El ‘Villa de Pitanxo’ faenaba con un temporal con olas de 10 metros cuando se hundió
El informe provisional de la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos señala el buque navegaba a una velocidad de 2,6 nudos en el momento del naufragio y que se quedó "sin capacidad de maniobra" por causas que aún se están analizando
Velocidad de 2,6 nudos en medio de un temporal con olas de hasta 10 metros. Son las condiciones en las que navegaba el ‘Villa de Pitanxo’ según la última posición registrada del buque. Así se señala en el informe provisional del hundimiento que ha publicado la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim). En el documento se señala que «el arte de pesca, que todavía no se ha virado y contiene las capturas de las últimas horas, ejerce un fuerte tiro sobre las pastecas de arrastre». En ese escenario, por causas que aún se están investigando, «el buque queda sin capacidad de maniobra».
Ante la imposibilidad de navegar el pecio quedó «a merced del viento, el oleaje, las corrientes y el tiro del arte». El fuerte oleaje entraba constantemente por la rampa de popa e incluso algunas pasaba «por encima del costado de babor inundando la cubierta superior».
La Ciaim señala que en «un determinado momento se hace evidente que la situación es irrecuperable y es perentorio abandonar el buque. La mayoría de los tripulantes, que se encuentran en la cubierta superior, junto a la maquinilla de pesca, tratan de acceder al puente a las balsas salvavidas; el acceso al puente por las escaleras se hace difícil por la fuerte escora».
Desgarros en la balsa
«Varios tripulantes logran arriar una balsa salvavidas en la que consiguen embarcar el capitán, el marinero que llevaba el traje de supervivencia y por lo menos otros cinco tripulantes más que visten ropa de trabajo», expone el organismo. Por otro lado, apunta que hay certeza de que «no todos los tripulantes logran acceder al puente, algunos quedan probablemente en espacios interiores o en la cubierta superior cuando el buque se hunde».
Además de ello, la balsa en la que consiguieron embarcar varios tripulantes sufrió «desgarros en el fondo, posiblemente al haberse enganchado en partes del buque durante su escora progresiva (candeleros, antenas, etc). Como resultado, la balsa queda en comunicación con el mar, y el agua inunda el fondo de la balsa. Los tripulantes en su interior no pueden mantenerse secos».
El buque disponía además de otras dos balsas salvavidas, una a cada banda, con capacidad para 25 tripulantes cada una de ellas. La segunda balsa se encontró “desplegada y a flote pero vacía; ningún tripulante logrará embarcar en ella, existiendo la duda de si fue desplegada por la tripulación, o si se liberó automáticamente al hundirse el buque”.
Más tripulantes de lo permitido
En este informe se apunta que el barco llevaba 24 tripulantes en el momento del naufragio, aunque el número máximo autorizado de personas a bordo era de 22. «El número de trajes de supervivencia, según los certificados, era de 22», indica.
Y en la Capitanía Marítima de Vigo «no figura ningún expediente de solicitud de aumento de tripulantes para este buque, ni de enrole de personal ajeno a la tripulación para este viaje».
Pero el hecho es que en el barco llegó a haber 25 tripulantes, pues había zarpado rumbo a Terranova con esta cifra, pero el 3 de febrero –12 días antes del siniestro– uno de ellos «es transferido al pesquero Río Caxil», por lo que quedan a bordo 24 personas.
Sobre este punto, en el texto que ahora publica la Ciaim se recoge que la armadora, Pesquerías Nores, llegó a asegurar al ser informada del naufragio que solo había 22 tripulantes, «cifra que coincide con el número de personas enroladas, pero no con el de tripulantes que realmente iban a bordo, como se pudo comprobar».
Previamente, antes del viaje hubo un cambio de marinero debido a que una de las pruebas PCR a la tripulación había dado resultado positivo.
Problemas con la bomba
Otro aspecto que se recoge en el informe es que el buque salió del puerto de Marín (Pontevedra) el 25 de enero de 2022, pero a las pocas horas se tuvo que detener tras «una derrota errática». El buque comunica que tiene un problema con la bomba, pero reanuda su marcha.
Después de detenerse dos veces más en las siguientes horas, el ‘Villa de Pitanxo’ se va al puerto de Vigo, en donde Capitanía Marítima observa un «problema del sistema de paso variable de su hélice propulsora». Finalmente, parte del puerto de la ciudad olívica el 26 de enero rumbo a los caladeros de Terranova, adonde llega el 2 de febrero.
Informe provisional
La Ciaim recuerda que no habrá un estudio completo del naufragio –ocurrido el 15 de febrero de 2022 a 250 millas al este de Terranova (Canadá)– hasta que se baje al pecio, además de los ensayos que se realizan con un modelo del buque a escala.
El organismo afirma «no poder determinar un plazo concreto» para terminar la investigación, pues «una vez se conozcan los resultados de la inspección submarina del pecio, será necesario realizar un análisis pormenorizado de las evidencias y estudios recopilados». Por todo ello, avanza que «no parece probable que la investigación pueda finalizar a lo largo del año 2023».
El patrón del ‘Villa de Pitanxo’, Juan Padín, aseguró que una parada repentina del motor fue la causa del naufragio, una versión se contrapone con la Samuel Kwesi, uno de los tres supervivientes, que afirmó que el aparejo se había quedado embarrado en el fondo del mar, lo que propició que comenzase a entrar agua en el barco y finalmente se parase el motor. La investigación apunta ahora que en su última señal el barco superaba los dos nudos de velocidad.
Al respecto, la portavoz de las familias, María José de Pazo, ha remarcado que este informe «no es el definitivo», por lo que pide esperar a lo que «siempre» han solicitado, que es bajar al pecio, para que «no quede ninguna laguna por explorar» y «pueda ser beneficioso para saber la verdad de este naufragio».