El fin del fin de la historia
Si Rusia gana la guerra de Ucrania, China anexionará Taiwán y la conflagración la tendremos bien servida. Basta comprobar en un repaso rápido por la historia que las guerras exteriores de envergadura mundial en las que se vio involucrado EE UU han sido siempre bajo gobiernos demócratas
En 1988 la revista norteamericana The National Interest publica el artículo de un, hasta ese momento, desconocido Francis Fukuyama que conquistó celebridad especialmente notoria, catapultando a su autor al Olimpo de los augures ilustrados. El título “¿El fin de la historia?” lo proponía a él como el anhelado sucesor de uno de los grandes de la filosofía, el mismísimo Hegel (encima, en inglés, que es bastante más accesible que el alemán). Fue el inicio de la exaltación de una soberbia neoliberal de lo que ya se aparecía como un rotundo y definitivo triunfo sobre la bestia roja, el comunismo.
El resurgir del igualitarismo
Con una trayectoria profesional más que notable, entre lo que se cuenta su paso por la administración de “Bush Iº de los Estates” o su trabajo en Rand Corporation, la tesis de Fukuyama resultaba tan sugerente como aleccionadora: el fin de la historia, en concreto de la evolución ideológica de la humanidad (y no de la Historia como sucesión de hechos) lo supone la democracia liberal. ¡Ay, ay, ay, pero que malas que te son las prisas!
La revista que alumbra el posteriormente famosísimo artículo se financiaba a través de la Fundación Olin, amparada por empresas que comercian con armas y que sufragan con millones de dólares el viraje a la derecha en la enseñanza de las ciencias sociales. Al consejo de la revista este triunfalismo les debió parecer algo que el resto de la Humanidad no debiera perderse. Munición neoliberal.
Hoy, las democracias, en especial las occidentales, se tambalean, se las insta a que cambien de rumbo aunque no se sabe muy bien hacia dónde y parece que los proyectiles para su asedio, nunca mejor dicho, son más de fuego amigo que de acoso externo. El liberalismo se ha ido radicalizando, deshumanizando y el comunismo, por el contrario, modernizando y volviéndose amable y majo; oye, porqué no. A finales del siglo XIX hubo autores que reprocharon a Marx que hubiese desvelado en sus obras los misterios del capitalismo, enlenteciendo así el derrumbe del modelo.
Tocarte la china
Está claro que el ciego más invidente es aquel que no quiere ver. El triunfo liberal que se basó en un desmoronamiento, el del muro de Berlín sin ir más lejos, tenía los pies de barro. Curiosamente, antes de su defenestración, en concreto un mes, Fukuyama lo había anunciado, parece ser.
Si echamos un vistazo al globo terráqueo podemos observar que los países que se podrían pintar en rojo, es decir, con regímenes comunistas o filocomunistas, aquellos que siéndolo o habiéndolo sido, mantienen un formato de economía socialista intervenida y con veleidades igualitaristas, representan más de la mitad de la población mundial. Ejemplos palmarios son Rusia, China, Mongolia, Cuba, Corea del Norte, Laos, Vietnam, Nepal, Venezuela, Bielorrusia, Nicaragua, Perú, media África subsahariana, incluso India… Esto parece aquella anécdota de Mark Twain quien, habiendo aparecido una noticia sobre su fallecimiento en el New York Times, envió un telegrama desmintiéndolo que rezaba así: “la noticia de mi muerte fue una exageración”.
Haciendo también de apoltronado augur, bien alimentado y caliente a una más que prudente distancia de Ucrania, nosotros, los europeos, burócratas más preocupados de los grados del aire acondicionado que del asedio por parte de las hordas de un supuesto fenecido y anticuado comunismo, pareciera que no nos damos cuenta de que nuestro modelo de convivencia necesita un recauchutado. Al hilo de ello, podríamos re titular este artículo como “El fin del fin de la histeria”
Largo el plazo me ponéis, don Juan
Se atribuye al Don Juan Tenorio de José de Zorrilla esa frase tan recurrida de “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”; pues bien, como ocurre con el comunismo, o el socialismo exacerbado, ni tan siquiera la frase está bien atribuida, puesto que es del comediógrafo francés Pierre Corneille y aparece en su obra “El Mentiroso”. Si Rusia gana la guerra de Ucrania, China anexionará Taiwán y la conflagración la tendremos bien servida. Basta comprobar en un repaso rápido por la historia que las guerras exteriores de envergadura mundial en las que se vio involucrado Estados Unidos han sido siempre bajo gobiernos demócratas; las llevadas a cabo por los republicanos suelen ser localizadas y mal concluidas (la del Golfo, Irak, Afganistán). Como siempre, es saber poco de historia o desconocerla intencionadamente.
Sigamos creyéndonos invulnerables gracias a nuestra sacrosante idea de una libertad que más parece un “yomimeconmigo” ombliguero, apoyando prácticas infames como la tolerancia con los últimos aberrantes beneficios empresariales en un contexto de gran necesidad (¡pero si nos riñe hasta la ONU!) y a las puertas de una colección otoño-invierno que más se va a parecer, por la ausencia con lo que taparse y dar calor, de primavera–verano. Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo. ¿Dónde he leído yo eso…?