El Pdecat decide suicidarse sin ninguna garantía de futuro
El Pdecat decide suicidarse dentro de la lista de Junts pel Catalunya que ha pedido Puigdemont y anula sus planes para recuperar el centro-liberal catalanista
Un suicidio. Poco a poco, que se acelera ahora con las elecciones del 21-D. El Pdecat tendrá casi imposible remontar el vuelo, a no ser que acabe con una nueva refundación. Su decisión de integrarse en una lista de independientes que encabeza Carles Puigdemont –del Pdecat, pero que no tiene ningún interés en ese partido—le deja a los pies de los caballos y a la espera de los resultados. Su dirección, liderada por Marta Pascal y David Bonvehí, no figura en las listas y de desvanece el proyecto de recuperar el espacio del centro-liberal catalanista, aunque sea ya en los últimos años soberanista.
La lucha no ha servido de gran cosa. Las circunstancias, con las decisiones judiciales, y con medio gobierno catalán en prisión y el otro en Bruselas, esperando la extradición, ha provocado una situación muy distinta a la esperada.
Puigdemont aspira a un movimiento similar al de Macron, con En Marche
Puigdemont se ha prestado a encabezar la lista, pero de algo distinto, de Junts pel Catalunya –una de las denominaciones, precisamente, que se habían pensado para la exConvergència—que pretende ser una especie de nuevo partido siguiendo el modelo del presidente francés, Emmanuelle Macron, con su movimiento En Marche, las siglas, curiosamente, de su nombre.
Pascal y Bonvehí han marcado unas pocas exigencias: el portavoz y el presidente de Junts per Catalunya en el Parlament serán del Pdecat, y se garantiza todos los derechos de la formación, como los ingresos económicos por subvenciones a los grupos parlamentarios. Pero lo que se pretendía ha quedado arrollado. La intención era que el Pdecat, con los apoyos que pudiera lograr –más bien modestos según las encuestas—pudiera ejercer como partido de oposición, con el deseo de recuperar, poco a poco, el espacio central de la política catalana, con un proyecto de catalanismo –ahora ya soberanista—de centro-liberal, un lugar que nadie parece que quiere ocupar y que sigue existiendo.
Todos los cabezas de lista salvo Puigdemont son independientes, ex de ERC o del PSC
Puigdemont lo ha impedido. Hasta tal punto, que ninguno de los cabezas de lista en en las tres circunscripciones –la de Barcelona la encabeza él mismo—son del Pdecat. En Tarragona el elegido es Eusebi Campdepadrós, que hasta hace unas semanas era militante de Esquerra Republicana. La número dos por Tarragona, además, es Teresa Pallarés, exsubdelegada del Gobierno central y exmilitante del PSC. Por Lleida, el cabeza de lista es Josep Maria Forné, independiente, catedrático de secundaria; mientras que por Girona se ha elegido a Gemma Geis, independiente, vicerrectora de la Universidad de la Universitat de Girona.
¿Pero, puede un partido tan debilitado mantener un grupo parlamentario tan plural, sin una cohesión ideológica clara?
La decisión de Puigdemont, acordada con la dirección del Pdecat y con la intervención –una vez más—de Artur Mas, supone, en realidad, una lucha sin cuartel con Esquerra que, en su lista, ha pretendido también incorporar la pluralidad de la sociedad catalana –dentro del soberanismo y del independentismo, claro–. Los republicanos, sin embargo, mantienen las riendas de ese posible grupo parlamentario, y defienden los valores ideológicos de lo que Marta Rovira ha denominado como “hacer república”.
Elsa Artadi gana peso en Junts per Catalunya, cada día más cercana a Carles Puigdemont
La marca de Junts per Catalunya se podría mantener hasta las elecciones municipales de 2019, claves para el Pdecat, que experimenta como la lucha con Esquerra es más cruenta todavía en el territorio, en el nivel local. ¿Pero es posible ese camino a largo plazo?
En el grupo parlamentario, sin Pascal ni Bonvehí, aparecen nombres que han ido ganando peso, como el de Lluís Font, presidente del Consejo Escolar de Catalunya; Anna Erra, alcaldesa de Vic, o el de Teresa Pallarés. Pero el más decisivo es el de Elsa Artadi, exdirectora de coordinación interdepartamental del Govern, que mantiene una relación muy estrecha con Puigdemont. Cada vez más. La afinidad de Artadi, una economista que llegó a la Generalitat de la mano de Andreu Mas-Colell, uno de los que mantienen toda su ascendencia sobre el mundo del Pdecat, con Puigdemont es total.
Si el espacio del centro-liberal no lo ocupa el Pdecat, Lliures o Santi Vila esperan la oportunidad
La cuestión es que todo lo que ocurra a partir del 21-D podría ser circunstancial. Los movimientos o partidos que han decidido no concurrir a las elecciones lo han hecho porque perciben que no es el momento, y que todo podría cambiar con unos nuevos comicios en pocos meses, cuando se demuestre que es imposible la gobernabilidad, con dos bloques, el independentista y el constitucionalista, con objetivos totalmente diferentes.
Es el caso de Lliures, el partido liderado por Antoni Fernández Teixidó, o del exconsejero Santi Vila, que ha preferido esperar dentro del Pdecat, como un simple militante. Y, aunque el también exconsejero Germà Gordó, ha presentado una candidatura, Convergents, casi a título individual, el espacio que todos esos movimientos quieren ocupar sigue huérfano. Ahora. Pero, tal vez haya demanda en pocos meses, si el proyecto que ha impulsado el socialista Miquel Iceta, con su acuerdo con Units per Avançar no acaba de fructificar.
El Pdecat, sin embargo, no se ha atrevido a seguir esa senda. Y, aunque mantiene las constantes vitales, se encamina hacia un suicidio colectivo, sin que tenga ninguna garantía de transformarse en otra cosa, en ese En Marche, que pretende liderar Puigdemont desde Bruselas, a pesar de que sabe que podría acabar en prisión en pocas semanas o meses.