El Corredor Atlántico y la posición de Francia
Los países involucrados en el Corredor Atlántico tienen la responsabilidad de trabajar para cumplir con los plazos y objetivos establecidos por la UE en la medida de lo posible
La Unión Europea establece plazos y objetivos en el marco de la implementación de proyectos de infraestructura de transporte, como es el Corredor Atlántico, y lo hace a través de su política de la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T) y del Mecanismo «Conectar Europa» (CEF). Y, aunque es importante tener en cuenta que los plazos pueden variar y que esta labor a menudo implica un proceso complejo que puede enfrentar desafíos técnicos, ambientales, financieros y administrativos, los países involucrados en el Corredor Atlántico tienen la responsabilidad de trabajar para cumplir con los plazos y objetivos establecidos por la UE en la medida de lo posible.
Esto implica -para todos- planificar, diseñar, construir y poner en operación las infraestructuras de transporte dentro de los plazos establecidos en los proyectos financiados por la UE a través del Mecanismo CEF u otros programas de financiamiento de la UE.
Cierto es que cada región europea enfrentará desafíos y retrasos imprevistos debido a factores como problemas técnicos, adquisición de tierras, permisos ambientales, cambios en la legislación y otros factores administrativos y financieros. En tales casos, los países involucrados deberán trabajar en estrecha colaboración con la Comisión Europea y otros actores relevantes para abordar los desafíos y encontrar las soluciones adecuadas.
La cooperación y coordinación entre los países involucrados, así como con la Comisión Europea y otros actores relevantes, son fundamentales para asegurar que los plazos y objetivos establecidos por la UE se cumplan en la medida de lo posible en la implementación del Corredor Atlántico.
En consonancia con esta premisa, desde la Confederación de Empresarios de Galicia, hemos subrayado, en numerosas ocasiones, que debemos trabajar en coordinación y cooperación entre entidades públicas y privadas, con otras comunidades autónomas, con el Gobierno del Estado, entre países y con la Comisión Europea. Es la única fórmula para asegurar que los objetivos y plazos establecidos por la UE se cumplan de manera integral.
La implementación exitosa del Corredor Atlántico implica una visión a largo plazo y una planificación estratégica que considere no solo los intereses nacionales, sino también los intereses y necesidades de los demás países y regiones involucrados. Es fundamental que lo tengamos presente. Francia también debería tenerlo presente.
La importancia de que los países trabajen de manera colaborativa y armonicen sus acciones asegurarán una implementación efectiva de esta infraestructura global de enlace
En este cometido, ciñéndonos a la planificación y desarrollo del Corredor Atlántico, la importancia de que los países trabajen de manera colaborativa y armonicen sus acciones asegurarán una implementación efectiva de esta infraestructura global de enlace, que promoverá la conectividad y la interoperabilidad, a su vez, entre las diferentes infraestructuras de transporte en las diferentes regiones, incluida la nuestra: Galicia. Esta tarea puede implicar la necesidad de realizar inversiones conjuntas, resolver problemas técnicos y administrativos de manera conjunta, y coordinar la planificación y ejecución de proyectos en toda la región del Corredor Atlántico.
La Comisión Europea juega un papel clave en la coordinación y supervisión de la implementación de la RTE-T y del Mecanismo CEF, asegurando que los países cumplan con los objetivos y plazos establecidos. Es por ello que desde la CEG apelamos a la propia Comisión para la agilización, supervisión y estricto cumplimiento de dichos tiempos. Desde la entidad europea también puede proporcionar orientación y apoyo técnico y financiero para la implementación de proyectos, así como mediar en caso de conflictos o desafíos que puedan surgir entre los países involucrados.
Tenemos, por tanto, la responsabilidad de trabajar de manera colaborativa, considerando los intereses de los demás países y regiones involucrados, para asegurar que los objetivos y plazos establecidos por la UE se cumplan en la implementación de este proyecto de infraestructura de transporte transnacional.
En América del Norte, el Corredor Atlántico abarca la costa este de Estados Unidos y Canadá, desde la región de Nueva Inglaterra hasta la Florida, incluyendo ciudades como Boston, Nueva York, Filadelfia y Miami, entre otras. Este corredor es una vía de transporte clave para el comercio entre América del Norte y Europa, así como para el transporte de mercancías dentro de Estados Unidos y Canadá.
En Europa, el Corredor Atlántico se refiere a una red de infraestructuras de transporte que conecta el norte de Europa con el suroeste de Europa, a lo largo de la costa atlántica. Este corredor incluye puertos marítimos, aeropuertos, carreteras, ferrocarriles y otros medios de transporte que permiten el flujo de mercancías y personas entre países como Portugal, España, Francia, Bélgica, Países Bajos, Irlanda y Alemania, entre otros.
El Corredor Atlántico es considerado estratégico para el comercio internacional y la competitividad económica de las regiones que abarca. Mejorar y desarrollar la infraestructura y servicios de transporte en este corredor puede tener un impacto significativo en la eficiencia del comercio y la conectividad entre los países y regiones involucrados. Esto puede incluir la expansión y modernización de puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles, así como la implementación de tecnologías avanzadas de transporte y logística. Además, la planificación y gestión coordinada del Corredor Atlántico también puede abordar cuestiones ambientales, sociales y de sostenibilidad, con el objetivo de promover un desarrollo equitativo y sostenible en las áreas involucradas.
España es un país importante en este recorrido con numerosos puertos marítimos a lo largo de su costa atlántica. Además, cuenta con una red ferroviaria y vial que se conecta con otros países del corredor. Francia también juega un papel clave con puertos marítimos importantes como Le Havre, Nantes-Saint-Nazaire, La Rochelle y Burdeos. Bélgica participa con el puerto marítimo de Zeebrugge, que es un importante punto de entrada y salida de mercancías. Países Bajos también está involucrado, con puertos marítimos importantes como Rotterdam y Ámsterdam. Todos estos países se conectan también a través de la red vial y la ferroviaria con otros territorios.
Mejorar y desarrollar la infraestructura y servicios de transporte del corredor puede tener un impacto significativo en la eficiencia del comercio y la conectividad entre los países y regiones involucrados
La política de la Unión Europea es tratar a todas las regiones por igual en lo que respecta al desarrollo de corredores de transporte, incluyendo el Corredor Atlántico. Su objetivo es promover una política de cohesión territorial, lo que implica asegurar una distribución equitativa de los beneficios del desarrollo y la conectividad en todas las regiones de Europa, ya sean regiones centrales o periféricas. El principio de igualdad de trato se aplica a todas las regiones involucradas en el Corredor Atlántico, independientemente de su ubicación geográfica.
Todos los agentes participantes y afectados de este proyecto global, tanto como ciudadanos, como empresarios, las instituciones y los gobiernos queremos garantizar que todas las regiones a lo largo del corredor, desde Portugal y España y otros países involucrados, como lo es Francia, sean tratadas de manera justa y tengan igualdad de oportunidades para acceder a los beneficios del desarrollo de infraestructuras de transporte en la región.
Los países involucrados en el Corredor Atlántico deben asegurarse de cumplir con los requisitos y regulaciones establecidos por la UE en relación con la implementación de proyectos de infraestructura de transporte, incluyendo las directivas y regulaciones de la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T) y del Mecanismo «Conectar Europa» (CEF) que financian el proyecto y los tiempos que impliquen estas tareas. Insistimos en la prioridad de la agilización de dichos plazos. Los países deben cooperar y coordinar sus esfuerzos en la planificación, desarrollo y operación de las infraestructuras de transporte a lo largo del corredor. Esto implica trabajar en conjunto en la identificación de proyectos prioritarios, la armonización de regulaciones y estándares, y la cooperación en la gestión y operación de las infraestructuras.
Los países involucrados en el Corredor Atlántico tienen la responsabilidad de asegurar la financiación adecuada para la implementación de los proyectos de infraestructura en sus respectivos territorios. Esto puede incluir la búsqueda de financiamiento de la UE a través del Mecanismo CEF, así como la movilización de recursos financieros de otras fuentes, como inversionistas privados, cofinanciamiento de otros países y fondos nacionales.
Del éxito en la implementación -a tiempo- del Corredor Atlántico como una ruta de transporte eficiente y sostenible en Europa, dependemos todos y nos beneficiaremos todos, por tanto, es compromiso y deber de todos.