Soluciones II: Un plan
"La naturaleza es nuestra mayor aliada e inspiración, por lo que solo tenemos que hacer lo que nos enseña"
Empleando adecuadamente nuestra capacidad y principios evolutivos, expuestos en el artículo anterior, lo siguiente sería un plan para la misión de restablecer nuestro equilibrio con el planeta. Pero, dada su enorme dimensión, no hay propuestas solventes y resulta difícil elaborarlas, ya no digamos llevarlas a cabo.
Entre los exiguos horizontes planteados en los que basarnos con alguna viabilidad contrastada, vuelvo a aludir al más prestigioso naturalista y divulgador quien, recopilando y demostrando toda su grandeza a los 93 años, ha dejado su testimonio existencial en otro documental más que recomendable: David Attenborough: Una vida en nuestro planeta (Alastair Fothergill, Jonathan Hughes, Keith Scholey; 2020); completado por el propio autor con el libro Una vida en nuestro planeta: Mi testimonio y una visión para el futuro (Crítica; 2021).
“El mundo natural se desvanece, la evidencia está en todas partes, ha sucedido en mi tiempo, lo he visto con mis propios ojos, esta película es mi testimonio y mi visión de futuro, de cómo hemos llegado a cometer nuestro más grande error, y cómo, si actuamos ahora, aún podemos remediarlo”.
«Para empezar a solucionar la situación a la que estamos abocando al planeta, lo primero a lo que nos remite Attenborough es a recuperar la biodiversidad, a resilvestrar el mundo”
A través de este documental se aportan soluciones o alternativas ante la situación planetaria que hemos creado. Además de la información que sintetiza a este respecto, como que en el año 1937 la población mundial era de 2.300 millones de personas, las emisiones de CO2 de 280 p.p.m. y había un 66% de tierras vírgenes; mientras que en 2020 somos 7.800 millones (más del triple), tenemos 415 p.p.m. (1,5 veces más) y solo un 35% (prácticamente la mitad) de tierras son vírgenes.
Para empezar a solucionar la situación a la que estamos abocando al planeta, lo primero a lo que nos remite Attenborough es a recuperar la biodiversidad, a “resilvestrar el mundo”. Ya que entre nosotros, mascotas y los que criamos para alimentarnos, hemos llegado a suponer el 96% del peso total de los animales terrestres (no marinos) a nivel mundial; es decir, sin contar insectos, el resto (los de vida salvaje) ya solo supone un 4%.
Además de la superpoblación humana, ello es debido sobre todo a las explotaciones ganaderas (vacuno, porcino, avícola, etcétera); las cuales, aparte del sacrificio y unas vicisitudes nada deseables, emiten metano (mucho más contaminante que el CO2), requieren plantaciones (soja por selva tropical), éstas regadíos (aguas subterráneas, trasvases y demás) y, encima, no es recomendable su consumo elevado desde el punto de vista de la salud, ya que su ingesta inadecuada está directamente relacionada, por ejemplo, con cánceres o problemas cardíacos.
A este respecto y sobre la recolección silvestre más grande del planeta, la pesca, se pone de ejemplo positivo el caso de las islas de la República de Palaos, al suroeste de Micronesia, donde las capturas habían disminuido mucho, por lo que acotaron zonas determinadas, las cuales no solo se recuperaron sino que ahora abastecen a las zonas donde se puede pescar.
En este mismo sentido, la ONU está intentando hacer la mayor reserva natural en el océano y, según los estudios, con un tercio de las aguas costeras acotadas podríamos seguir pescando sin agotar este recurso ni afectar a la biodiversidad.
La segunda medida que propone Attenborough se refiere a la estabilización del número de personas. Como se sabe, la población óptima es la ecológicamente sostenible, es decir, el número ideal de habitantes que un territorio puede mantener con los recursos que produce; si no tenemos superpoblación o subpoblación. Determinar esto es difícil, pero el Optimum Population Trust, un organismo privado del Reino Unido, ya lo ha calculado para cerca de 150 países.
«Si extendemos la sanidad y la formación, además del beneficio propio también dejaríamos de afectar al planeta con nuestro excesivo peso poblacional»
Por supuesto, no se trata de una medida eugenésica, anticonceptiva, de políticas que restrinjan los nacimientos o, menos aún, otras como el genocidio, la implementación de virus u otras enfermedades, guerras, esterilización, exclusión por la fuerza, infanticidio… Aunque, por desgracia, si las conocemos es por algo. Normalmente, el control de población se hace sobre la natalidad y la mortalidad. Ahora vivimos más tiempo y estamos reduciendo el número de nacimientos.
Más bien estamos hablando de lógica. Para ello, el caso al que se alude en el documental es muy elocuente. Se refiere a Japón, tras su recuperación de la II Guerra Mundial y desarrollo industrial a mediados del siglo pasado (con tres o más hijos de media por familia), al alcanzar un mejor nivel de vida, su población se ha estabilizado (con dos hijos de media). Un claro ejemplo de que la prosperidad no depende, como se pensaba, del número de habitantes de un país o de hijos de una familia.
De hecho, Attenborough manifiesta que aquí está la clave de nuestro plan para responder al mayor problema al que nos enfrentamos desde hace miles de años: en mejorar nuestra calidad de vida; lo que se consigue a través de la educación y la salud, como en Japón. Es decir, que si extendemos la sanidad y la formación, algo que todavía cuesta entender a muchos humanos, además del beneficio propio también dejaríamos de afectar al planeta con nuestro excesivo peso poblacional, como hasta ahora.
Otro ámbito importante de actuación abordado en esta propuesta documentada es el relativo al energético. Para lo que empieza indicando que las plantas del planeta capturan al día veinte veces la energía que necesitamos, habiendo fuentes como el sol, el viento, el agua o la geotérmica que son infinitas y no contaminan.
Como ejemplo, se señala el caso de Marruecos, que a principios del siglo pasado dependía del petróleo y del gas, mientras que ahora el 40% de su consumo energético ya procede de plantas solares, pudiendo incluso llegar a su exportación en el año 2050. Aunque en veinte años las energías renovables serán las principales en el mundo, según el documental, debemos convertirlas en la única fuente (cero combustibles fósiles).
«Comer sano mejora nuestra salud, física y mental, pero también beneficia al planeta, porque evita los procesos industriales con los que elaboramos cantidad de productos que consumimos»
Pero la medida que me parece más inmediata y posible, ya que prácticamente cualquiera la pueda llevar a cabo, es tan aparentemente sencilla como que comamos sano. Además, es una recomendación con otro gran beneficio, el propio. Comer sano mejora nuestra salud, física y mental, pero también beneficia al planeta, porque evita los procesos industriales con los que elaboramos cantidad de productos que consumimos, así como las sobreexplotaciones agrícolas, ganaderas y pesqueras ya referidas.
Sobre una alimentación sana se podría escribir un montón de cosas, desde productos a hábitos, efectos, etcétera. De hecho ha habido un boom de publicaciones e incluso de programas mediáticos a este respecto. Por tanto, solo voy a mencionar algo en lo que se está de acuerdo: procurar comer productos naturales.
También añadiría reducir drásticamente la ingesta de azúcar y el consumo de carnes rojas, pero ya se ha visto cómo nos las gastamos cuando hay algo que no nos gusta. Me refiero a las declaraciones a este respecto del ministro de Consumo, Alberto Garzón, y a las reacciones en contra que hubo. Algo que también nos da una idea de lo difícil que va a ser solucionar lo que se nos viene encima si no avanzamos en cuestión de mentalidades.
Como se pone de manifiesto en la comparación del documental referido, si para alimentar a un depredador del Serengueti (como un león) se ha calculado que son necesarias unas cien presas, entonces no habría espacio suficiente para albergar y dar de comer a todas las reses (cerca del billón) que necesitaríamos como carnívoros. Si la carne ha sido uno de nuestros sustentos, ya no es (tan) necesaria gracias a las opciones alimentarias de que disponemos. Así y además, podríamos dejar de infligir sufrimiento a tantos otros seres y cuidar del planeta.
El ejemplo que se cita a este respecto es el de los Países Bajos, que se ha convertido en el segundo productor y exportador del mundo de productos hortícolas, en base a las nuevas formas de cultivo (ha multiplicado por 10.000 la ratio entre producción y espacio disponible, con bancales en vertical y abriendo la posibilidad de cultivar en ciudades) y demás innovaciones en la manera sostenible y saludable de procurarnos la alimentación que necesitamos (ni en exceso ni por defecto, tal y como demuestran múltiples estudios de que el hambre también es evitable).
Otro país que se pone de ejemplo práctico, en este caso para contrarrestar la destrucción humana de bosques y de toda la biodiversidad que albergan, es Costa Rica, donde se ha pasado de esquilmar el medio ambiente (de tres cuartos de selva que había a uno) a repoblarlo (en 25 años la selva ha vuelto a suponer la mitad de su territorio); convirtiéndose ahora su exuberante vegetación y fauna salvaje en un reclamo y fuente de ingresos gracias al turismo.
Una repoblación que, extrapolada al conjunto del mundo, además de favorecer la biodiversidad (resilvestrando el planeta), podría absorber dos tercios del CO2 emitido por nuestras actividades.
En definitiva, Attenborough resume todo en un principio básico y prioritario: que la naturaleza es nuestra mayor aliada e inspiración, por lo que solo tenemos que hacer lo que nos enseña (ver a este respecto mi artículo en esta misma sección Master Naturaleza). Siendo el secreto de la vida, según él y después de su dedicación a la observación y al estudio naturales, que una especie solo puede prosperar cuando lo hace todo el ecosistema a su alrededor.
“Si cuidamos de la naturaleza, ella cuidará de nosotros”. Es hora de establecer un equilibrio con la misma, afirma. Pasar de vivir aparte de la naturaleza a hacerlo en sintonía. De vivir contra ella a hacerlo a favor. Con o sin nosotros, el mundo se va a reconstruir. Para continuar necesitaremos algo más que inteligencia, necesitaremos sabiduría, concluye el gran naturalista (lo que he abordado en el artículo precedente).