Casado se niega a dimitir y reta a Feijóo a tumbarlo en un congreso
El presidente gallego le pidió que se apartara y dejara al partido en manos de una gestora; Casado convoca la junta directiva, obliga a los barones a posicionarse y dilata la crisis
Alberto Núñez Feijóo, erigido en portavoz de los barones territoriales del PP, punta de lanza del plan para cerrar la era Casado y pacificar el partido, ofreció una suerte de salida honrosa por la puerta de atrás al presidente de los populares, si es que eso es posible. El dirigente gallego le pidió que dimitiera y dejara al PP en manos de una gestora, pero Pablo Casado estaba convencido de que podía encauzar la situación con tiempo, bastaba hasta el verano, quizá con una imputación de Isabel Díaz Ayuso de por medio.
En ese escenario, con una presión asfixiante que no solo llegaba de las comunidades más fuertes –Galicia, Andalucía y Castilla y León– sino también de militantes y exdirigentes de los círculos de Aznar y Rajoy, el presidente del PP reunió a su círculo de afines del comité ejecutivo y no dio su brazo a torcer. Ni hablar de dimitir. Solo con su núcleo duro resquebrajándose, con marianistas como Ana Pastor y Elvira Rodríguez posicionándose contra sus tesis y las de Teodoro García Egea, accedió a reunir a la junta directiva para convocar un congreso. Según trasladaron fuentes próximas a Génova por la noche, Casado no vetará la convocatoria y acordará con los barones si es extraordinaria (un plazo mínimo de mes y medio) u ordinaria (dos meses), pero tampoco descarta presentarse. Al contrario, estuvo durante todo el fin de semana midiendo sus fuerzas a golpe de llamada telefónica a presidentes provinciales y otros cargos, con el ex Ciudadanos Fran Hervías como esmerado operador.
Casado desespera a los barones
La decisión del presidente del partido, forzada por la propia división de su cúpula, sentó fatal a los barones. La junta directiva obligará a los cargos populares a retratarse a la menor disensión, que todo apunta que habrá. Dilata la crisis una semana más y ofrece un nuevo espectáculo de división retransmitido en directo. Si no se acuerda en este tiempo una candidatura de unidad, que a priori encabezaría Alberto Núñez Feijóo, el PP seguirá enfangado durante meses. «Esto no es una decisión, es la reunión de un órgano que tiene que reunirse cada cuatro meses y que lleva sin convocarse desde julio», se quejaban fuentes del PP gallego.
Casado no ofreció siquiera el cese de su número dos, García Egea. Simplemente una remodelación de la cúpula para integrar las sensibilidades de los críticos, fundamentalmente la de los presidentes autonómicos, por ejemplo, incorporando a la estructura un coordinador consensuado. El ofrecimiento estaba alejadísimo de las demandas. Feijóo ya le había traslado que solo tenía capacidad para negociar cómo marcharse.
Tambores de guerra en la junta directiva
La junta directiva, conformada por diputados, senadores y cargos autonómicos y provinciales, hasta cerca de 300 personas, quedó emplazada para el 28 de febrero, cumpliendo la semana prevista en los estatutos, aunque previsiblemente se retrasará al día 1 para no coincidir con el Dia de Andalucía. El orden del día se conocerá entre este martes y el miércoles. Son necesarios dos tercios de los apoyos para convocar un congreso, por lo que se abre una batalla para controlar la potestad de convocarlo. En Génova creen que tienen suficientes apoyos en los territorios, en algunos casos hilvanados por García Egea en los congresos provinciales a fuerza de colocar afines. Pero ni en todas las comunidades hubo congresos ni las lealtades son las mismas en tiempos de guerra.
Los movimientos de Génova para asegurarse un respaldo mayoritario se replican entre los barones que quieren desalojar a Casado. La presión sobre Feijóo para que dé un paso al frente y explicite que liderará el partido apoyado por los presidentes territoriales sube cada día. Una vez lanzado el ultimátum, el dirigente gallego estaba a la espera de conocer la postura que adoptaba Génova y, si sus pensamientos coinciden con los de su entorno, concluirá que Casado ha elegido «la peor opción».
Previsiblemente, los barones transparentarán su ofensiva, que desde hace cinco días viene exponiendo este medio, en breve y la pasada noche no descartaban organizar un auténtico motín de cara a la junta directiva. El atrincheramiento de Casado tiene, entre otros peajes, el de pasar una semana dura.
Gaseosas Feijoo (o no)
Se equivoca quien vea en el asalto de Feijóo a Madrid, todavía no confirmado por el presidente de la Xunta, una maniobra calculada. Al presidente gallego lo están presionando de todas las maneras posibles, incluso reprochándole su respaldo a Casado hace cuatro años, para que dé un paso al frente en el que tiene poco que ganar si, como aseguran fuentes de su entorno, se limitará a conducir una transición hacia un nuevo congreso para luego dejar el camino libre a un nuevo liderazgo, pero con el partido unido.
Estas mismas fuentes aseguran que ni Feijóo ni Díaz Ayuso serán candidatos en las próximas generales, pues a la presidenta madrileña le interesa el salón de mando del PP de Madrid, espacio óptimo para conseguir el poder orgánico que le falta. Ese es el plan que dibujaron los barones en los días de crisis, el PP post-Casado. Claro está que en el papel todo cuadra mejor que en la realidad y que la vida da muchas vueltas. La negativa de Casado a dimitir es la primera complicación.