El modelo de EEUU: Bill Gates donará 20 veces más dinero que Amancio Ortega

Las grandes fortunas consideran un deber la obra social, pero son cuestionadas por la influencia obtenida con los donativos o por la opacidad de las fundaciones

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Incluso en la etapa más dura de la recesión, Estados Unidos fue líder en filantropía. El volumen de donaciones que realizan las fortunas del país norteamericano superaron en reiteradas ocasiones los 3.000 millones de dólares al año, lo que invita a pensar en una vocación enraizada entre los empresarios, artistas o deportistas que han acaparado grandes cantidades de dinero en su carrera profesional.

Las posiciones que han mantenido los primeros espada de la lista Forbes norteamericana, ya sea Bill Gates, Mark Zuckerberg o Warren Buffet, son instructivas al respecto, con millonarias donaciones movilizadas como retorno a la sociedad donde se hicieron ricos. Como también lo es la normativa fiscal de EEUU, contribuyendo con exenciones de impuestos a quien emprende el camino de la filantropía.

Inserida en una cultura proclive a las donaciones, este tipo de filantropía no conforma un relato plano en territorio estadounidense. No es cierto que allí no se produzcan debates similares al vivido en España respecto a la contribución de Amancio Ortega a la sanidad pública. La fiscalización de las fundaciones, con frecuencia poco transparentes, o el objeto de los donativos, son motivo de debate social.

Gates prometió destinar 5.000 millones a África y Zuckerberg que destinaría el 99% de sus acciones en Facebook a obra social

Al fin y al cabo, no es lo mismo que Ortega done 320 millones para equipamiento oncológico que para dotación militar, como no es lo mismo la contribución de los hermanos Charles y David Koch a diversas causas ultraconservadoras, unos 196 millones según New Yorker, que el millón de euros donado en 2010 por Brad Pitt y Angelina Jolie para la reconstrucción de Haití.

La permuta de millonarios donativos a cambio de ganar cotas de influencia en determinadas áreas sociales o políticas es también un punto de tensión recurrente. La fundación Americans for Prosperity, armada por el dinero del negocio industrial y petrolero de los Knoch, está considerada el germen del Tea Party, por ejemplo.

Incluso Bill Gates, el filántropo por excelencia y el hombre más rico del mundo, según las estimaciones de Forbes, se ha visto salpicado en su acción social. Desde la fundación Bill y Melinda Gates ha destinado cientos de millones a educación, en proyectos que se han percibido como banco de pruebas para la Administración de Obama, algo que el propio Gobierno tampoco se preocupó en ocultar. Acabó formando una red paralela a las escuelas públicas, ocupando zonas deprimidas donde la inacción del Ejecutivo era criticada y acabando, en algunos casos, con un cierre precipitado de los centros, a mitad de curso, al entender Gates que no estaban funcionando correctamente el proyecto, como sucedió en Nueva York.

El donativo de Amancio Ortega a la sanidad pública equivale a la cuarta parte de lo que recibirá este año por el dividendo de Inditex

El fundador de Microsoft ha sido ampliamente aplaudido por su contribución a países en vías de desarrollo. Hace un año anunció que destinaría 5.000 millones a África durante el próximo lustro. Está cuantía equivale a 20 veces lo que tiene previsto invertir la Fundación Amancio Ortega entre 2001 y 2018, unos 234,8 millones. Aunque a esta cifra, el fundador de Inditex añade partidas como la que acaba de entregar a la sanidad pública, 320 millones, la cuarta parte de lo que recibirá este año por el dividendo de la multinacional.

Mark Zuckerberg también anunció, en este caso en 2015, que donaría a lo largo de su vida el 99% de sus acciones en Facebook a obras sociales, lo que a día de hoy situaría la contribución por encima de los 40.000 millones de dólares. Jeff Bezos, el fundador de Amazon, causaba gran revuelo la semana pasada al pedir ideas en Twitter para contribuir a causas solidarias. Forbes estima su fortuna en 84.000 millones de dólares.

Son pruebas de que la filantropía forma parte de la manera de ser rico en Estados Unidos, donde, una vez asumido el papel, se debate si las donaciones sirven realmente para propiciar un cambio real o no y se mide su impacto, haciendo representativo el lema que utilizó Oxfam America en su 40 aniversario, cuando presentó una compilación de ensayos bajo el título Change not Charity.

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