Mal en conducta para los tres

Las mociones de censura en Murcia, Castilla y León y Madrid no han respondido a dinámicas locales o regionales que las hicieran predecibles, sino a movimientos de ajedrez centralizados en la sede socialista de Ferraz

Iván Redondo y Pedro Sánchez / Moncloa

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¿Tendría lógica política, ahora mismo, una moción de censura en el Parlamento gallego? No, carecería de lógica política y de la otra también. El Partido Popular se mece en una cómoda mayoría absoluta, a resguardo de operaciones de este tipo. Aun así, puestos a jugar al desgaste, a la oposición (BNG+PSOE) se le podría ocurrir tamaño disparate. No lo hacen por prudencia política, por sentido de la realidad y también para evitar dispararse un tiro en el pie.

Cierto que la correlación de partidos y mayorías no es la misma en otros parlamentos autonómicos, en los que para gobernar se necesitan coaliciones entre fuerzas distintas, pero la verdad es que cuesta mucho entender a qué ha venido esta inesperada ventolera de mociones. Si hiciéramos caso de los simplones razonamientos tuiteros de Isabel Ayuso, solo habrían servido para sacar a Pablo Iglesias de La Moncloa. Otra tontada más.

El PP no se cortó un pelo para volver a las viejas malas artes activando los canales clásicos del transfuguismo

Las mociones de censura (reales o amagadas) en Murcia, Castilla y León y Madrid no han respondido a dinámicas locales o regionales que las hicieran predecibles, sino a movimientos de ajedrez centralizados en la sede socialista de Ferraz. Movimientos que, visto lo visto y fuera cual fuera su intención última, han sido un fracaso y que no han dejado muy alto el pabellón ni del PSOE, ni del PP ni de Ciudadanos.

Comportamientos políticos de vuelo bajo que dejan a la ciudadanía, encogida por el balance diario de muertos-covid, con un palmo de narices, mucha incomprensión y más distanciamiento político del ya existente. Terreno abonado para el desencanto y los discursos extremistas.

Reunión entre Pablo Casado e Inés Arrimadas, los líderes de PP y Ciudadanos, para avanzar en su alianza electoral en el País Vasco

El PSOE (la mano que mece la cuna) fracasó en sus inexplicadas mociones llevadas a término en Murcia y las Cortes castellanoleonesas. A Ciudadanos, débil y anémico, le hicieron un descosido en su maleable clase dirigente. Y el PP no se cortó un pelo para volver a las viejas malas artes activando, con favores de uno u otro tipo, los canales clásicos del transfuguismo. Esta vez, a plena luz del día y sacando pecho.

Mal en conducta para todos. Un lamentable espectáculo y un baldón para la política nacional que no viene a cuento nunca, pero menos en plena crisis sanitaria y económica.

Así no me extraña que el ciudadano medio pase de telediarios y prefiera sumarse a los tres millones de españoles más preocupados por los problemas de Rociíto Carrasco.

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