Debilidades de país
¿Tiene Galicia una posición de país para optar a los fondos europeos o se nos a quedar cara de parvos?
El Gobierno está tomando decisiones transcendentales para la recuperación económica. Importa, por supuesto, determinar cómo se van a distribuir las ayudas no sólo para paliar efectos, sino también para reactivar sectores, pero también es fundamental concretar quién va acceder a ellas o, por ser más precisos, quiénes saldrán muy beneficiados y quiénes corren riesgo de quedarse fuera.
Estamos esperando a conocer con más precisión cómo se van a repartir los fondos europeos para ejercer brillantemente el derecho al pataleo
A juzgar por la escasa presencia en el debate público de un asunto de tal calibre y de tal impacto para el futuro inmediato de la economía gallega, se diría que en Galicia estamos esperando a conocer con más precisión cómo se van a repartir los dineros europeos de la reconstrucción post-covid (el programa Next Generation EU, que en inglés suena mejor) para poder ejercer brillantemente el derecho al post-pataleo (entonces serán aldraxes, en gallego, que suenan más dolorosos).
España va a ser el segundo país de la Unión Europea más beneficiado por el programa. Los presupuestos estatales de este año ya incluyen 27.000 millones. El Gobierno está poniendo en marcha los primeros mecanismos de subvenciones y préstamos y los criterios a aplicar para cumplir las “recomendaciones” europeas. Porque a España se le reclaman, a cambio, reformas estructurales de calado que afectarán al mercado laboral, a la legislación empresarial y a la sostenibilidad de las pensiones, entre otras cosas. Nada es gratis y también conviene recordar que la mitad de los fondos disponibles para nuestro país (los famosos 140.000 millones de euros) son en realidad préstamos.
¿Tiene Galicia una posición de país para optar a estos fondos o se nos a quedar cara de parvos viendo como pasa de largo el nuevo míster Marshall europeo? Cabe inquietarse, al menos por lo que deja entrever la agenda pública de nuestra clase política, empresarial y sindical.
Abruma el terrible impacto de la tercera ola de la covid. Es cierto. Pero ahora que van a llegar ayudas para paliar sus efectos en la economía convendría que las necesidades específicas de Galicia se defendiesen sobre la base de un sólido acuerdo de los agentes sociales y las fuerzas políticas. ¿O es que los maximalismos y los tacticismos cortoplacistas lo impiden? Es desolador comprobar el estéril trajín dialéctico y mediático que envuelve cualquier simple encuentro entre la Xunta y los partidos de la oposición, por ejemplo.
¿Va a llegar el dinero a todo ese extenso tejido de microempresas gallegas y autónomos o va ir sólo a apoyar grandes proyectos de grandes empresas?
Con los fondos europeos hay que paliar los daños (por ahí van los primeros 11.000 millones de estos días), pero Bruselas también pretende (re)activar reformas e inversiones vinculadas a los nuevos paradigmas de sostenibilidad y digitalización. ¿Va a llegar el dinero a todo ese extenso tejido de microempresas gallegas y autónomos directa o indirectamente afectados por la crisis-covid? ¿O es que los recursos van a ir sólo a apoyar grandes proyectos de grandes empresas? Esto es, ayudas y préstamos a los grandes bajo el envoltorio de la reactivación next-generation y alguna calderilla para las auxiliares, las auxiliares de las auxiliares, la tienda de barrio, la pequeña consultora, la firma hortofrutícola familiar, la distribuidora sin hostelería a la que distribuir… Toda la microeconomía, no sólo bares y vinotecas. Los afectados que no se ven, pero están. Tejido económico de gran alcance social, pero sin altavoces para hacerse oír en los despachos del poder.
Llega dinero y, por tanto, los codazos, la tentación del partidismo, la influencia de los lobistas, el ventajismo de los grandes, los peligros de la pugna territorial… Alguien debería defender a los invisibles. Y ese papel le corresponde a la administración gallega: Xunta y Parlamento. Se llama sentido de país.