España: cuatro partidos y casi empatados, sí, es posible
Con un apoyo similar al PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, la ley electoral ofrece representación también en distritos pequeños
Se acabó el mito. O se podría acabar. Hasta ahora, los terceros partidos en España se han quejado de la ley electoral, y han criticado –sin razón– a los partidos nacionalistas, porque estaban supuestamente sobrerepresentados en el Congreso. La razón era la concentración del voto.
Si CiU se presenta sólo en cuatro provincias, en las cuatro catalanas, y si obtiene una buena posición en cada una de ellas –así ha sido históricamente– tiene un grupo parlamentario en Madrid con cierto peso.
Ahora las cosas podrían cambiar, si el apoyo a los cuatro partidos políticos en liza, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos –a la espera de cómo se comportan también UPyD e IU– acaba siendo similar.
La ley electoral no es la culpable
Es decir, como apunta el politólogo José Fernández Albertos, si la distancia entre el primer partido y el cuarto está situada alrededor de un 10%, los cuatro tendrán representación incluso en circunscripciones electorales muy pequeñas –que son la mayoría en España–.
Ello provocaría una situación que obligaría a pactos a cuatro bandas para poder formar el próximo Gobierno.
Izquierda Unida, por ejemplo, ha sufrido la ley electoral española, que se basa en la ley d’Hondt, que rige también en Francia, Bélgica, Finlandia, Israel o Japón, entre otros países. En su mejor momento, con el 9,4% de apoyo electoral, en 1996, obtuvo sólo 19 diputados. CiU, que logró el 4,6% en esas elecciones, consiguió, en cambio, 16 diputados.
¿Qué ocurría? Que IU no entraba en muchos distritos electorales pequeños, por tener un voto, principalmente, urbano. En ellos, sólo lograban representación los dos primeros partidos, PP y PSOE.
El caso de Álaba frente a Castellón
Pero lo que puede suceder en las elecciones generales de finales de 2015 ya ha ocurrido en algunas circunscripciones en comicios anteriores.
La mayoría de distritos electorales –que coincide con la provincia– hasta 28 de los 52 existentes, ofrecen cinco o menos diputados. Pero veamos ejemplos: en Álaba, en las elecciones de 2011, que da sólo cuatro escaños, lograron uno cada uno hasta cuatro partidos: Amaiur; PNV, PSE y PP.
¿Por qué? Porque entre el primero, el PP (27,17% de apoyo) y el cuarto, el PNV (18,86% de voto), hubo menos de un 10% de diferencia. El PSE logró representación, con el 23,44%, y Amaiur, con el 19,11%.
En otras circunscripciones, como Castellón, que ofrece sólo cinco diputados, ocurrió algo totalmente distinto: el PP se llevó tres diputados, por dos del PSOE. El PP logró un apoyo del 52,87%, mientras los socialistas conseguían el 29,54%. En cambio, Esquerra Unida-PV-EV no logró representación, al tener sólo el 5,28%, y tampoco UPyD logró nada, con el 4% del voto.
Ningún partido como fuerza hegemónica
Es decir, no depende de que los distritos electorales ofrezcan pocos diputados –aunque es un problema mayor que si ofrecen más, como Barcelona (37), o Madrid (35), o Valencia (16)– sino de la distancia entre ellos.
Si los electores españoles no se decantan por nadie de una forma mayoritaria –y ahora no habrá voto útil porque a oferta se ha ampliado–, España será ya un país de cuatro partidos con posibilidades reales de competir por el Gobierno.
La hora obligada de los pactos
Fernández Albertos habla de escenarios probables. «Que algunos partidos logren más de un 30% de apoyo parece complicado en estos momentos, y lo más probable, viendo la tendencia de los sondeos, es que los cuatro oscilen entre el 28%, para el que quede primero, y el 16%, para el cuarto».
Sería la primera vez desde la transición. La idea fue la de buscar un sistema de bipartidismo imperfecto, pero la propia ley electoral, tan denostada, puede provocar un cambio mayúsculo. Será la hora de los pactos.