Así piensa el ‘gurú lucense’ del comité de expertos de Pedro Sánchez
Miguel Otero, hijo de emigrantes gallegos en Suiza, asegura que la evolución del virus es más importante que la economía, que no volverá a ser como antes
“La epidemiología es más importante que la economía, pero no podemos entender que son esferas separadas. Son vasos comunicantes y si el virus no se controla no se puede hacer actividad económica”. Esta era una de las reflexiones que hacía el economista Miguel Otero en una entrevista en RNE. Nacido en Basilea (Suiza), hijo de emigrantes gallegos procedentes de Abadín (Lugo), Otero es investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor del IE School of Global and Public Affairs, además de investigador asociado en el Instituto para la Unión Europea y Asia en la ESSCA School of Management de Paris. Con un amplísimo curriculum internacional, este licenciado en periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela engrosó su hoja de servicios como uno de los miembros del comité de expertos que asesoró a Pedro Sánchez para combatir la pandemia por coronavirus.
“Nuestro grupo asesoró al Gobierno en cuanto al diseño de la desescalada y acabó cuando el Ejecutivo adoptó las líneas maestras del plan. Ese grupo no tiene que ver con los funcionarios del centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias que ahora deciden si una provincia o área sanitaria pasa a la siguiente fase. En cuanto a las críticas, si alguien tiene una labor pública está expuesto a ellas, igual que si uno tiene un bar, unos dirán que se come muy bien y otros no. No hay que dramatizar”, decía este martes.
El coronavirus, el cambio climático y la comida a domicilio
Experto en política monetaria europea, asunto sobre el que ha escrito numerosos artículos y estudios, Otero escribía apenas tres días después de la activación del estado de alarma, el 18 de marzo, que la pandemia “cambiará el equilibrio entre el estado y el mercado y a nivel individual seremos diferentes como ciudadanos, trabajadores y consumidores (incluso a la hora de viajar) y el que sepa anticiparse a esos cambios saldrá ganando. Siempre se dice que no hay que desaprovechar una buena crisis”.
Tras lamentar que ni los pronósticos del FMI ni ningún economista fuese capaz de prever el gran impacto que tendría el coronavirus, señala en un artículo publicado en El Confidencial que “quizás, después de semanas o incluso meses con poca actividad exterior, descubramos que nos gusta el aire menos contaminado y que no queremos volver a los sucios tiempos de antes. Quién sabe, el Covid-19 incluso puede hacer que nos tomemos el cambio climático en serio, pero esta vez, de verdad”.
Acto seguido retrata la nueva normalidad, los cambios que traerá consigo la pandemia en la manera de trabajar, de producir, de estudiar o de disfrutar del tiempo libro. Señala que será difícil quitar la libertad ganada a las personas que han empezado a teletrabajar; que las teleconferencias reducirán los viajes; que el producir a demanda se acabará y que habrá que tener más stock por precaución. También augura que se dedicarán más recursos a la investigación y que “hasta podemos llegar a un extremo en que si alguien tiene “síntomas” (tos seca, por ejemplo) se tendrá que quedar en casa, y eso hará que pasemos más tiempo en el hogar y la oferta online y comida a domicilio explote todavía más”.
Una identidad al norte y otra al sur
En un texto publicado en Politico, el investigador gallego se disloca entre su origen español y su experiencia de crecer en Suiza. “Me permite comprender las dos posturas de un encendido debate: un sur más débil que pide más solidaridad a sus vecinos más fuertes, y un norte austero, harto de pagar el pato por el dinero que otros derrochan”. Otero arma un diálogo consigo mismo como una disputa entre bandos opuestos bajo la esperanza de llegar al acuerdo.
Miguel: Creo que la reconstrucción debe empezar ya, mandando una señal clara a los mercados y a nuestros ciudadanos de que estamos juntos en esta lucha. Sacar coronabonos juntos cumpliría este propósito.
Michael: No estoy de acuerdo. Me da la impresión de que estás utilizando este momento de crisis para convencerme de hacer algo que te he dicho muchas veces que no pienso hacer, y que consiste en crear una unión de transferencia que canalice dinero de los países ricos a los más pobres en contra de la voluntad de mis ciudadanos. ¿Por qué no nos concentramos en los asuntos cruciales para ganar esta guerra y salir de ella fortalecidos? Me refiero a mejorar nuestros equipamientos médicos; coordinar nuestras políticas fiscales para aliviar el sufrimiento de trabajadores y empresas; prepararnos para la vida después de la cuarentena.
Miguel: Pero, Michael, ¡para eso se necesita dinero! Y si conseguimos financiarnos juntos saldrá más barato. Utilicemos la ventaja de que el euro es la segunda divisa internacional más importante. Pensemos de forma estratégica.
El plan para la desescalada
El también fundador y coordinador del European Think Tank Network on China (ETNC) defiende que el modelo de desescalada planteado por España ha sido adoptado por otros países en buena parte de sus criterios. “Nos llamaba la atención que en algunos países parecía que las fechas iban a determinar la desescalada. Nosotros, como grupo, nos resistimos a esa lógica. No se podía salir por fechas sino por capacidades, según se iba conviviendo con el virus, primero diagnosticándolo y luego teniendo las capacidades suficientes para lidiar con un aumento de contagios. Al final, el plan español no se basó en fechas, sino en asimetrías y en gradualidad. Ahora vemos que otros países, como Francia, ya tienen diferenciación geográfica; en Alemania lo mismo y en Nueva York se están siguiendo los mismos parámetros”, dice en declaraciones a Radio Nacional de España.
El plan que ahora aplica el Ejecutivo tenía cuatro pilares: que se basaría en capacidades sanitarias y hospitalarias; que se aplicaría con asimetría geográfica; que tendría flexibilidad y bidireccionalidad, de manera que pudiesen endurecerse las medidas de confinamiento de ser necesario aunque se iniciara la desescalada; y que se implementaría desde la cogobernanza y la corresponsabilidad de territorios y ciudadanos.
El batacazo económico
Con esta hoja de ruta en marcha, quedan sobre la mesa la losa del impacto económico y el temor a un nuevo rebrote, dos asuntos relacionados para Otero. De que se mantenga bajo control la pandemia depende que la recuperación económica sea en U y no en una W que tenga consecuencias más graves.
Y de ello depende también la salud financiera de un Gobierno que está disparando la deuda pública para sofocar la pandemia. “Todo dependerá cómo se pueda reducir esa deuda”, apunta el investigador. A su juicio, hay tres vías: el crecimiento económico, para lo que “más que recuperar la economía hay que transformar la economía para ser competitivos y tener mayor valor añadido en términos de producción”; la inflación; y el sistema fiscal.
“En el debate económico se está hablando muchísimo de los sistemas fiscales de los países, cómo hacer que los que menos han sufrido en la crisis contribuyan algo más a un estado de bienestar que, como se ha notado, en algunos elementos necesita reformas. No se trata de gastar más, sino de gastar mejor. En ese sentido, habrá que hacer reformas también en cuanto a las administraciones públicas”, asegura.