Doble división en Convergència ante la necesidad de investir a Mas cuando sea
Algunos dirigentes presionan descaradamente a la CUP, pero otro sector ya pide abiertamente elecciones en marzo, aunque se vaya sin president a las elecciones generales de diciembre
Convergència Democràtica está sumida en una gran contradicción. Necesita que Artur Mas sea investido President, y si puede ser, antes de las elecciones generales del 20 de diciembre. Sólo de esa manera se podría garantizar un resultado razonable, con un candidato que no levanta pasiones: Francesc Homs.
Pero sectores cada vez más ruidosos del partido reclaman un final del camino, un hasta aquí hemos llegado, con el lema de que lo mejor que se podría hacer es convocar nuevas elecciones en marzo, y que salga el sol por Antequera.
La dependencia de la CUP causa pavor. El primero que lo ha explicitado es el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, un catedrático especialista en microeconomía, liberal, que se ve ideológicamente cercado por una formación que en Estados Unidos, donde el conseller desarrolló buena parte de su carrera académica, sería completamente ignorada. Mas-Colell ha pedido elecciones en marzo, y constata que la CUP sólo quiere «eliminar a Mas».
Homs y la aparición de Miquel Puig
Esa es una posición que comparten abiertamente otros dirigentes, como el también liberal Antoni Fernández-Teixidó, o el también miembro de los liberales de CDC, Marc Guerrero. Ante una disyuntiva entre modelo de país, o país a secas, la inclinación por la indentificación ideológica es clara.
En otra posición que no es exactamente la misma y que viene condicionada por sus propios intereses está Francesc Homs, que cargó duramente contra la CUP este lunes, con la idea de que diez diputados no pueden dejar en la estacada la elección de un President que ganó las elecciones con 62 diputados detrás. Homs necesita esa investidura, y a él, como ha dejado claro en sus posicionamientos públicos desde la elaboración del Estatut, lo que le interesa es «un estado catalán independiente».
En un término a medio camino se sitúa un nuevo referente del independentismo, el economista Miquel Puig, que irá de número cinco en la lista de Homs al Congreso. Puig, a quien algunos consellers consideran que ha ido cambiando en función del viento a lo largo de su carrera –fue director general de Industria, y director general de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió– se posicionó en contra de la resolución soberanista de ruptura con España aprobada en el Parlament. «Deja fuera a la gente de orden», afirmó.
Felip Puig, la esencia
Con todos los matices que los propios convergentes saben apreciar, aparece Felip Puig, que sigue teniendo un gran ascendente en la militancia nacionalista. Puig, un hombre que sigue pensando que lo mejor que hizo CiU fue su apuesta pujoliana por el «fem i farem», –gestionar e impulsar políticas que pudieran apreciar los ciudadanos– tiene claro que «tan importante es el proyecto como la forma en la que se consigue». Por ello, ha ido predicando en el desierto en los últimos años sobre la celeridad de un proceso soberanista que ahora está bloqueado por….una formación anticapitalista.
Las voces se multiplican. También otros consellers claman contra la CUP, y piden una retirada a tiempo, que pasaría por nuevas elecciones, como Irene Rigau –una mujer de orden– o Boi Ruiz, además de Santi Vila, que suele apostar siempre en varias direcciones, y es el más gallego de los dirigentes de CDC.
La oferta de Iceta
Frente a esa inquietud y esa divisón, mientras la CUP se lo mira todo con gran distancia, ha aparecido Miquel Iceta, el líder del PSC, con una oferta para «dejar de hacer el ridículo». Iceta aseguró este lunes que los socialistas harán lo posible para garantizar la estabilidad, pero que eso pasaría por una renuncia a seguir el proceso soberanista.
Entre todos esos frentes se sitúa Artur Mas, que insiste en seguir adelante. Asegura que no a «cualquier precio», pero mantiene su esperanza de que la CUP le deje dos votos antes de las elecciones del 20D, o justo después.
El problema para él es que después de las elecciones generales el panorama puede haber cambiado por completo, en función de los propios resultados que cada fuerza política obtenga en Cataluña.