Bala de plata de Mariano Rajoy para Albert Rivera
Albert Rivera delata con su reacción a la crisis de Murcia que la relación con Mariano Rajoy ya está viciada. La sensación de que C's es prescindible cala hondo
La crisis surgida entre Ciudadanos (C´s) y Partido Popular (PP) por la negativa a dimitir del presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, investigado por cuatro delitos relacionados con su gestión pública como alcalde de Puerto Lumbreras, amenaza con trasladarse a la estabilidad de Gobierno y pone en cuestión la vigencia del acuerdo suscrito con C’s que permitió la investidura de Mariano Rajoy. La primera pregunta que hay que contestar para analizar la crisis entre PP y Ciudadanos es si 137 diputados son muchos o pocos para garantizar la gobernabilidad del gobierno de España. Depende.
Lejos de la mayoría absoluta de 176 diputados, Rajoy gobierna en muchos aspectos como si la tuviera. Formalmente, depende de los 32 diputados de Ciudadanos y del apoyo de los 85 diputados del PSOE para sacar adelante sus propuestas y para frenar las de la oposición. En la práctica se visualizan mucho más los apoyos del PSOE que los de C’s en consecuencia al número de diputados de cada uno de ellos. Pero también por el deseo de Rajoy de minimizar la importancia de Ciudadanos en la práctica política del gobierno.
En la consciencia de Rajoy está presente que robar votos a Ciudadanos es la única manera de recuperar votos en el espacio perdido en las últimas elecciones. Y para conseguirlo la vía más fácil es restar importancia política a la existencia del partido de Albert Rivera. Fue una investidura muy trabajada. Con un documento presentado al trágala por Ciudadanos, que el dirigente popular Fernando Martínez Maíllo acaba de definir como “lentejas”, las tomas o las dejas. Pero sean o no legumbres, los pactos están para cumplirlos sobre todo porque de ello depende la credibilidad de quien los firman. A la vista de la definición alimenticia de Maíllo, el PP no está por la labor de un estricto cumplimiento.
Ciudadanos es consciente de que sufre un importante desgaste en la irrelevancia que demuestra en sus acuerdos con el PP
La comisión de investigación sobre la corrupción en el PP está estancada. No se sabe nada de la desaparición del aforamiento, la limitación de mandatos para optar a la presidencia del Gobierno y la redacción de una nueva ley electoral más proporcional. Da toda la impresión de que Ciudadanos es consciente de que sufre un importante desgaste en la irrelevancia que demuestra en sus acuerdos con el PP. Ahora, como estrategia política, ha decidido dar un puñetazo encima de la mesa.
Lo que ha desatado la crisis profunda entre los dos partidos ha sido el incumplimiento, según Ciudadanos, de la parte del pacto anticorrupción por el que ambos partidos se comprometían a apartar de los cargos institucionales a cualquier persona imputada por un delito. Como es sabido, el presidente Murcia, dirigente del PP, está implicado –en la nueva denominación jurídica, “investigado”- por cuatro delitos: prevaricación, malversación, fraude a la Administración y falsedad documental. Sánchez, apoyado por el propio Rajoy, se niega a respetar, no sólo el pacto con Ciudadanos, sino además el compromiso suscrito personalmente por él mismo de dimitir en caso de ser imputado o investigado, que ahora es lo mismo.
A partir de ese momento, el argumentario milimétricamente elaborado por el PP, intenta justificar este incumplimiento que ha puesto en crisis, no sólo el pacto de gobernabilidad en Murcia, sino además la propia estabilidad del gobierno de Rajoy. Conviene resaltar que implícitamente el PP reconoce que su decisión incumple el pacto con Ciudadanos. A partir de ahí resulta relevante que el primer argumento es considerar que el presidente de Murcia es inocente y que sería injusto obligarle a dimitir. Pero el pacto dice lo que dice.
La reacción personal de Rivera ha sido extraordinariamente dura, hasta el punto que revela otro tipo de desencuentros con el PP
Si el PP lo firmó, es lógico que esté obligado a cumplirlo. Para más complicación, los relevos llevados a cabo por el nuevo fiscal general del Estado han alcanzado al anterior fiscal jefe de Murcia. Que además denunció haber recibido presiones en su trabajo. Lo que el PP quiere poner sobre la mesa es que la dimisión o cese automático de cualquier cargo público investigado atenta contra la presunción de inocencia que establece la Constitución. Un poco tarde, después de aceptar «las lentejas» que le impuso Ciudadanos y que permitió a Rajoy ser presidente de gobierno.
La reacción personal de Rivera ante estos hechos ha sido extraordinariamente dura, hasta el punto que revela otro tipo de desencuentros con el PP, más allá de la crisis de Murcia. Rivera, que ha llegado a declarar “¿qué sabrá el presidente de Murcia para sobre las finanzas del PP?, insinuando que Rajoy no es libre para imponer el cese de Sánchez, ha adelantado la posibilidad de llegar a acuerdos con el PSOE y Podemos, no sólo en la región de Murcia sino en el Congreso de los Diputados.
Este lunes está citado para declarar el presidente de Murcia ante el magistrado Julián Pérez Templado, instructor del Tribunal Superior de Justicia de Murcia. Es el plazo que había pedido Pedro Antonio Sánchez para “declarar para aclarar las acusaciones por las que está investigado. Parece improbable, aunque no imposible, que el magistrado archive inmediatamente la causa. Al salir del tribunal, el presidente de Murcia habrá puesto en marcha el contador en la crisis con Ciudadanos.
Los escenarios posibles
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El primero, ya descartado por el PP, es que este partido nomine a otro candidato del partido para someterse al proceso de investidura.
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El segundo, que Ciudadanos active sus contactos con el PSOE y Podemos para poner en marcha una moción de censura. Previamente los tres partidos tendrían que elegir un candidato para personalizar el acto. Todo indicaría por pura matemática parlamentaria que tendría que ser del PSOE. Los números cuadran por la mínima, dado que la composición de la cámara es de 22 diputados del PP, 13 del PSOE (PSM), 6 de Podemos y cuatro de Ciudadanos. 23 diputados de la oposición contra 22 del actual gobierno. Una operación política muy complicada y con riesgos, sobre todo, para Ciudadanos. Este escenario es que el propio Pedro Antonio Sánchez disuelva la cámara y convoque elecciones autonómicas como una especie de plebiscito de su inocencia.
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Y el tercer escenario, ahora mismo el más probable, es que el PP en la lógica de Mariano Rajoy, deje pudrir el problema sentando a esperar el paso del tiempo.
Rajoy siempre tiene una bala de plata. La disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones anticipadas. Ahora mismo esa opción no está sobre la mesa. Pero si Ciudadanos se deslizase a un entendimiento parlamentario con PSOE y Podemos, Rajoy siempre tendría a disposición esa iniciativa. Las encuestas y la situación del PSOE y de Ciudadanos, no parecen indicar que el agua llegue al río porque a ninguno de los dos partidos le interesan nuevas elecciones.
Lo que está claro es que Rivera ha tomado conciencia de la sensación que da Ciudadanos de ser un partido prescindible que no resulta relevante en la aplicación de su pacto de Gobierno. El portavoz del Gobierno, Iñigo Méndez de Vigo, ha reiterado a Ciudadanos la oferta de entrar en el Gobierno, pero parece poco más que un brindis al sol.