Chacón ‘españolizará’ el PSC para tomar Moncloa

Afloran las brechas en el PSOE sobre el modelo de Estado y la respuesta del partido al soberanismo pujante de Catalunya y País Vasco

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Carmen Chacón estudia para ser presidenta del Gobierno mientras el Partido Socialista se segrega en sus múltiples almas. Dicen que no le importa. Incluso que está contenta. Podrá levantar un PSOE a su medida con los restos. Su marido, Miguel Barroso, está en ello, advierten los adversarios de Ferraz. Y ello empezó el día en el que Carme se convirtió en Carmen y admitió que “fue un error primar el debate territorial sobre el social”.

La sutil operación de marketing político ha entrado en la segunda fase. La convocatoria de elecciones en Catalunya como estación de inicio hacia la consulta sobre la secesión propuesta por el presidente catalán, Artur Mas, no sólo sorprendió al PSC desmembrado, sino que también cazó deshilachado el discurso sobre el modelo de Estado del PSOE, en plena revisión debido a las elecciones del próximo domingo en el País Vasco, donde previsiblemente el PNV y la izquierda abertzale desalojarán al lehenkari Patxi López de Ajuria Enea.

La solución oficial: federalismo. La propuesta de Alfredo Pérez Rubalcaba, matizada a las pocas horas por Elena Valenciano, parece la fórmula que el principal opositor al Partido Popular quiere defender en todos los territorios. “El nuestro es un partido federal”, dice el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, sin ir a mayores, entre dos aguas. Pero el discurso debe acomodarse a las facciones más centristas del PSOE, representadas por el ex presidente del Congreso, José Bono. Ni él ni Chacón están por la labor. Ahora son aliados.

La traición

Los dos ex ministros de Defensa tienen claro que su modelo de Estado no dista demasiado del actual. O eso hizo creer Chacón al Ejército, cuyos generales, miembros del Estado Mayor anterior, no dudan de que defenderá la integridad del territorio español. Esta visión garantista se contrapuso durante las charlas del 12O a la tesis federal, con la que Rubalcaba quiere contener los aires secesionistas “de la periferia”, antes de que los soldados desfilaran por Neptuno despojados de acorazados y aviones. Ejércitos decimonónicos en pro del ahorro. Tras las vallas de seguridad, algunos nostálgicos del Siglo XX echaron de menos cierta demostración de fuerza. Pero ni siquiera ellos silbaron, ni armaron algarabía alguna ante Mariano Rajoy. Tampoco aplaudieron.

Y con ésas andaban en el PSOE hasta el jueves. Los hermanos Maragall han contribuido, sin querer, a poner orden en el socialismo español, que ahora lo ve todo más claro. Y el catalán, también. Mientras unos opinan que, con el nuevo partido de izquierdas, Pasqual y Ernest han consumado la traición al PSC, los chaconistas tienden puentes de oro a los últimos del clan Maragall. Los que se resistían a españolizar el partido han hecho las maletas para competir por el mismo caladero en el que pescan Esquerra y las formaciones surgidas de las divisiones internas entre separatistas. Vía libre.

‘Plan Chacón’

Carmen juega con ventaja. Conocía el movimiento cuando decidió salir de la celda de estudio para tomar partido en la campaña electoral. Mientras, Pere Navarro, actual primer secretario, presidenciable a la Generalitat y heredero de Manel Royes, gana puntos en Madrid. “Es un catalán amable”, se escuchaba este viernes en los corrillos formados por los escasos líderes del PSOE que acudieron a los actos institucionales de la Hispanidad. Ferraz empieza a quererle, aunque sigue preocupada por su escaso tirón electoral y duda de sus lealtades, como la antigua líder política de los ejércitos de España.

La debilidad del de Terrassa aconseja el armisticio. Chacón no se ha vuelto rubalcabista. Ella quiere vivir en Moncloa. Y como las llaves del palacio las tienen catalanes y andaluces, Barroso ha rediseñado el plan. Su socio, Griñán, cuya traición a Rubalcaba empezó con la convocatoria electoral en Andalucía cinco meses después de las generales –recuerdan—, le apoya. El PSOE no quiere ganar las elecciones en Catalunya. Quiere cortejar a Mas con un resultado que le permita sumar una amplia mayoría, de más de 75 diputados, y formar un gobierno de concentración con CiU. Le ayudarán a rebajar el soufflé, si se deja.

Referéndum, sí; pero no

Chacón, que se dejará ver sin quemarse, y Navarro le apoyarán en la consulta secesionista, por convencimientos democráticos, pero los tres harán campaña por el no. Será dentro de cuatro años. El mundo económico y empresarial, que abomina de la posibilidad de que Esquerra vuelva al poder, arropará la opción. Paradójicamente, los chaconistas esperan que un referéndum sobre la ruptura de España se convierta en la antesala a Moncloa y que el PSC se apunte el tanto de frenar los aires soberanistas que muchos suspiran en Catalunya.

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