Cuando Galicia aspiraba a la Agencia Europea del Medicamento
Feijóo coqueteó con la posibilidad de que Galicia albergase la EMA en pleno auge del 'procés', pero el Gobierno impulsó la candidatura de Barcelona
La nueva sede de la Agencia Europea del Medicamento acabará en Amsterdam. Era una parte del botín que dejaba atrás la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que además de un enorme revuelo bursátil y empresarial, inició una carrera por recoger las instituciones comunitarias ubicadas en suelo británico, como la EMA o la Agencia Bancaria. En esa competición entró Barcelona, que partía como favorita para albergar el organismo de control de medicamentos en Europa, pero se cayó en la primera ronda, castigada por la inestabilidad política de Cataluña.
Pero antes de que la capital catalana quedase como única apuesta del Gobierno central para optar a la institución comunitaria, otros territorios se postularon para competir por ella. Entre ellos estuvo Galicia. La Xunta filtró su interés en repetidas ocasiones desde 2016, aunque sin armar alboroto, dejando margen a Rajoy en pleno procés independentista.
Lo que ofrecía Galicia
Los argumentos para atraer al organismo de evaluación, con 900 trabajadores y un presupuesto de 340 millones, eran que la Universidade de Santiago cuenta con un campus de excelencia internacional, el Campus Vida; facultades de medicina, farmacia y veterinaria; el clúster Bioga, que integra al sector biotecnológico; o el Clúster da Saúde, que aglutina desde centros sanitarios a farmacéuticas como Pharma Mar, pasando por empresas vinculadas al área de nutrición como Feiraco o Pescanova.
A esto se sumaban tres aeropuertos y la presencia de la Agencia Europea de Control de Pesca, ubicada en Vigo, que nunca estuvo claro si era una ventaja por la experiencia y procesos ya generados con los organismos comunitarios o un problema por contar ya Galicia con una institución europea.
El Gobierno siempre apostó por Barcelona
En octubre de este año, apenas unos días después del 1-O, la Asociación de Médicos Interinos de Galicia (Asmig) pedía a Feijóo que, ante la situación que atravesaba Cataluña, recuperara la candidatura gallega como sede de la EMA ante el riesgo de que Barcelona fracasara en la tentativa.
Era una petición inútil, pues el Ejecutivo central, con Dolors Montserrat al frente de Sanidad, había decidido ya en mayo que Barcelona sería la candidata española, pudiendo ofrecer una infraestructura hotelera y de comunicaciones, además de una comunidad científica, muy superior a la del resto de ciudades que se postularon. Así defendió la elección la propia ministra. En la Xunta no hubo quejas, al menos públicamente.
Barcelona acabó cayendo en la primera votación, con 13 votos frente a los 25 de Amsterdam y los 20 de Milán y Copenhague. Bratislava sacó 15. En la ronda final, con Milán y Ámsterdam empatadas a votos, el sorteo sonrió a Holanda.