cuando su capacidad de influencia se ha visto súbitamente restituida. La irrupción de Ayuso en la esfera de la derecha, con un discurso diferente y capacidades electorales sorprendentes para tiempos de fragmentación, apagó la estela del dirigente gallego, ya con poco brillo fuera de Galicia desde aquella renuncia de 2018. Era un político en retirada o camino de ella.

Si acepta ponerse al frente del partido para tratar de unirlo y dar paso a una nueva dirección más adelante será difícil que no salga tocado. Por un lado, tendría que conciliar el Galicia, Galicia, Galicia que llevó de lema a las autonómicas con nuevos y numerosos quehaceres. BNG y PSdeG lo tendrán en cuenta. Por otro, se condenaría a estar permanentemente en el foco, con el consecuente desgaste. Y a ello se suma la posibilidad de que Pablo Casado se enroque en Génova y alargue la batalla hasta el congreso ordinario previsto para julio.

El Feijóo pacificador

Si en el PP hubiera algo seguro ahora mismo, cualquier cosa que pudiera expresarse con rotundidad, que no la hay, esa sería que ni Feijóo ni Casado se presentarán a unas elecciones generales. El presidente de la Xunta, insisten una y otra vez en su entorno, quiere ser presidente de la Xunta y nada más. Otra cuestión es si puede liderar un periodo de transición para pacificar el partido y dejarlo en buenas condiciones para una renovación a corto plazo. Lo que debe decidir el dirigente gallego es cuál será su papel en ese plan, que tiene como primera estación apartar a Casado.

Con el presidente del partido, al que apoyó en su momento frente a Soraya Sáenz de Santamaría, ha mantenido una relación con más sombras que luces. Feijóo lideró un sector crítico con Alfonso Fernández Mañueco y Juan Manuel Moreno que censuraron la estrategia de Génova de radicalizarse para tratar de seguir a Vox. También se opuso a los posicionamientos de Cayetana Álvarez de Toledo, la portavoz elegida y luego apartada por Casado que ahora pide su dimisión. Pero, sobre todo, Feijóo chocó en varias ocasiones con la dirección de su partido por no seguir el argumentario establecido.

García Egea se afanó en llamar en múltiples ocasiones para recordárselo.

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