Está en manos de Feijóo que el PP no acabe como la UCD

Aún quedan episodios nacionales de la guerra de trincheras donde se han metido Teodoro y Casado absurdamente en una espiral de destrucción como no se había vivido desde la desaparición de UCD

Casado y Feijóo

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado (i) y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, durante un paseo por el Monte de San Pedro, en A Coruña / Europa Press (M. Dylan)

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Es difícil discernir cuál es la verdad verdadera de lo que está aconteciendo en el Partido Popular. Que todo empezó por un impresionante resultado electoral en la Comunidad de Madrid que cuestiono el liderazgo de Pablo Casado, pues puede ser. Que se fue enquistando con un secretario general ávido de poseer el poder total y absoluto, a la vez que le hacia ver a su presidente la sombra cada vez más alargada de Ayuso y de su jefe de gabinete, pues entra dentro de lo posible.

Que el ir comprobando cómo la presidenta de la Comunidad de Madrid conectaba e empatizaba con un electorado que claramente la prefería a ella como alternativa al gobierno bipartito social comunista, lo cual ayudó a ir creando un clima prebélico interno, pues también. Que los poderes fácticos de este país empezaban a mover ficha porque Casado no les ofrecía ninguna garantía de confianza al ver cómo su liderazgo era frágil y no se consolidaba, sino todo lo contrario, pues como que fue la decisión definitiva de su ocaso.

Y como penúltimo capítulo el detonante fueron unas elecciones autonómicas en Castilla y León en las cuales se acariciaba en un primer momento la mayoría absoluta y se acabó pidiendo la hora para no perderlas, lo cual derivará en un gobierno con Vox, sí o sí.

Una repetición electoral sería un suicidio político para Mañueco y su PP, con lo cual no les queda otra. Pero hay más personajes en esta historia y sus nombres no han salido aún a escena y aún tardarán en saberse. No es el momento todavía. Pero sí lo es de Feijóo. No le queda otra y no le queda otra tampoco al Partido Popular.

Tiene dos vías. La primera es ponerse al frente de una gestora (esta es la menos probable). La segunda forzar un Congreso extraordinario y postularse para pacificar y unir lo que queda del Partido Popular. Esa seria su misión política orgánica única y exclusivamente, lo cual le permitirá seguir como presidente de la comunidad gallega.

Feijóo no sería el candidato frente a Sánchez en unas elecciones generales. Ese destino tiene nombre de mujer y puede que no sea Isabel precisamente

Él no sería el candidato frente a Sánchez en unas elecciones generales. Ese destino tiene nombre de mujer y puede que no sea Isabel precisamente. La política es muy enrevesada y compleja y no siempre son los políticos quienes toman las decisiones finales. Aunque cueste creerlo ellos también son utilizados como peones de una partida de ajedrez. Aunque eso sucede en muy pocas y contadas ocasiones, solo cuando es imprescindible, como si de una operación quirúrgica se tratara. En fin.

Aún nos quedan por delante nuevos y desagradables episodios donde la imagen de algunos y algunas quedarán hechos añicos. Aún quedan por dimitir de sus cargos fontaneros del tipo Torrente, que solo han sido en esta historia pinches de peones, sin más. Y aún quedan episodios nacionales de la guerra de trincheras donde se han metido Teodoro y Casado absurdamente en una espiral de destrucción como no se había vivido desde la desaparición de UCD.

Cuanto más se enroquen y tarden en dimitir por voluntad propia, más basura saldrá. De esa que ningún quitamanchas es capaz de blanquear. Les están echando un pulso a quienes mueven los hilos y esos nunca pierden. Ellos verán si quieren acabar como Millan-Astray, que cada herida nueva era más grande que la anterior. Él era un aguerrido legionario. Estos son unos… Bueno, mejor me callo.

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