Cultura de crucigrama
Extraño y difícilmente argumentable resulta el 4,91 sobre 10 que le atribuye el barómetro monclovita del CIS a Yolanda Díaz, frente al 4,34 de Sánchez y Feijóo, cuando la fenesa se encuentra todavía aposentada “na metade da escaleira”, sin una definición ideológica clara. Más avisos
Pulula por ahí la extendida afirmación sobre el deterioro educativo y su repercusión en la avería del ascensor social. Discrepamos abiertamente. Entonces, ¿para qué están los concursos culturales de la televisión? Ante tal afluencia de estos formatos, pasando unas pocas horas delante del aparato, pues te puedes culturizar, incluso pasar por ser considerado como un intelectual de altura. Desde el ya casi eterno “Saber y Ganar” hasta el últimamente polémico “Pasapalabra”, la cultura de crucigrama ofrecida por la tele es una fuente de adquisición de sabiduría nada desdeñable
Cifras y Letras
Cifras y Letras fue la denominación española de un tipo de concurso televisivo importado de Francia basado en el archiconocido sistema de preguntar y responder, manteniéndose en antena nada menos que durante 21 años. Primero en la televisión nacional, bueno pues estatal, para no molestar a nadie, y después en autonómicas e incluso en locales, cuando las había. Como indica su denominación, el juego tenía dos apartados, cifras y letras, siendo la contienda entre dos concursantes.
Cifras
Esta parte consistía en un tiempo de 45 segundos, durante el cual era necesario realizar operaciones matemáticas elementales con seis números. Se declaraba ganador a quien aportase la cuantía exacta o, en su defecto, a quien se aproximase más.
Pues bien, hemos aprendido y mucho de aquel programa. Por ejemplo, que hay que bajar el IVA de los alimentos, iniciativa de Podemos, pues nada mejor que el 14,4%. ¿La razón? Pues que es la cantidad que más se aproxima al 15% desde la perspectiva de Vistalegre, el IVº, eso sí, que para eso es un ordinal, seguramente heteropatriarcal, como todos los números. Vamos, como en aquel concurso de “El precio justo” que predicaba la cantidad que más se acercase a… ¡su precio justo!
Con la denominada “ley del sí es sí”, según parece, lo importante no son el número de rebajados, sino el porcentaje con respecto a los encarcelados por el tipo de delitos con penas aminoradas
También esta cultura de crucigrama (yunque de platero, tas), en cuanto a las numeraciones se vio reflejada últimamente en el número de rebajas de penas por el efecto de la denominada “ley del sí es sí”, que bien podría denominarse “ley de la redundancia”, por lo obvio del sobrenombre y lo cansino de su defensa. Según parece, lo importante no son el número de rebajados, sino el porcentaje con respecto a los encarcelados por el tipo de delitos con penas aminoradas. Por lo tanto, no importa el número en sí sino la referencia al tamaño. Otra influencia machista y heteropatriarcal, sin duda. Sería cómico todo esto si no fuese por la gravedad de la situación y de sus resultados, los más serios, aun por verse.
Letras
Volviendo al concurso, la parte de las letras se basaba en la petición de vocal y consonante, alternativamente por los concursantes, hasta formar antes de 30 segundos la palabra más larga sin usar ninguna letra más de una vez. Obviamente, ganaría el concursante que consiguiese construir la palabra más larga. Pues en eso estamos.
Gracias al apoyo pedagógico del mentado programa, hemos podido inventar novedosas denominaciones y pergeñar argumentaciones que permiten comparar un sueldo obscenamente alto por parte del presidente de la CEOE con la cortedad de una falda, la labor médica con la propia de la enfermería, realizar la medida de los túneles ferroviarios con metros de menos de cien centímetros o nominar a levantarse muy temprano con el neologismo de autoexplotación neocapitalista. Y el “no va más”, a la corrupción balompédica tildarla de “servicios educativos”.
¡Bendita denostada televisión que tanto nos educa y que tan poco valoramos! Pero parece que la exactitud, tanto en el lenguaje como en las cuantías, no preocupase a nadie. Si los combinamos y aplicamos a la ciencia demoscópica, ¿cómo es posible que el CIS de Tezanos atribuya la bajada de intención de voto en Podemos a la repercusión negativa de la “ley del sí es sí” si no se preguntaba por ello? Vaya, más parece que con este dato el PSOE esté intentado meterle miedo al partido morado y le estuviese avisando… de algo. Más extraño y difícilmente argumentable resulta el 4,91 sobre 10 que le atribuye el barómetro monclovita a Yolanda Díaz, frente al 4,34 de Sánchez y Feijóo, cuando la fenesa se encuentra todavía aposentada “na metade da escaleira”, sin una definición ideológica clara. Más avisos.
Con este panorama y hasta el 28 de mayo, lo mejor va a ser hacerse seguidor del concurso de La 1, la televisión nacional, estatal, gubernamental o como queramos llamarla, denominado “El cazador”. En él, cuatro concursantes, jugando como equipo, tratan de evitar ser atrapados por un cazador que cuenta con la ventaja inicial de una cantidad, pongamos que similar a los fondos Next Generation. Si el equipo consigue escapar del cazador, se reparten el premio a partes iguales, pero, en caso contrario, no se llevan nada. ¡Pero cuánto se puede aprender de los concursos de la tele!