El Gobierno alienta ahora el uso de mascarillas en la vía pública

Después de que Fernando Simón dijera que "no tiene sentido que los ciudadanos sanos usen mascarilla", el Gobierno plantea su uso en la calle

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Uno de los asuntos sobre el que se han vertido argumentos sumamente contradictorios es el del uso de las mascarillas en la población general mientras se alargue la emergencia sanitaria del coronavirus. El Gobierno de Pedro Sánchez ha sido hasta ahora tajante en su negativa a promocionar este equipo de protección entre los ciudadanos sanos y ha afirmado que solo deben usar mascarilla los contagiados, el personal sanitario y otros profesionales en posible contacto con enfermos. Este viernes, el Ejecutivo ha rectificado.

Hace poco más de un mes, el día 26 de febrero, Fernando Simón exclamó que «no es necesario que la población utilice mascarillas». Pero este viernes, en rueda de prensa, el director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias (CCAES) ha rectificado y ha planteado el uso generalizado de las mascarillas como una estrategia de contención de la pandemia. Es la primera vez que Simón o cualquier alto cargo de Sanidad tiene algo meridianamente alentador que decir respecto de algo que en los países asiáticos es una práctica considerada de sentido común.

De hecho, el encargado del CCAES se ha referido al ejemplo asiático para plantear esta medida, que aún no se ha concretado oficialmente. «Aprendamos de cómo funcionan otras sociedades como los japoneses: tenemos que aprender a utilizar los equipos de protección individuales a medida que estén disponibles», ha afirmado. Él mismo decía hace unas semanas que no tenía «ningún sentido» que «la población ahora mismo este preocupada por si tiene o no tiene mascarilla en casa». Y ahora, que ha cambiado de posición, es previsible que sea aún más difícil conseguir estos productos en el mercado.

El «gran error» de Europa

El Gobierno en general, y Simón en concreto, han tenido señales de sobra sobre la importancia de las mascarillas ante una enfermedad de la que aún se desconoce mucho. Es difícil encontrar en las imágenes de los últimos meses provenientes de cualquier país asiático a ciudadanos que vayan por la vía pública sin este equipo de protección. Y, si los médicos las utilizan para no contagiarse al estar en contacto con los enfermos, cabe preguntarse por qué no se le ha recomendado lo mismo a la población general durante estas semanas, toda vez que se desconoce realmente cuántos infectados hay.

Incluso el director general de Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de China, George Gao —el homólogo de Simón en la lucha contra el coronavirus en el gigante asiático—, reprochó que en Europa y Estados Unidos nadie esté usando mascarilla. El «gran error» de Occidente, dijo, es que los ciudadanos no las lleven cuando salen a la calle. «Tienes que usar una mascarilla, porque cuando hablas, siempre salen gotas de tu boca. (…) Si usaran mascarillas faciales, podrían evitar que las gotas que transportan el virus escapen e infecten a otros», explicó el experto.

Es cierto que en la comunidad científica se ha discutido sobremanera la utilidad de la mascarilla, pero no son pocos los expertos que explican que, ante la incertidumbre sobre la verdadera propagación del virus, hace más bien que mal que los ciudadanos se protejan y protejan a los demás de esta forma. «No tiene sentido imaginar que las máscaras quirúrgicas son realmente importantes para los trabajadores de la salud pero que son inútiles para el público en general», decía hace unos días el epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong, Benjamin Cowling.

En su rueda de prensa de este viernes, Simón apostó por el uso de mascarillas como una de las medidas que se pueden tomar al momento de «desescalar» las medidas de confinamiento, que previsiblemente se alargará al menos hasta finales de abril. Es decir, que a medida que los ciudadanos empiecen a salir de sus casas, se les pedirá que lo hagan tapándose gran parte de sus caras en aras de prevenir una segunda ola del Covid-19 que obligue a las autoridades a retomar las estrictas medidas de distanciamiento social impuestas actualmente.

El problema ahora es que hay escasez a nivel mundial de mascarillas. La mayoría de países han externalizado durante los últimos años la fabricación de este producto a China, donde no dan abasto ante la desmesurada demanda que ha incrementado al ritmo que ha avanzado la enfermedad en el resto del planeta. La Organización Mundial de la Salud —que se ha manifestado siempre en contra del uso generalizado de mascarillas— advirtió desde inicios de marzo de la «grave y creciente» escasez de este y otros materiales de protección, que estaba dejando al personal sanitario «peligrosamente» mal equipado.

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