El as en la manga del PP y el PSOE: las provincias en las que no entrará Podemos
Hasta 28 circunscripciones electorales ofrecen cinco o menos escaños, y hace imposible la representación de una tercera fuerza política
El sistema político español está en tela de juicio. Todos los partidos se llenan la boca ahora con operaciones de regeneración democrática, y el Gobierno del PP ha querido comenzar con la ley de régimen local. Quiere que los alcaldes sean siempre los de las fuerzas políticas que queden en primer lugar, impidiendo acuerdos entre los partidos que queden segundos o terceros.
El PSOE lo rechaza, pero lo que está en juego es el bipartidismo, y, como el PP, los socialistas se benefician de una anomalía en el tablero español: la dimensión excesivamente pequeña de las circunscripciones electorales, que se estableció en la transición para primar a las fuerzas políticas conservadoras, fuertes en el ámbito rural, como la UCD.
Esas circunscripciones o distritos electorales corresponden a la provincia. Y para elegir el Congreso de los Diputados cada una de ellas, en función de la población, ofrece un número determinado de escaños. Ello ha hecho, hasta ahora, casi imposible que las terceras opciones políticas tengan posibilidades de tener representación.
El problema no son los nacionalistas
Determinados medios de información y responsables políticos han atacado a las fuerzas nacionalistas, en concreto a CiU y PNV de tener un exceso de representación en el Congreso. Pero ello no es cierto. Simplemente, Barcelona ofrece más diputados, porque está más poblada. Y quien queda primero tiene más peso, en detrimento del segundo o el tercero. Y lo mismo ha ocurrido históricamente en el País Vasco, con el PNV, primero en Vizcaya durante muchos años, que ofrece 8 diputados.
La mayoría, hasta 28 de las 52 circunscripciones electorales –las 50 provincias más Ceuta y Melilla– ofrecen cinco o menos diputados. Con la ley D’Hondt, –la elegida en España y vigente también en Francia, Bélgica, Finlandia, Israel o Japón– es casi imposible que el partido que queda tercero logre representación.
Entre Lugo y Barcelona
Ello ha perjudicado claramente a Izquierda Unida en el pasado, y puede perjudicar ahora a Podemos. O la formación que lidera Pablo Iglesias queda primera o segunda en esos distritos electorales, o su peso en el Congreso será mucho menor al que se anuncia en las encuestas, que siguen tomando como punto de partida los resultados de las elecciones europeas, en las que la circunscripción era única y correspondía a todo el territorio español.
Castellón, por ejemplo, ofrece cinco escaños, como Huelva; Ciudad Real; Guipúzcoa; Navarra; Valladolid, o Cantabria. Con menos, con cuatro, están La Rioja; Lugo; Álava; Lleida; o Salamanca. Ceuta y Melila dan un escaño cada una. Por detrás de las dos grandes, Madrid, con 35 escaños, y Barcelona con 37 –según la población correspondiente en función de las elecciones generales de 2011– sólo unas pocas plazas ofrecen garantías de representatividad para terceras opciones: Murcia (10 escaños), Málaga (10); Sevilla (12); Alicante (13) y Valencia (16).
Sin un cambio en la dimensión de esas circunscripciones, modificando que sea, por ejemplo, la comunidad autónoma y no la provincia, Podemos o UPyD o Ciudadanos, lo tiene muy complicado.
Cuatro escaños, por uno de la oposición
En un distrito electoral que ofrezca cinco diputados, por ejemplo, los dos primeros se lo llevan todo. Con la ley D’hondt, los cinco escaños se reparten en función de los cinco mayores cocientes que logren las distintas fuerzas políticas en juego. Y eso siempre que superen el 3% de los votos, que es la frontera mínima para poder tener representación. Pongamos que un partido logra, de un total de 300.000 votos, 205.000; por 70.000 del segundo, 16.000 de un tercero, y 9.000 de un cuarto.
Los votos se dividen por uno, dos, tres, cuatro y cinco, y se obtienen cinco cocientes por cada partido. Se cogen los cinco cocientes mayores y los que correspondan a cada partido, esos obtendrán representación. En este caso, el primer partido tendría hasta cuatro cocientes más altos, por uno del segundo. ¿Conclusión? El partido ganador se llevaría cuatro diputados, por uno para el segundo.
El tercero y el cuarto, no obtendrían nada, y sus papeletas se irían a la basura.
El PP y el PSOE, mudos
Eso es lo que puede, por ahora, mantener el bipartidismo imperante en España. A no ser que la capacidad de movimientos como Podemos logren arrasar y quedar primeros en muchas circunscripciones, hasta en esas tan pequeñas que ofrecen tres, cinco o seis escaños.
Por ahora, ni el PP ni el PSOE han ofrecido ninguna propuesta para cambiar esas circunscripciones.