Bruselas teatraliza la tarjeta amarilla a Rajoy
Los expertos aseguran que el anuncio del presidente de bajar impuestos tras las elecciones es de una "gran imprudencia", pero que juega con ventaja para impedir que gobierne Podemos
España de nuevo en el alambre. La Comisión Europea reclama al gobierno español seriedad y una planificación realista para reducir el déficit. Pero esa exigencia tiene trampa. El presidente en funciones, Mariano Rajoy, anuncia una nueva bajada de impuestos, si puede, tras las elecciones del 26 de junio. Y lo hace porque tiene una cierta bula, a juicio de los expertos consultados. Bruselas teatraliza la tarjeta amarilla, porque prefiere algún gobierno en el que esté o participe el PP, antes de que llegue al poder la coalición de Podemos e Izquierda Unida.
La propuesta, que Rajoy reflejó en una entrevista en Financial Times, podría considerarse como fuera de lugar. Y lo es. El economista Juan Ignacio Crespo, analista de mercados, tiene claro que se trata de «una gran imprudencia, porque a partir del año que viene se deberán afrontar serios ajustes, y bajar impuestos con la idea de que se generan ingresos no es realista, depende, no funciona nunca de forma automática». Se trata de la famosa curva de Laffer a la que se sigue acogiendo con pasión el liberalismo económico.
Cancha a Rajoy
Las cosas se ponen feas. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, mostró este miércoles la tarjeta amarilla. Amagó, de hecho, con enseñarla, con el argumento de que ahora es mejor esperar el resultado de las elecciones del 26J. Nadie quiere precipitarse, y la multa anunciada para España se demora. Podría suponer a casi 2.200 millones de euros, el 0,2% del PIB, por incumplir el déficit.
Por ahora se prefiere dar más cancha a Rajoy. Los ajustes fiscales que se reclaman supondrán unos 8.000 millones de euros hasta finales de 2017. ¿Pero, qué prefiere Bruselas, que los encare un gobierno del PP, o en coalición con el PSOE, o un ejecutivo de Podemos.
Imprudencia total
Santiago Carbó, catedrático de economía y finanzas de la Bangor Business School (UK), considera también que el anuncio de Rajoy «es una imprudencia, porque, además, no se concreta nada, cuando en España es más necesario que nunca un debate global sobre qué se quiere en materia fiscal, y qué se puede permitir el país».
Carbó añade que, en cualquier caso, «en este momento no es vendible para los inversores, con una deuda pública que ha llegado al 100%, que se anuncie una nueva bajada de impuestos».
Pero ahí está el secreto. ¿Por qué actúa así Rajoy, cuando es consciente de la presión que está recibiendo de Bruselas? Santiago Carbó entiende que Rajoy «está jugando con cierta ventaja, porque hay unas elecciones por delante». Eso implica que la Comisión Europea no quiere incidir en un momento crucial en España, a la espera de los resultados, y cruzando los dedos para que no tomen el poder lo que se considera como elementos populistas, que se identifican con Podemos.
Ajuste de 8.000 millones de euros
Moscovici no pudo dejarlo más claro. «No es el momento político (de sancionar). Va a haber elecciones en España». Ante eso, Rajoy ha aprovechado la ocasión con una medida «electoralista», según Carbó, algo que suscribe también Crespo.
La situación, pese a todo, es complicada. España cerró 2015 con un déficit del 5,1%, lo que supone 10.000 millones de desajuste. Lo que Bruselas ofrece es un año más para llegar al 3% de déficit. Para 2016 se exigirá el 3,7%, y el 2,5% para 2017. Para cumplir esos objetivos, el ajuste implicaría unos 8.000 millones de euros. Sera un gobierno del PP o de otro color, ahí sí que presionará Bruselas, pero quiere conocer el resultado de las elecciones.
¿Recesión en 2017?
Crespo advierte de que el próximo año puede ser muy duro. Acaba de publicar, precisamente, el libro ¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión? (Deusto). Y lo argumenta no por razones domésticas, sino «por la coyuntura internacional, que será mucho más complicada, con la economía norteamericana en dificultades, con China creciendo a menos velocidad y con caída de beneficios empresariales».
Una de las ideas que dibuja en su libro es que los bancos centrales podrían entrar en el accionariado de companías que pasen por grandes dificultades, en una suerte de «capitalismo de estado». Ante esa situación, «lo que haga Rajoy, aunque sea imprudente, es relativo, en función de los mercados y de la situación económica internacional».
Menos sombras
Carbó, en cambio, ve las cosas con menos sombras. «España va a seguir creciendo, con menor intensidad, tal vez, pero con sectores que se van a beneficiar de la situación, como el sector turístico. La situación internacional va a peor, pero no mucho peor que ahora. Lo que debe hacer España, sin embargo, es alcanzar grandes acuerdos para atajar el fraude fiscal, sobre la reforma de las administraciones y el control del gasto».
Todo eso ahora queda lejos. Rajoy mira las elecciones. Bruselas también. Y se han dado una tregua, con el acicate para el líder del PP de que puede anunciar medidas «electoralistas» sin temer una sanción automática. En julio será otra cosa, pero ya con los resultados en la mano.