Flores antes que Amazon
La estimación del valor económico mundial del servicio que supone la polinización a través de las flores es de unos 200 mil millones de euros al año
Generalmente nuestra especie suele recurrir a las conocidas como “obras faraónicas” para significar y demostrar sus logros y grandezas. Desde la antigüedad hasta la actualidad esto sigue siendo así, como reflejan las pinturas y petroglifos rupestres, megalitos, pirámides, coliseos, catedrales, rascacielos y demás expresiones simbólicas de nuestro dominio y bagaje sociocultural. A escala individual esos logros suelen venir representados por el poder, la fama y la riqueza, desde imperios como el de Genghis Khan a emporios como el de Amancio Ortega; siendo la economía el campo general de unión de esta terna mundial de nuestros valores más cotizados, aunque una y otra vez el devenir de los hechos y de la vida hayan demostrado que no son ni la fórmula de la felicidad ni de una existencia plena. Sin embargo, ahí siguen los gustos y preferencias por todo tipo de símbolos sobre nuestros logros y listas como la Forbes sobre las grandes fortunas.
Amazon es el primer negocio global a escala mundial; un megamercado como nunca se había conseguido, ni cuando los mercaderes de Venecia, ni en la Ruta de la Seda ni con los bazares chinos esparcidos por todas partes
Tomando todas estas referencias en conjunto y diacrónicamente, es decir, a lo largo de nuestra Historia, puede que nada ni nadie exprese mejor el culmen de este tipo de éxitos humanos que solemos encumbrar como en el caso de Amazon y Jeff Bezos. Basado en comprar cualquier cosa en un clic, se puede decir que es el primer negocio global, a escala mundial; un megamercado como nunca se había visto ni conseguido, ni cuando los mercaderes de Venecia, ni en la Ruta de la Seda ni con los bazares chinos esparcidos por todas partes. Solamente hace falta recordar algunas cifras de negocio, fortuna de su impulsor y demás números estratosféricos que supone este fenómeno, como los casi 400 mil millones (cerca del medio billón) de dólares de ingresos netos en 2020, año en que Bezos se convirtió en la primera persona en la historia en tener más de 200 mil millones de dólares, según Forbes, llegando a ganar alrededor de 152.207 dólares por minuto (124.000 euros) y 2.537 dólares por segundo (2.000 euros), según cálculos de Business Insider. Por lo que estaremos de acuerdo que supone un exponente máximo de lo que la actividad humana, concretamente la de ámbito económico, ha conseguido. Solo Bill Gates y Microsoft se aproximan, pero basándose en la informática y no en todo lo que se pueda vender y comprar, como en el primer caso.
En cambio, como en otros órdenes y ámbitos de nuestra existencia y en el entorno en que se viene desarrollando la misma, lo que puede implicar el fenómeno Amazon puede resultar minúsculo comparado con lo que viene haciendo desde hace tiempo inmemorial Master Naturaleza en ámbitos y tareas parecidas, como es en este caso articular la relación entre productores y consumidores.
Resulta que el mundo vegetal que conocemos, más concretamente el relativo a la corteza terrestre, procede, como en el caso del reino animal, de los océanos. Las algas que empezaron a colonizar la superficie de nuestro planeta, y que dieron lugar a las primeras plantas, se reproducían eminentemente por esporas, las cuales tenían que dispersarse por el aire, lo que suponía producir un gran número de ellas para intentar así conseguir un medio adecuado para desarrollarse y originar una nueva planta, por lo que la inmensa mayoría de esa producción se desperdiciaba. Ese gran gasto, esfuerzo y sacrificio había que corregirlo y mejorar el sistema, siendo esa la explicación científica de por qué hay flores, ya que su razón de ser y cometido ha sido precisamente la de atraer a los insectos, pájaros y demás operarios para que sean los que transporten con mucha mayor eficacia esas esporas y demás elementos necesarios para la reproducción de las plantas. Con lo cual, casi se podría decir que este ha sido el mayor y más ingente servicio de mensajería que jamás haya existido o hayamos conocido; y está operativo, según los últimos cálculos realizados en la Universidad de Zürich (Suiza), desde hace unos 250 millones de años.
Para tener una idea al respecto, solo hace falta pensar y darse cuenta que del mismo dependen no solo las propias plantas, sino sus frutos, los animales que viven y se sustentan de las mismas, los humanos que dependemos de todo ello y demás aspectos del ciclo conocido de la vida (como el oxígeno que emiten y el dióxido de carbono que absorben). Por lo que difícilmente habría monumento ni lista que pudiesen representar el beneficio que ello supone; sin olvidar su dimensión global, muchísimo antes de que este ámbito de actuación apareciese siquiera en nuestro pensamiento.
La estimación del valor económico mundial del servicio que supone la polinización a través de las flores es de unos 200 mil millones de euros al año, que si los multiplicamos por los millones de años que llevan operando, nos podemos marear con las cifras que supone esta creación natural en nuestro código mercantilista. Incluso sin estimaciones sino con datos reales, solo la floricultura mueve en el mundo más de 10 mil millones de euros al año; a lo que habría que sumar otras muchas aportaciones de este tipo, desde la madera a los perfumes, pasando por la farmacopea, etc.; todos dependientes de este prodigio natural.
Elija entre el servicio de mensajería de Amazon y el de las flores: ¿en qué acciones estaría dispuesto a invertir preferentemente?
Como anécdota comparativa y para evidenciar cómo valoramos nuestras realizaciones y las naturales, mencionaré las subastas millonarias de arte, como podría ser la del cuadro Los Girasoles, de Vincent van Gogh; el cual nos parece de un valor multimillonario y un exponente de algo exclusivo, único, artístico, etc. Si eso es así en nuestra cultura actual, qué podemos decir de la que precisamente ha creado a los propios girasoles que ha pintado ese genio; así como todo lo demás y que solemos representar y copiar en nuestro llamado arte. ¿Qué valor, artístico, estético, económico, ornamental, visual, natural, paisajístico, vital, terapéutico, etc., tienen las flores? En cambio, mientras estamos dispuestos a emplear sumas astronómicas para adquirir un cuadro como el referido, apenas hacemos nada ante las numerosas extinciones de especies, tanto de animales y plantas, que nosotros mismos estamos provocando. Una prueba más de lo hipervaloradas que tenemos nuestras propias creaciones y la minusvaloración -incluso desprecio- que solemos hacer de lo natural. Algo que, en el caso aquí referido, se podría comprobar fácilmente con una encuesta en la que se elija entre el servicio de mensajería de Amazon y el de las flores, ¿en qué acciones estaríamos dispuestos a invertir preferentemente?