Adiós a la saga Baltar en Ourense, el feudo del “cacique bueno” que desafió a Fraga y Feijóo
Manuel Baltar, hijo de José Luis Baltar Pumar, se despide de la Diputación de Ourense, que ambos gobernaron durante más de tres décadas manteniendo su influencia en el PP gallego por los votos que aportaban al partido
Manuel Baltar, presidente de la Diputación de Ourense, dice adiós al ente provincial con el que su padre primero y él después han escrito buena parte de la historia política de Galicia de los últimos 30 años. El barón ourensano anunció que renunciará a su acta como concejal en Esgos por lo que no podrá acceder a la presidencia de un organismo que durante décadas ha permanecido bajo el control familiar de una dinastía política que fue capaz de desafiar, y ganar, tanto a Manuel Fraga como a Alberto Núñez Feijóo. Hasta ahora.
El adiós de Manuel Baltar, o de Baltar hijo, a la Diputación se produce tras encadenar en los últimos tiempos numerosas polémicas, desde filtraciones de audios a la multa por conducir a 215 kilómetros por hora. No son pocas las voces que apuntan a que la actual Génova de Núñez Feijóo, harta de los titulares que generaba el barón, optó por acordar una salida pactada, quizás con destino a Europa…
La matemática y los escándalos
Es cierto que la longeva etapa de José Luis Baltar, Baltar padre, en la Diputación, también estuvo plagada de escándalos, relacionados en la mayoría de las ocasiones con enchufes. Autodenominado a modo de chanza «el cacique bueno«, ya jubilado fue condenado (sin efecto, por tanto) a nueve años de inhabilitación por el juzgado de lo penal número 1 de Ourense, que consideró probado que había contratado a más de 100 personas de forma arbitraria. Hace ahora quince años que El País publicaba que el edificio cultura de la Diputación de Ourense contaba con dos puertas de acceso y 11 porteros en plantilla…
La diferencia, en todo caso, entre una y otra época, radica en los votos que el feudo ourensano aporta al PP. Histórico granero de votos del partido, en las dos últimas elecciones municipales, Baltar Blanco no logró amarrar la mayoría absoluta en la Diputación. Eso, unido a que contaba con un sector del partido en Ourense en contra, habría precipitado su caída.
Sea como fuere, durante los 20 años de poder de Baltar Pumar y los 11 encadenados de su hijo en el ente provincial, la suya fue la única de las históricas baronías del PP que se atrevió a echar un pulso a su cúpula, escenificando la lucha de la boina y el birrete, los populares de corte galleguista frente a los cargos directivos llegados de Madrid, Feijóo entre ellos. Ahora, sus críticos argumentan que el ajuste de cuentas viene precisamente de allí.
Baltar Padre
José Luis Baltar llegó a la Diputación de Ourense con el beneplácito de Victorino Núñez, su predecesor en el cargo y uno de los rostros más representativos de las batallas de la derecha antes de la unificación en el Partido Popular de Manuel Fraga. A Núñez le hacía ilusión presidir el Parlamento de Galicia, selló un acuerdo con Fraga y se encaminó a la Cámara dejando en la silla a su compañero en Centristas de Galicia, el entonces alcalde de Nogueira de Ramuín.
Quienes vivieron aquella etapa hablan de un acuerdo tácito entre Baltar y Núñez para que este último regresara y se pusiera al frente de la institución provincial cuando terminara su periplo en el Parlamento. El movimiento se daba por supuesto, pero nunca sucedió. José Luis Baltar no dejaría la Diputación hasta dos décadas después, y no a Victorino Núñez, sino a su hijo.
La historia merece recordarse en el ocaso del barón ourensano, sobre todo por la capacidad que tenga para conservar sus círculos de influencia a pesar de no estar al frente de la Diputación. Pendientes están de designar los diputados provinciales, donde Baltar debería tener amplios poderes. Sin embargo, parecería extraño que una vez anunciada su renuncia, el partido le deje nombrar a una docena de afines para la corporación. Si eso fuera posible, tampoco cambiaría el hito. La historia de Ourense muestra que en política nadie guarda la silla a nadie.
Del desafío a Fraga…
Gran impulsor de las romerías mitin y virtuoso del trombón, Baltar Pumar siempre señaló que Manuel Fraga era el líder indiscutible del partido, pero que “para abajo, democracia”. No obstante, tuvo tiempo de echarle un pulso. Fue a finales de 2004, con un Don Manuel ya tocado por la crisis del Prestige (perdería la Xunta frente a Touriño y Quintana un año después). El baltarismo vio amenazado su poder con el desembarco de figuras del partido fuertemente ligadas a la dirección madrileña y a José Manuel Romay Beccaría (era el caso del propio Feijóo).
Optaron los Baltar por una operación relámpago. Cinco diputados del PP de Ourense, entre ellos Manuel Baltar, se encerraron en un piso en Santiago bajo la amenaza de dejar a Fraga sin mayoría absoluta en el Parlamento. Cuentan las crónicas que, mientras, Baltar Pumar negoció con la cúpula. La amenaza de escisión nunca se llevó adelante.
… al de Feijóo
Habrían de pasar seis años para el siguiente enfrentamiento entre los Baltar y el partido, ya liderado por Alberto Núñez Feijóo, que recuperó para el PP la Xunta de Galicia. En 2010 Baltar Pumar decidió iniciar un proceso sucesorio. La primera pata pasaba por dejar en manos de su hijo la presidencia del partido en Ourense. El de Os Peares vio una oportunidad para cercenar el poder de la saga y presentó un candidato alternativo, el entonces alcalde de Verín, Juan Manuel Jiménez Morán.
Fue tan tensa aquella campaña que el propio Mariano Rajoy llegó a llamar a capítulo a Baltar padre. Y es que discurrió entre acusaciones cruzadas, filtraciones interesadas y críticas de falta de transparencia. Génova y Santiago enviaron observadores para velar por el correcto desarrollo del cónclave.
Baltar hijo ganó por goleada al candidato de Feijóo. En su discurso de entronización se dirigió a su hija mayor. “Que nadie cercene tus opciones”, le dijo. “Nadie puede vetar la democracia. Tenemos derecho a todo”, expuso antes de fundirse en un abrazo con su padre delante de las cámaras y ante la mirada del presidente de la Xunta, sentado en primera fila.
Dos años después, Baltar Blanco completó su herencia. Alcanzó la presidencia de la Diputación de Ourense y logró reeditar las mayorías absolutas de su padre en 2015. La perdió en 2019, pero solucionó la papeleta con un pacto por el que entregó a Gonzalo Pérez Jácome la Alcaldía de a Cidade das Burgas a cambio de retener el ente provincial.
Apasionado del Real Madrid, de la saga de los Keneddy y de los Beatles (posee un calcetín del propio John Lennon), el tiempo de Manuel Baltar en la Diputación de Ourense toca a su fin. Habrá que ver si eso significa o no el fin de su carrera política.
Hace ahora casi 20 años, Baltar padre señaló, al ser preguntado por la renuncia de Inmaculada Rodríguez como vicepresidenta del Parlamento de Galicia, que “a enemigo que huye, puente de plata”. Queda en el aire la pregunta de si hoy, en Génova, recuerdan esta frase.