El fracaso de Mas

El candidato de CiU deberá replantear su guión soberanista y buscar aliados para poder gobernar

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Un fracaso sin paliativos. De los que puede arruinar una carrera política. Cuando las apuestas son altas, las derrotas también son más dolorosas.

Una mayoría excepcional, porque la situación también era excepcional. Una mayoría holgada, para poder sacar adelante un proyecto de dimensiones excepcionales. Es lo que ha pedido Artur Mas durante toda la campaña electoral, después de que decidiera adelantar las elecciones autonómicas porque, tras la entrevista con el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no le había quedado otra salida.

El instrumento

Mas se había presentado como “el instrumento” que la sociedad catalana podía utilizar para poder votar en un referéndum de autodeterminación en la próxima legislatura, tras interpretar que la manifestación independentista de la Diada le otorgaba todo el crédito político.

Y ese “instrumento” ha fracasado.

Ha fracasado en unas elecciones, eso sí, excepcionales, porque son las que han obtenido más participación desde la recuperación de la Generalitat en 1980, con un 69,4%. La abstención ha sido del 30,6%, cuando la menor hasta ahora fue en 1984, con una abstención del 35,7%.

Caída

En el intento, CiU se ha dejado 127.788 votos (con el 97% escrutado) respecto a las elecciones de 2010. De los 62 diputados con los que contaba la federación nacionalista, ha pasado a 50. Son 12 diputados menos. Ha pasado del 38,4% de apoyo electoral, al 30,5%.

Artur Mas difícilmente podrá mantener el guión establecido. Su capacidad de negociación con el Gobierno de Mariano Rajoy será mucho menor, y la posibilidad de aprobar una ley de consultas catalana en el Parlament para convocar una consulta soberanista podría quedar en el olvido.

Mas sabía que se jugaba su propia carrera política. Y ahora deberá ser la dirección de la federación nacionalista la que adopte una decisión. Porque, aunque CiU ha apoyado hasta el final a Mas, los propios dirigentes de Convergència y, principalmente de Unió, han constatado que el presidente de la Generalitat ha tomado decisiones en solitario, ha querido asumir “la responsabilidad de la historia”. Y él no había rehuido de ello. La prueba más fehaciente ha sido el cartel electoral, con el lema “La veu d’un poble” y una imagen que evocaba a la de Moisés.

Análisis

Algunos dirigentes de Convergència aseguraban en las últimas semanas que Mas había decidido “quemar varias etapas” y acelerar un proceso que podía estar en el horizonte, pero que había que analizar con extremo cuidado. La crisis económica, con la Generalitat endeudada y necesitada de un crédito del Fondo de Liquidez Autonómica, del Estado, para poder gestionar el día a día, obligaba a a pasos más prudentes.

Pero esa misma crisis, la poca flexibilidad del Gobierno de Mariano Rajoy para ofrecer algo de aire al Gobierno catalán, todo ello unido a la manifestación de l’Onze de Setembre, que, realmente significó una expresión ciudadana de primer orden, llevaron a Mas a quemar esas etapas de las que hablan algunos dirigentes de CDC: adelanto electoral y compromiso para convocar un referéndum de autodeterminación.

Le ha salido mal. Fatal. El error político no se puede obviar. Es de los que quedan, realmente, en los libros de historia.

Diálogo

Mas deberá ahora seguir adelante.Y deberá dialogar y asumir que el guión es, a partir de este lunes, otro muy distinto. En su comparecencia, tras conocer los resultados, Mas aseguró que “todo está mucho más complicado”, y asumió el descenso del apoyo electoral. Pero se mostró dispuesto a mantener el objetivo “del derecho a decidir, porque hay una mayoría para ello”. Sin embargo, Mas reconoció que para conseguir un “estado propio” se deberán redoblar los esfuerzos “para ensanchar las mayorías sociales”.

La mayoría independentista que podía reclamar Mas, en cualquier caso, tampoco se ha producido, porque el descenso de CiU es el ascenso de ERC, aunque no sea con un cruce directo de votos. Y la entrada de la Candidatura d’Unitat Popular, las CUP, aunque netamente independentista, tiene entre sus intereses principales un cambio socioeconómico radical en Catalunya. La entrada de las CUP, además, con tres diputados, va en detrimento de Solidaritat, que obtuvo cuatro escaños en 2010, y se queda ahora sin representación. Si se suma ICV, que ha logrado 13 escaños, sí se podría sumar esa mayoría para reclamar y convocar un referéndum. Pero a partir de este lunes las prioridades pueden ser otras.

El segundo partido

Esquerra Republicana obtiene la segunda posición en el Parlament, con 21 diputados, liderada por Oriol Junqueras, y recupera el peso electoral que logró en 2003 Josep Lluís Carod-Rovira.

Y el PSC, que sufre un descenso de ocho diputados, pierde, en cambio 63.000 votos. Su candidato, Pere Navarro, podrá aguantar ahora, gracias en gran medida al fracaso de CiU. Pierde, sin embargo, la segunda fuerza política en el Parlament. El PP logra 19 diputados, pero se queda como cuarta fuerza política.

Este lunes, por tanto, se inicia una nueva etapa. Todos los guiones deberán cambiar. El primero, el de Artur Mas

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