Feijóo para rato
"Esa media Galicia conservadora y las élites empresariales, financieras y mediáticas pueden respirar tranquilas. No se les va el líder"
Tal vez algún día me tenga que comer artículo+titular con patatas, pero tengo la impresión de que hay Feijóo en Galicia para una temporada larga. Y no sólo porque le queden todavía tres años largos de mandato ordinario, sino porque, salvo cataclismo, seguiremos viendo a Pablo Casado al frente del PP español y como candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas generales. Sé que es una ensoñación de la izquierda gallega el quitárselo de delante cuanto antes, pero a día de hoy ese escenario se antoja lejano.
Cíclicamente, los respectivos gallineros políticos –el de salón y el mediático– se alborotan con la expectativa “inmediata” de que el actual presidente de la Xunta emigre a la Meseta. Por ejemplo, cuando el PP apanda con un revés electoral (Cataluña), cuando le baja la resiliencia por vía judicial (Bárcenas) o cuando se está buscando oficina nueva por Madrid adelante para una supuesta nueva etapa. Acaba de suceder y se repetirá.
Pero una cosa es que al Partido Popular le vengan mal dadas (una mala racha, Pablo) y otra muy distinta es que a mitad de temporada cambie de entrenador. Dudo mucho que, salvo que el interesado tire la toalla (y no parece estar el muchacho en esa onda), las marejadas internas de los populares dejen el barco a la deriva y obliguen a tirar de banquillo.
Cíclicamente, los gallineros políticos se alborotan con la expectativa de que el presidente de la Xunta emigre a la Meseta
Por lo pronto, el PP parece decidido a avanzar en serio en la línea de la moderación. Visto lo visto y oído lo oído en los últimos meses –una sobredosis de irresponsables sandeces y tacticismo de 2ª B (con perdón)–, a Casado le va a costar un mundo hacerse creíble. Él, que estaba convencido de que iba a aprovechar la gestión “social-comunista” de la pandemia para tumbar al Gobierno por la vía rápida…
Feijóo, un tipo templado, es el presidente ideal para las mayorías conservadoras. Tiene el perfil personal y político que tranquiliza a las élites económicas y que le da confianza a las bases sociales moderadas. Con sus pecadillos, sí, pero con aire de rapaz serio en el que confiar. Es así, por más que desespere a izquierdas y nacionalistas gallegos. Ahí están sus incontestables mayorías absolutas para corroborarlo. No hay más cera que la que arde.
Además, fuera de Galicia goza de una magnífica imagen, guste o no a la oposición gallega. Bien se ha cuidado él de trabajarse esa imagen y de presentar un perfil diferenciado que lo convierten en “el deseado” cada vez que suenan los tambores de guerra en la bancada popular.
Este mismo jueves, Feijóo ya se borró de la quiniela. Previsible. Era lo que correspondía. Entramos ahora en temporada larga sin convocatorias electorales y, al menos en ese aspecto, Casado podrá coger un poco de aire, aunque le tenga que pedir papas al mismísimo ‘Cocón’ Sánchez –tan malvado, anticonstitucional y socio de comunistas y terroristas– para “ensanchar el territorio de la moderación”, según las contritas palabras del líder popular.
Esa media Galicia conservadora y las élites empresariales, financieras y mediáticas pueden respirar tranquilas. No se les va el líder. Ya se verá cómo anda la cosa para cuando toquen elecciones autonómicas. De momento, Bloque y PSOE gallego (allá donde se encuentre), a remar, que Feijóo sigue por delante con varias cabezas de distancia. Es lo que hay.
Yo llamaría a Feijóo para respaldar la idea central de este artículo, pero no lo voy a hacer, que no se me pone al teléfono y Movistar me cobra el establecimiento de llamada.