Feijóo en Madrid sin argumentario
Para oponerse a la Ley de Memoria Democrática, el nuevo líder importado por la derecha española en sus caladeros gallegos también echa mano del disparate y asegura, tan serio y solemne como dice él las cosas, que los de Bildu son los coautores del texto
Sorprende la celeridad con la que Alberto Núñez Feijóo ha pasado de sus templadas y «moderadas» apreciaciones políticas desde la relajada presidencia de la Xunta a los disparates y exabruptos de corte casadiano en los recalentados foros de la política estatal. Parece como si el «establishment» del PP de Génova, la nomenclatura oculta, le estuviera rebajando el flequillo y marcándole el camino. Bienvenido, Alberto, pero aquí algunas cosas de fondo van así…
La línea argumental que siguieron los conservadores en el reciente debate sobre el estado de la nación es un buen ejemplo. Con el propio Feijóo de cuerpo presente por primera vez, la portavoz del Partido Popular volvió a instrumentalizar, de modo lamentablemente sectario, a las víctimas del terrorismo para afrontar un debate sobre… economía. Una manifestación de pobreza argumental y un mal debú parlamentario de la nueva etapa post-Casado.
Feijóo se ha apuntado sin complejos a esa abusiva apropiación de las víctimas de ETA, como si solo hubieran muerto militantes del PP y pasando por alto, entre otras cosas, que el más de medio millar de asesinados que eran miembros de las fuerzas armadas o de cuerpos policiales pertenecían, obviamente, a todos nosotros, a todos los españoles, que por eso los mataron.
Decepciona que la derecha española siga siendo incapaz de soltar amarras con la memoria del franquismo
Para oponerse a la Ley de Memoria Democrática, el nuevo líder importado por la derecha española en sus caladeros gallegos también echa mano del disparate y asegura, tan serio y solemne como dice él las cosas, que los de Bildu son los coautores del texto. Con esta falsedad de grueso calibre por delante, Feijóo ya anuncia que derogará la ley si llega a alojarse en La Moncloa.
Feijóo no es diputado y, por tanto, no tuvo la oportunidad de incorporarse al debate parlamentario sobre esta ley. Debate por llamar de alguna manera a lo que más pareció un casting de arrebatados/as que suministraría mucho material al delicioso Libro de Idiotas que elabora el padre del inspector Caldas en «A praia dos afogados», la exitosa novela del recientemente fallecido Domingo Villar.
Decepciona que la derecha española siga siendo incapaz de soltar amarras con la memoria del franquismo. A estas alturas resulta increíble su oposición a que el Estado lidere la recuperación de los cuerpos de más de cien mil desaparecidos. Que se oponga a suprimir las fundaciones vinculadas al franquismo o a que se declare ilegal el propio régimen militar establecido tras la guerra civil. Que se oponga a anular las condenas de los consejos de guerra. Que se oponga al reconocimiento de todas las víctimas (todas, de ambos lados). Que se oponga a la reformulación del Valle de los Caídos y a la anulación de títulos nobiliarios de la dictadura, etcétera.
Lástima que, de una vez por todas, los españoles de hoy no vayan a poder reunirse en el homenaje a todas las víctimas (todas, de ambos lados) cada 31 de octubre, que se instaura como Día del Recuerdo.
Es posible que muchos no se hayan leído la nueva ley, como le pasó a determinados dirigentes socialistas, siempre prestos a la crítica interna, desleal y desinformada, a la actual dirigencia del PSOE. Es posible, igualmente, que, como dijo Errejón en el Congreso, el PP busque en Bildu (que la apoya, como otras fuerzas políticas) el pretexto oportuno para no exponer las verdaderas razones por las que se oponen con vehemencia a la Ley de Memoria Democrática.
Habría sido interesante que Feijóo explicase a fondo su postura. Ha preferido seguir la corriente de las aguas profundas del Partido Popular y liquidar el asunto con una ocurrencia de argumentario, con una falsedad manifiesta, con el eslogan de siempre. Como en el debate del estado de la nación.