El país que soñaba con el tren
Las carencias que arrastramos desde hace décadas frenan la competitividad de nuestras empresas y limitan, de manera vergonzosa, la vertebración interna
Galicia tiene demasiadas infraestructuras ferroviarias pendientes. Es verdad que este año casi se va a completar la conexión de alta velocidad con la Meseta. Una magnífica noticia, largamente esperada. Pero no lo es menos que las carencias que arrastramos desde hace décadas frenan la competitividad de nuestras empresas y limitan, de manera vergonzosa, la vertebración interna y la movilidad dentro de la propia comunidad.
La conexión del puerto exterior de A Coruña (un ramal de menos de siete kilómetros) con la red convencional no será realidad antes de seis años. Es un proyecto “maduro”, según la Autoridad Portuaria de A Coruña, pero no acaba de arrancar, lo que condiciona, obviamente, la consolidación y eficiencia de tan costosa infraestructura portuaria.
De igual manera, las buenas palabras han vuelto a adornar el viejo anhelo de enlazar Vigo y Porto por vía férrea de forma moderna y competitiva con el coche. Existen acuerdos de alto nivel político, bien aireados en los medios, para que por los 150 kilómetros que separan ambas ciudades circulen trenes “equiparables” a los de alta velocidad.
Y el BNG volvió a activar estos días su vieja batalla por unir Ferrol y A Coruña con una línea ferroviaria moderna, que preste servicios del siglo XXI a dos áreas metropolitanas conexas en las que residen 600.000 personas. La línea actual, casi intacta desde antes de que existiese el Deportivo de La Coruña, no sirve.
La conexión Vigo-Porto, el ramal al puerto exterior coruñés o la infame “conexión” entre A Coruña y Ferrol son solo tres ejemplos de nuestro atraso ferroviario
Basta asomarse al desolado apeadero existente en pleno campus de Elviña para hacerse una idea del potencial que ofrecería una línea eficiente de cercanías pero, como dice el catedrático de la Universidad de A Coruña Miguel Rodríguez Bugarín, autoridad nacional en esta materia, “lo que hay es una corredoira y aunque tengas un porche no consigues unos tiempos competitivos”.
La conexión Vigo-Porto, el ramal al puerto exterior coruñés o la infame “conexión” entre A Coruña y Ferrol a través de Betanzos son solo tres ejemplos de nuestro atraso ferroviario. Podríamos ampliar el muestrario: o tren que me leva pola beira do Miño está que se cae, ir en tren de Ourense a Lugo es propio de masoquistas…
No es que los gallegos no nos merezcamos tal abandono. Es que el progreso económico, las nuevas formas de vida y asentamiento de la población y el cacareado desarrollo sostenible reclaman a voces una atención específica e integral a las comunicaciones ferroviarias de Galicia.
Llegar a un gran pacto ferroviario entre las principales fuerzas políticas y las principales instituciones gallegas no debería ser una quimera
Eso sí que es una tarea de país, que debe y puede estar por encima de planteamientos ideológicos y de estrategias partidarias cortoplacistas. Llegar a un gran pacto ferroviario entre las principales fuerzas políticas y las principales instituciones gallegas no debería ser una quimera. Al contrario, sería una de esas muestras de buena política de las que estamos tan necesitados.
Pongámosles deberes a las diputadas y diputados gallegos de todos los partidos (PSOE incluido) que calientan escaño en el Parlamento y en el Congreso. Sería una buena y eficiente manera de celebrar, más allá de discursos y medallas, los 40 años del Estatuto de Autonomía.