El Parlament retoma el desafío al Estado

La Mesa de Edad, presididida por Ernest Maragall, permite el voto delegado de los encarcelados y el PSC lo respalda. La tensión vuelve al hemicilo

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La sesión constitutiva del Parlament celebrada este miércoles ha demostrado que las elecciones del 21 de diciembre no han servido para destensar la situación política en Cataluña. Al contrario. El desafío soberanista continúa, los lazos amarillos siguen multiplicándose por las instituciones, y el pulso con los constitucionalistas persiste. 

Ernest Maragall (75 años), presidente de la Mesa de Edad y diputado de ERC, ha inciado la sesión con un discurso repleto de acusaciones al Estado y ha permitido la votación delegada de los electos encarcelados (Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Joaquim Forn) en la elección a la Mesa del Parlament. La decisión de Maragall ha provocado las protestas de Ciutadans y PP. No así del PSC, que aplaudió el criterio de Maragall por ajustarse al margen concedido por el Tribunal Supremo, que dejó en manos del Parlament la decisión del voto por persona interpuesta. 

La líder de Ciutadans, Inés Arrimadas, ha pedido la palabra para pedir a Maragall que reconsiderase su decisión, puesto que el informe de los letrados del Parlament no avaló el voto delegado de los electos en prisión preventiva, ya que su circunstancia no se ajustaba a ningún supuesto de incapacidad. En el mismo sentido ha protestado el diputado del PP Santi Rodríguez.

Pero las protestas fueron en vano, y Maragall ha permitido que Oriol Junqueras votara a través de Marta Rovira y que Jordi Sànchez y Joaquim Forn lo hicieran a través de Jordi Turull. El presidente de la Mesa de Edad ha considerado que se da la circunstancia de «incapacidad» y ha argumentado que hay que atender el principio de participación democrática.

El discurso previo a las votaciones que pronunciado por Ernest Maragall incomodó enormemente a los diputados constitucionalistas. «Hoy tendrían que estar aquí los que no están. Hoy es la primera vez que la sesión constitutiva se celebra con el banco de gobierno vacío», ha dicho Maragall, que renunció a cualquier mensaje de reconciliación. «El Estado español no quiere saber nada de soberanías. No sabe ganar, sabe derrotar. No sabe compartir, sabe humillar».

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