Galicia olímpica
Lo nuestro es el curre, la sudada con el lomo doblado partiéndonos el espinazo, esos deportes que, además, puedan 'facerse de man'
Vaya, al descuido, nos han apeado del sagrado monte del olimpismo patrio. A pesar de sus cinco lustrosas y brillantes medallas, nuestro empedernido palista cangués, el esforzado David Cal, ya no es el único máximo medallista olímpico español; ha sido desbancado por otro fornido galeote, también remero, Saúl Cravioto, convirtiéndose como consecuencia en uno de los dos abanderados de la delegación española en los últimos juegos de Tokio.
Deportes olímpicos gallegos
Pues estamos apañados, que es lo que le diría un feixe de herba a otro. Pudiera parecer que lo nuestro es el mar y, en lo tocante a los deportes, cierto es que los de agua nos deparan grandes satisfacciones. Incluso patroneamos a regias figuras en la vela y nos aventuramos en asemejarnos a California con autóctonas tablas de surf. Somos Galifornia, a pesar de las lluvias perpetuas. Pero, en realidad, es en tierra donde más destacamos y con medios aborígenes. Nada de golf o paddle, ocupaciones deportivas de señoritos ociosos y jóvenes sportman. Lo nuestro es el curre, la sudada con el lomo doblado partiéndonos el espinazo, esos deportes que, además, puedan facerse de man, que resulten útiles y productivos, vaya. Iluminemos con lo nuestro la sombría trayectoria olímpica y hagamos propias las palabras del alcalde más eléctrico del mundo y, como un único Breogán de Castrelos, coreemos al unísono: “Música y luz”
Próxima Olimpiada.
Para la siguiente olimpiada, parece ser que van a entrar en el elenco algunas novedosas contiendas para convertirse en encumbramientos deportivos. Concretamente, en 2024, después de haberse introducido el surf y el skateboarding, se sustituirá el kárate por el break dance. ¡Donde va a parar! Liarse a mamporros (¡Uy, que final tan poco deportivo!) con el dorso de la mano poniendo unos nipones ojos rasgados, con emisión gutural acompasada, pero que poco estilo demuestra frente a revolverse en el suelo a ritmo callejero. Para el 2028 y aprovechando esta querencia por lo asfaltado, le proponemos al COI que lo acompañe en el medallero con la entrega de una muestra de pintura en muro. Para completar.
Y estos deslices se producen, una vez más, porque estamos “lejos de todo”. El COI debería preguntarnos a nosotros, a los gallegos (y gallegas), para que pudiéramos promocionar nuestros propios deportes, más de tierra que de agua, que para lo húmedo nos bastamos nosotros soliños (y soliñas). Nada de liarse a arrastrar o cortar troncos, inútilmente. Nuestros políticos patrios ya los practican de antaño y hacen gala de su dominio en sus exhibiciones diarias:
– Mallo. Denominado también pértiga, consiste en un utensilio formado por dos palos, uno largo o mangueta y otro más corto o pértiga. Tendrá su propia representación al modo de la Kata, ese kárate de exhibición donde, en realidad, nadie se zurra con nadie, solo se hacen aspavientos aderezados con unos cortos alaridos de intimidación. Pura exhibición. Muy practicado en el PPdG, responde al nativo vaiche boa. Solo amagar.
«Una vez más, las naturales tradiciones de un pueblo con un pasado milenario volverían a contribuir al acervo cultural y deportivo del resto del mundo»
– Lanzamiento de ligoña. Herramienta de labranza ancestral, la ligoña, sacho o azada es el palo de golf patrio. Muy útil, por cierto, como herramienta congresual, en particular en los del PSdG. Se suele preceder de ostentosos y sonoros abrazos precongresuales y acompañar con vítores a la necesaria unidad del partido. Nada de lanzamiento de martillo, que los carga el diablo por erráticos y de poco acierto; la ligoña, al tener su propio palo, permite afinar mejor el tiro. Y pegar de lejos. “Matoume a mazá”.
– Pelea con fouce: O fouciño, en castelán, hoz. Esta vez, sin martillo. Muy conveniente para el cuerpo a cuerpo, donde el combate se libra contra alguien de tu misma tendencia política, muy usado por el BNG para poner en su sitio a los que quieren usurpar las esencias de la izquierda verdadera y centenaria. Practicado durante todo el año, ahora su ejecución resulta muy socorrida por obra de nuestra “ambición rubia” local porque “cando chove e quenta o sol, anda o demo por Ferrol”.
Una vez más, las naturales tradiciones de un pueblo con un pasado milenario volverían a contribuir al acervo cultural y deportivo del resto del mundo. Y sin olvidar el ingenio que nos caracteriza, para eventos olímpicos posteriores hay que insistir con otro deporte inventado por un gallego, un finisterrán Alexandre Campos apodado, como no, “Finisterre”: el futbolín.
En estos tiempos y abierta ya la veda del inglés navideño de honda lexicografía viguesa, no queda más que desear Just, Happy Christmas de John Lennon. Morra o conto.