Así es la partícula ‘mortal’ de los incendios forestales que provoca enfermedades respiratorias y de corazón
La partícula, altamente tóxica e indetectable al ojo humano, penetra hasta los alveolos e ingresa en el torrente sanguíneo, con consecuencias muy negativas para la salud
Los incendios forestales han causado más de 3.250 muertes en España desde el año 2000 a 2014. Así lo afirma un estudio publicado en la revista científica The Lancet, que relaciona la partícula PM2.5 con fallecimientos provocados por enfermedades respiratorias y cardiovasculares agravadas por esta materia.
En la primera década de este siglo, analizada por el estudio, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico registró más de 170.000 incendios forestales, de los cuales el 42% sucedieron en Galicia. Estos fuegos desprendieron la partícula tóxica, que puede viajar miles de kilómetros, causando problemas de salud a miles de personas.
¿Cómo es la partícula?
El ‘apellido’ 2.5 de la partícula determina hasta dónde puede penetrar en los pulmones debido a su tamaño. Dominic Royé, uno de los geógrafos investigadores que recogió los datos en España para el estudio, explica que en este caso son tan pequeñas que pueden entrar hasta los alveolos, donde se hace el intercambio entre oxígeno y CO2 en sangre, que es lo que provoca procesos fisiológicos en el cuerpo como inflamaciones que desembocan en enfermedades. Afectan al sistema respiratorio y al cardiovascular.
El tamaño de estas partículas es igual o inferior a 2.5 micras, indetectable para el ojo humano. Cuando se acumulan en el organismo, ya sea por una inhalación masiva o por una exposición continuada, pueden producir efectos muy negativos en la salud. Su composición suele ser a base de hollín, metales y polvo, y aunque se encuentran en la naturaleza por otros focos de contaminación distintos a los incendios, los fuegos son una fuente muy importante de emisión.
Royé cuenta que los resultados del estudio muestran tan solo la punta de una pirámide, la consecuencia más drástica, ya que «si vas bajando hay más población afectada, solo que en muchos casos los efectos ni siquiera se registran«. El geólogo recomienda que cuando haya un fuego se siga un protocolo similar al del volcán de La Palma: «Habría que hacer un seguimiento de la contaminación que expulsa el incendio forestal, avisar a la población. Con el cambio climático se espera que estos eventos vayan a ser más frecuentes y más intensos, lo que hace aún mayor la necesidad de trazar un plan».
Los neumólogos llaman a la calma
Aunque los datos son alarmantes, los neumólogos piden tranquilidad ya que «no es común que esta causa cree una enfermedad nueva a alguien que está sano«, sino que los más afectados son «personas que ya tenían algún tipo de condición, o producidas por efectos directos del incendio como estar muy cerca del foco», según asegura la doctora Cristina Martínez, coordinadora del área de medioambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Las partículas que desprenden los incendios producen «un incremento de agudizaciones en enfermos respiratorios crónicos y cardiovasculares, por eso es vital evacuar a la gente de los focos de incendios», comenta. La doctora explica además que estas emisiones «afectan como una pirámide». «En la base, que es población sana, produce pequeños síntomas como irritación de nariz, ojos, tos… y según vamos subiendo la pirámide hacia grupos de ancianos y enfermos crónicos va produciéndose un pico de eventos cada vez más importantes, hasta la mortalidad», concluye.
Además de la partícula PM2.5, los fuegos forestales son peligrosos por más motivos. La doctora Martínez comenta que los incendios «producen monóxido de carbono, que puede producir muertes por asfixia e infartos, y óxidos nitrosos que producen edema de las vías aéreas», y concluye, coincidiendo con Royé, con la necesidad de prevenir e intentar reducir drásticamente el número de estos incendios.