El encargo a Iglesias con Junqueras alarma a los barones socialistas
La visita de Iglesias a Junqueras confirma que la política de gestos de Pedro Sánchez tiene los mismos réditos en una dirección y en la contraria
A la salida de la prisión de Lledoners, después de su entrevista con Oriol Junqueras, Pablo Iglesias contestó a los periodistas visiblemente satisfecho. «Yo ya he hecho mi trabajo, ahora le toca mover ficha al Gobierno».
Estamos ante una operación poliédrica diseñada meticulosamente por el líder de Podemos.
Los beneficios para el líder morado están claros: ostentación de poder, aparición como delegado del Gobierno en un tema capital como los Presupuestos e interlocutor válido para el líder de los republicanos catalanes en prisión provisional en espera de juicio en el Tribunal Supremo.
Sobre todo, Iglesias lanza un mensaje claro de que sólo es socio del Gobierno para los temas económicos y sociales pactados. No renuncia a su ofensiva republicana, como demostró con la iniciativa parlamentaria de En Comú Podem para reprobar al Rey y al promover beneficios judiciales para conseguir que ERC vote los presupuestos.
Europa reacciona a la reunión entre Iglesias y Junqueras
Iglesias y Junqueras son los beneficiarios netos de esta operación. Para Pedro Sánchez, se ha convertido de alto riesgo, que tal vez no había calibrado cuando realizó el encargo al líder de Podemos.
¿Qué lectura hacen en las cancillerías europeas?
Después de todos los esfuerzos diplomáticos, primero con la dirección de Alfonso Dastis y después con Josep Borrell, para establecer que el Estado español era objeto de un intento de golpe al Estado Democrático, el presidente del Gobierno envía al líder de su principal socio parlamentario a negociar un apoyo parlamentario de Presupuestos con quien está acusado nada menos que de un delito de rebelión.
El Gobierno, 48 horas después de hacerse pública la encomienda de Sánchez a Iglesias, se vio obligado a desmentir de que fuera un delegado oficial para negociar los presupuestos. La ministra portavoz, en la rueda de prensa del viernes, declaró: «El delegado del Gobierno para negociar los presupuestos es únicamente el Gobierno».
Alarma en las direcciones regionales del PSOE
El encargo a Iglesias se había convertido en un asunto muy incómodo para Sánchez y su equipo.
Las alarmas habían saltado en distintas direcciones regionales del PSOE. Se habían sacado las calculadoras para estudiar el coste electoral de la imagen proyectada por el Gobierno con el encargo formulado a Iglesias.
Hasta ahora, cualquier discrepancia interna con la estrategia de Sánchez se había mantenido en silencio, pero ahora hay nervios con la vista puesta en las próximas elecciones autonómicas, municipales y europeas.
¿Cuál es el precio máximo que se puede pagar para aprobar los presupuestos?
Preguntado sobre este asunto el presidente del Principado de Asturias, el socialista Javier Fernández, en plena vorágine de los premios Príncipe de Asturias, contestó sin tapujos que no estaba de acuerdo.
No se conoce la letra pequeña de ninguna encuesta sobre el posicionamiento de los que declaran su intención de votar al PSOE con respecto a las líneas rojas de pacto con los secesionistas catalanes. En la Moncloa han tomado conciencia de que pasar determinados límites puede desencantar a un alto grado de presuntos votantes socialistas.
¿Cuál es el precio máximo que se puede pagar para aprobar los presupuestos? Esa es la pregunta clave que todavía no tiene una respuesta precisa.
La fuerza de Junqueras
Oriol Junqueras desde prisión es conocedor de su fuerza. Si no hay gestos claros hacia los políticos presos, no apoyará los presupuestos. ¿A qué gestos se refiere Junqueras?
No se trata de mejorar sus condiciones carcelarias. Reciben todas las visitas que quieren, sin ninguna sumisión a los reglamentos penitenciarios. La cárcel es para ellos un despacho donde pueden recibir a quien quieran, sin limitaciones de comunicación.
Pretenden sin duda modificar la acusación de la Fiscalía. Algo extraordinariamente complicado y comprometedor para el Gobierno, que probablemente nunca se atreverá a hacer.
Iglesias y su afán de deteriorar la monarquía
Iglesias ha puesto en marcha una operación para demostrar que su apoyo al Gobierno en determinados temas no le limita en su acción política. Hasta ahora ha cedido en algunos asuntos capitales.
Pidió de boquilla la dimisión de la ministra de Justicia, pero ha guardado silencio con la situación del ministro de Exteriores, Josep Borrell, condenado a pagar una multa por el uso de información privilegiada con sus acciones de Abengoa.
La crisis de esa empresa mandó al paro a miles de trabajadores al mismo tiempo que la cúpula cobraba indemnizaciones millonarias. Tampoco hizo ruido Iglesias con las bombas para Arabia Saudí.
Si quiere empezar a remontar en las encuestas, Iglesias necesita poner en aprietos al Gobierno en equilibrio con su labor de socio preferente.
Sabe que es un hombre más poderoso e influyente, tiene escolta para él y su familia 24 horas al día, pero mantiene criterios independientes que demuestran que no renuncia a nada. Y esto incluye la idea de deteriorar a la monarquía y promover la República.
Todas las miradas sobre Sánchez
En Moncloa empieza a sentirse la preocupación por el escenario de negociación de los Presupuestos.
Se teme que la campaña electoral en Andalucía sea el comienzo de contradicciones profundas entre los líderes regionales y el Gobierno.
Se da por seguro que Susana Díaz tendrá que sacar la bandera de España y enarbolar la defensa sin condiciones de la Constitución, por el temor a los daños electorales que puedan provocar los guiños de Sánchez al secesionismo.
También se teme el momento en que los nuevos presupuestos desgranen territorialmente las inversiones. Una vez conocidas las partidas para Cataluña, País Valenciano y Andalucía, ¿cuanto quedará para las demás comunidades autónomas? Un debate letal en vísperas de elecciones autonómicas.
El Gobierno empieza a ser más vigilado en sus continuos cambios de rumbo
Iglesias conoce las debilidades del Gobierno y ya está en marcha una máquina capaz de compatibilizar su carácter de socio leal del Gobierno con adversario político sin las rémoras del PSOE.
Mariano Rajoy comienza a ser una figura muy lejana en el tiempo. El agradecimiento a Sánchez por haber propiciado el final del Gobierno de Rajoy también se amortiza a gran velocidad. El Ejecutivo empieza a ser más vigilado en sus continuos cambios de rumbo.
Por si todo esto fuera poco, hay también pánico en Moncloa a que el cadáver de Franco terminé en La Almudena. La política de gestos tiene los mismos réditos en una dirección y en la contraria.