El día que Baltar disputó (y ganó) una sucesión a Feijóo
Doce años después de que Manuel Baltar echase un pulso al presidente de la Xunta al relevar a su padre como líder del PP ourensano, el barón provincial vuelve a levantar la voz para reclamar un congreso
“Que nadie cercene tus opciones”. Fueron las palabras que, el 30 de enero de 2010, en el ourensano Paco Paz, Manuel Baltar, ante una multitud que lo jaleaba, dedicó a su hija mayor, Elena. “Nadie puede vetar la democracia. Todos tenemos derecho a todo”. El vástago del histórico barón José Luis Baltar relevaba a su padre como presidente del PP provincial. Lo hizo con Alberto Núñez Feijóo y Mariano Rajoy en contra, venciendo en un congreso al candidato oficialista, el entonces alcalde de Verín, Juan Manuel Jiménez Morán, y tras una campaña plagada de tensiones.
Baltar Blanco, hoy también presidente de la Diputación de Ourense –la otra pata de la herencia política de su padre, el cargo que proclamó “de Fraga para abajo, democracia”– le ganó un pulso a un Feijóo que ya por aquel entonces parecía imbatible (al menos en Galicia). El de Os Peares había recuperado la Xunta para el PP tras la derrota de 2005, cuando los votos de PSOE y BNG hicieron posible un bipartito liderado por Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana.
La derrota de Feijóo y Rajoy
Doce años después, Manuel Baltar vuelve a levantar la voz y lo hace, de nuevo, para pedir más o menos lo mismo, tener derecho a todo. El presidente provincial insiste en que la “solución normal” para el relevo de Alberto Núñez Feijóo en el partido pasa por la celebración de un congreso. También Diego Calvo lo pide desde A Coruña. Sin embargo, el todavía máximo mandatario gallego se apresuró a dejar claro que hay otras posibilidades, igualmente “democráticas”, en alusión a la vía contemplada en los estatutos del partido de que el comité ejecutivo del PPdeG nombre directamente a un presidente. Todas las miradas apuntan a Alfonso Rueda, aunque el barón ourensano insiste:“Un congreso extraordinario debe ser una solución normal, como se hizo a nivel nacional”.
Al menos de momento, la situación dista mucho a la vivida hace más de una década. Baltar reclama un congreso para despejar la sucesión de Feijóo, pero las aguas bajan mucho más mansas que entonces, cuando la tensión fue tal que Mariano Rajoy llegó a llamar a capítulo a su padre. La campaña de esas primarias a la presidencia provincial del partido discurrió entre acusaciones cruzadas, filtraciones interesadas y críticas de falta de transparencia. Llegó a tanto, que Génova y Santiago enviaron observadores para velar por la correcto desarrollo del cónclave. En aquella batalla, para muchos una reedición de la histórica lucha de la boina y el birrete, Feijóo cayó con todo el equipo. No solo perdió su candidato. El número dos de la lista oficialista era Antonio Rodríguez Miranda, por aquel el número 3 del partido, su portavoz. El político de Allariz es actualmente secretario xeral de Emigración. Su carrera se vería enturbiada al poco de aquel cónclave al filtrarse a la prensa que había cobrado del erario público en concepto de kilometraje desde Ourense a Santiago, donde era diputado, pese a que muchos viajes no los hizo en su vehículo. Curiosamente, admitió que había compartido coche con Manuel Baltar.
Paz durante más de una década
Aquel día, en el que los Baltar le ganaron la mano a Feijóo, el presidente de la Xunta tuvo que hablar ante la militancia ourensana que, de forma mayoritaria, no había elegido su opción. Afirmó que el partido debía salir reforzado de esa experiencia. Al fin y al cabo, él fue escogido de entre cuatro candidatos en el proceso sucesorio de Manuel Fraga. “Democracia interna es sinónimo de victoria en las urnas”, aseveró.
Bien es cierto que después de aquel sonoro encontronazo, Feijóo y Baltar no volvieron a tener disputas públicas. Era de esperar, uno siempre necesitó del otro. Las victorias del PP en Galicia, históricamente, se cimentaron sobre el histórico granero de votos ourensano. Un caladero, coinciden distintas voces, venido a menos en estos momentos, principalmente por el desgaste en los ayuntamientos más grandes.
De la pax romana dan ejemplo varios hechos: primero, que Feijóo colocó como presidente del Parlamento de Galicia a un histórico de la cuerda del baltarismo, José Miguel Santalices. Segundo, que el propio presidente de la Diputación de Ourense ocupa una vocalía en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional del PP de Feijóo. Medido equilibrio.
Incógnitas y baronías
Hay distintas interpretaciones sobre los movimientos de Baltar Blanco en este proceso sucesorio. Reclama un congreso democrático, si bien también hay voces no oficiales de la formación que aseguran que sería prácticamente imposible que llegase a ser candidato a la Xunta. «No le dejaría Madrid«, aseguran.
También hay quien apunta a que estos movimientos, unidos a los de Diego Calvo en A Coruña, piden que esos territorios que han sostenido las victorias de Feijóo durante cuatro legislaturas tengan más voz en este proceso sucesorio. «Es cierto que Rueda tiene mucha ventaja. Pero también lo es que en Pontevedra no cuentan con la Diputación, ni con ninguna alcaldía grande y las baronías se reivindican», reflexionan.
Aún restan capítulos por escribir sobre la sucesión de Feijóo en Galicia y si habrá una mayor escalada de tensión debido a la posibilidad de que el relevo no sea decidido en un congreso. Lo que es indudable es que hace doce años, Manuel Baltar ganó una batalla por la sucesión: la de su padre, aquel que, tiempo atrás, pronunció una frase que quedaría para la historia de la política gallega: «A enemigo que huye, puente de plata«.