SER Pepe Domingo
Quizás la esencia del buen periodista y del mejor periodismo reside en no obviar los momentos desagradables y mantenerse en la noticia, con exigencia y, sobre todo, con precisión
No hay regreso más celebrado que aquel que protagoniza quien nunca se fue. Padrón, tierra fecunda como pocas, acoge de nuevo a uno de sus hijos predilectos, Pepe Domingo Castaño. El cariño se recrea en los pequeños detalles; no don José ni José, Pepe, a secas. Si algo más, como mucho, Pepe Fiestas. La leyenda de la radio, al menos una de ellas, cuando menos la más vital y, por qué no, la más cordial, entusiasta y dicharachera, vuelve a casa para presentar una vida encuadernada en tapa blanda. No cabe tanto en un solo tomo.
SER radio
Por qué será que algunas de las grandes voces de la radio, al menos en España, no son periodistas “de carrera” sino de oficio. Luis del Olmo, además de berciano, accedió por oposición a RNE; Federico Jimenez Losantos, turolense recontra confeso, iba para filólogo… y lo consiguió; José María García, madrileño trasmutado en asturiano, también supo ejercer como filólogo aficionado; el malagueño Carlos Herrera, médico nunca ejerciente, cambió bisturí por micrófono. Y Pepe, nuestro Pepe, además de padronés, más bien de Lestrove, que no es lo mismo, calzó botas como futbolista amateur, como no, de portero, reinó como cantante de éxito y no efímero cual triunfito y casi, casi, va y se nos mete a fraile.
Pepe Domingo ilustra cómo la palabra le sirvió para orientar esa rabia que, ya desde niño, le hizo salir siempre adelante
Con, esperemos, el premonitorio título de “Hasta que se me acaben las palabras”, declaración airada sobre lo decisivo de su herramienta de trabajo, Pepe Domingo, en primera persona, ilustra cómo esta, la palabra, en sus sucesivas ocupaciones, le sirvió para orientar esa rabia que, ya desde niño, le hizo salir siempre adelante. El portero es quien más habla en el campo, como cura mucho tendría que haber hablado después de tanta escucha y de cantante, la verdad, eso precisaría ya poca explicación. Y la palabra es también ahora lo que usa para hacer su propio “testimonio de cargo”, un repaso sereno y aquilatado de lo fue y de lo que le fueron, de lo que dejó, de lo que le dejaron.
Ejerciendo de filósofo deambulante en el parque del Paseo do Espolón de su Padrón de alma, esa nave central gótica vegetal que lleva al altar donde mora por siempre la imagen de nuestra matria Rosalía, nos previene desde las orillas del Sar, con el permiso de Albert Schweitzer, de que “el secreto de la felicidad es tener buena salud y mala memoria”. Frente al recuerdo de uno de sus momentos profesionales más duros, su brusca y multitudinariamente acompañada salida de la Cadena SER después de 37 años de dedicación absoluta, sin obviar lo desagradado, dictamina, también sin rencor, que “todo eso pasó y una vida sin momentos desagradables no es una vida”.
SER periodista
Quizás sea ahí donde reside la esencia del buen periodista y del mejor periodismo, en no obviar los momentos desagradables y mantenerse en la noticia, con exigencia y, sobre todo, con precisión. Las tres cosas más importantes en un periódico son: precisión, precisión y precisión. Esta afirmación forma parte de los diálogos de una película con título nada cercano al periodismo pero que trata, y con mucha profundidad, sobre qué es y qué representa ser periodista: “Enséñame a querer” (en inglés, más acorde con el guion, “Teacher’s Pet”, aunque tampoco haciendo mucha justicia al contenido).
El periodismo es, en la actualidad, un oficio claramente en situación de cuestionamiento
Película del año 1958, (sí, sí, en blanco y negro, sí… no todo van a ser coloristas superhéroes volatineros) poseedora de varios premios y nominaciones, es la historia de una relación sentimental, excusa nada habitual para hablar de periodismo. James Gannon (Clark Gable) y Erika Stone (Doris Day) son los dos personajes principales, el primero redactor jefe en un periódico de gran tirada, el New York Evening Chronicle, la segunda, profesora de periodismo en la universidad, representan dos posturas distintas en el modo de ejercer el predestinado oficio de trabajar sobre las noticias. Uno considera que la práctica es lo vital y la otra que la teoría es lo necesario para ser un buen periodista. Haremos un pertinente spoiler: la trifulca, además de la amorosa, quedará en tablas puesto que se sentenciará que “los estudios sirven para contar la experiencia”.
Ser periodista, simplemente
El periodismo es, en la actualidad, un oficio claramente en situación de cuestionamiento. La frenética necesidad de la información más inmediata, así como el acceso ansioso a los medios lo convierten más en un ejercicio de recreación literaria que en una constatación de los hechos para su posterior análisis e interpretación. En la película citada, la cámara se fija, momentáneamente, en la mesa del legendario propietario de un periódico local ya fallecidos, el dueño y el diario, pero muy admirados ambos, donde se encuentra enmarcada una frase que nos remite a la inevitable esencia del periodismo: “Hay cosas más dolorosas que la verdad, pero no me acuerdo de ellas”. Ante tal inapelable fundamento del buen reportero, no en vano interpretó, recitando, Pepe Domingo una canción de Manolo De la Calva y de Ramón Arcusa con un predestinado título que rezaba “Tan grande (y Tan cierto)”.