Sostiene Ferreira
Hay tres combinaciones peligrosas que, cuando confluyen, provocan consecuencias difíciles de calibrar: Ignorancia y Poder; Soberbia y Dinero; Tos y Diarrea
Al modo y manera que el título de aquel, en su momento, afamado libro del escritor italiano Antonio Tabucchi, Sostiene Pereira, ponemos dicho rótulo a esta inserción para glosar una más que interesante aportación, publicada en este mismo diario electrónico y de la que es autor el prestigioso empresario y colaborador también de esta nuestra casa común, Antonio Ferreira Dapía, titulada Empresario psicópata.
Sostiene Dapía, estimamos que con muy buen criterio, que existe, en la tribu empresarial, una figura propia con rasgos psicopáticos más habitual de lo que consideramos y de lo que quisiéramos. Atribuye así a dicho perfil comportamientos egoístas y propios del maltratador, derivados de una, en ocasiones, risible egolatría y buceables en una infancia desgraciada y dolorosa. Con evidente cautela, sostiene Dapía que este tipo de actuaciones suelen emponzoñar también las relaciones familiares, convirtiendo al alterado y alterable sociópata no solo en un enemigo para sí mismo, sino también para sus cercanos e incluso para sus allegados.
Psicopatía empresarial
La psicopatía, en el consciente colectivo, ocupa un lugar un tanto sorprendente. Psicópatas y sociópatas (la diferencia estriba en si el comportamiento es innato o si resulta adquirido) pasan por ser personas inteligentes, desgajadas de la realidad por tener un complejo mundo muy particular, sostenido en una degeneración de su mente excesivamente obsesionada con transformar el mundo a través de la violencia, en ocasiones extrema, lo que los lleva a convertir en un desolador sufrimiento la vida de los demás. Pues bien, nada más alejado de la realidad; tiranía de las imágenes fílmicas y las novelas sensacionalistas. Ambas formas de actuación, basadas en comportamientos carentes de interés por los sentimientos ajenos, resultan realizadas por personas, preferentemente individuos masculinos (solo una de cada tres son mujeres), con una inteligencia muy limitada y con una incapacidad para mostrar emociones de vínculo, además de carecer de un redentor sentido de culpabilidad. Según los estudios realizados por uno de los mayores expertos mundiales en psicopatía, Brian Boutwell, no solo no son más inteligentes, sino que incluso suelen disponer de una capacidad intelectual inferior a la media de la población.
Burremia
Pero quizás no haya que recurrir a la psicología profunda para caracterizar a quienes se consideran muy por encima de los demás y estiman que el fin, su propio fin, justifica cualquier tipo de medio, en particular, sus propios insanos medios.
El deseo de notoriedad y la capacidad de influencia, habituales ambos en este tipo de personalidades alteradas y enfermas, pueden llevarnos a considerar que su inteligencia resulte muy superior a la de las personas aterradas por su comportamiento; como si fuesen protagonistas de una película donde el personaje principal, frío, calculador, previsor de las actuaciones de sus persecutores, consiguiese siempre burlar a la justicia con su extraordinaria capacidad intelectual.
«La ignorancia frecuentemente proporciona más confianza o seguridad que el conocimiento»
Justin Kruger y David Dunning
Pero existe otra distorsión de la personalidad, estudiada esta por la psicología cognitiva, que quizás se adscriba mejor a lo que sostiene Ferreira; es el denominado Efecto Kruger–Dunning, enunciado en el año 1999 por dos psicólogos, Justin Kruger y David Dunning. Sostienen ambos, gracias a una serie de experimentos muy sesudos, que aquellas personas con escasos conocimientos tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas, debido a que su propia incompetencia les dificulta reconocer sus errores y les impide valorar los méritos ajenos. De manera más rotunda, la gente ignorante, máxime si está en puestos destacados o puede ejercer una relación de poder sobre otras, tiende a sobrestimar sus conocimientos, competencia y experiencia, frente a aquellos que, teniendo altas dosis de lo anterior, se inclinan a aminorar sus propios valores, así como a subestimar su verdadero nivel de competencia. En palabras de los propios autores, “la ignorancia frecuentemente proporciona más confianza o seguridad que el conocimiento”. Burremia, simple y pura burremia, nada de rebuscadas distorsiones en supuestas mentes maravillosas, aunque, en realidad, enfermas.
Hay tres combinaciones peligrosas que, cuando confluyen, provocan consecuencias difíciles de calibrar: Ignorancia y Poder; Soberbia y Dinero; Tos y Diarrea.
El subtítulo de la mencionada obra de Tabucchi era “una declaración”. Y por ello, coincidimos en la declaración de que “Empresario Psicópata” resulte un oxímoron, dado que “básicamente, un empresario es una buena persona, que intenta hacer la vida mejor para él y para su familia, sus colaboradores y para la sociedad en la que vive. Si esto no es así, no se trata de un empresario, se trata de un especulador o un mercader hedonista, que en grado máximo puede convertirse en un empresario psicópata”. Sostiene Ferreira.