Cuando casi todo supera a la realidad
Por desgracia, esta conocida expresión también se refiere, sobre todo, a las barbaridades que somos capaces de hacer y que son difíciles de comprender, o de que se produzcan de modo normal o natural
Resulta conocida la expresión “cuando la realidad supera a la ficción”. Unas veces es para significar los avances de tipo tecnológico o científico, como que podamos crear un mini agujero negro o regenerar una especie extinguida por medio del ADN, recuperado de algún fósil o de un resto que lo haya conservado. Pero esta expresión también se refiere, sobre todo, a las barbaridades que somos capaces de hacer y que son difíciles de comprender, o de que se produzcan de modo normal o natural. Como, por ejemplo, desde que un policía londinense confiese haber violado y agredido sexualmente a una decena de mujeres durante un período de diecisiete años, pasando por las hipótesis del caso de la desaparecida Emanuela Orlandi, que van desde una extorsión de un mafioso por el dinero que la banca vaticana le debía, a un escándalo de pederastia dentro del Vaticano, a cargo de alguien muy cercano al entonces papa Juan Pablo II; hasta lo que no deja de ser una realidad incomprensible, como que gastemos al año siete mil veces más en armamento que en erradicar el hambre en el mundo.
Pero, además, somos capaces de superar la realidad no solo con la ficción, sino con más cosas. Empezando por las buenas, se puede decir que el misterio va más allá de lo que consideramos real. Así, el último programa de Cuarto Milenio ha sido un lujo de erudición, un “tiki taka” entre Enrique De Vicente y Javier Sierra, con una buena batuta por parte de Iker Jiménez. Estos dos contertulios han formado un tándem, para ilustrar sobre la intrahistoria de las ciudades españolas, respecto a aspectos poco conocidos pero muy significativos. Por ejemplo, la primera entrega empezó con Madrid, de la que seguramente muchos desconocíamos que fue fundada por los árabes (Mayrit). Algo que convendría tener bien presente, a ver si así mucho de la xenofobia y del nacionalismo centralista, quizás mal llamado españolista, asume alguna vez la diversidad de nuestro país, que no es una desgracia sino una riqueza cultural y social. Para ello, quizás una buena campaña podría ser que, en lugar del famoso alirón futbolero de “Ala Madrid”, se hiciese reconocimiento a ese origen y se cambiase por “Alá Madrid” o, más en plan laico y sociológico, “Alí Madrid”.
Somos capaces de superar la realidad no solo con la ficción, sino con más cosas
Pero lo de Toledo ha sido monumental, valga la redundancia. Aprovechando la referencia al fútbol, deporte del que el presentador es muy aficionado, fue como disfrutar de la entente entre Iniesta y Messi en sus mejores momentos. Además, aprovecho para destacar lo meritorio que tiene que Javier Sierra haya asumido el papel de “escudero”, con todo su bagaje, ya que el de “Quijote”, en este caso o ámbito, le encaja y corresponde al “Maestro” De Vicente, como bien lo ha apodado el propio Iker Jiménez. Así, gracias a este espacio pudimos ver, efectivamente, la obra cervantina pero correspondiente a nuestro tiempo, con un “caballero loco” por el misterio y un Sancho también sabio, pero en esta ocasión de lujo, ya que nuestra sociedad ha evolucionado desde el siglo XVI, aunque a muchos parece que no les entra en la cabeza o, simplemente, no se enteran o no se quieren enterar.
En esta última emisión han calificado a la antigua capital del Reino visigodo de Hispania como, nada más y nada menos, “la ciudad más mágica del mundo”. Algo así como el Hogsmeade o Hogwarts de Harry Potter, pero real, superando incluso a la ficción. La mezcla de culturas, de lenguas, de informaciones, de cábalas, de conocimientos (como bien dijeron, esas eran antiguamente las armas de los grandes países), de sociedades secretas, de misterios, etcétera, no dejan lugar a dudas de los títulos con los que han investido a esta ciudad española en este programa.
Además, ni mucho menos es la primera vez que en este y otros espacios que también llevan a cabo el matrimonio formado por Carmen Porter y el propio Iker, se reivindica a nuestro país desde esta perspectiva e informaciones poco habituales y no convencionales. Sin ir más lejos, en otro apartado del mismo episodio se ha podido constatar cómo descubren otra historia oculta, en este caso en la ciudad de Mérida, a través de los misterios que los medios y muchas personas desprecian, pero que, como vengo a reivindicar en este artículo, también superan a la realidad más ortodoxa. Así, en este otro caso se ha podido sacar a la luz la historia heroica de un médico de la localidad, que no dejó de atender a los heridos en la Guerra Civil cuando fue informado de que su hija había muerto, a consecuencia de una bomba.
Precisamente esa lucha fratricida, que supone el peor episodio y etapa de nuestra historia, sirve para delimitar el fenómeno de la tergiversación, manipulación y demás atrocidades que se hacen en nuestro país en nombre o en lugar de la realidad. Empezando por los que han defendido y todavía defienden al eufemísticamente llamado “alzamiento nacional” y lo que ha conllevado. Como los “tierraplanistas”, por más informaciones, análisis, hechos y todo tipo de pruebas que hay, no se apean de su visión e interpretación, generalmente interesadas. Algo que, también por desgracia, hemos podido comprobar que continúa o no ha desaparecido, como ha demostrado el 11-M, al que todavía algunos están empeñados en atribuir a ETA, siguiendo así fielmente (más bien “firme el ademán”) la estrategia de negar la realidad, tergiversarla, corromperla y, en definitiva, pretendiendo convertir el día en noche y la noche en día.
Así es como la considerada por muchos como la realidad, la de los medios, políticos y acólitos, no deja de sorprender lo poco fiable y apartada que está de la misma. Ya no solo por la proliferación de las llamadas fake news,a las que nos vienen acostumbrando sobre todo estos sectores sociales, sino por las estrategias y comportamientos de los mismos, entre infantiles (‘yo primero’, ‘quedas’, ‘y tú más’), grotescos y pérfidos. Como, por ejemplo, que acusen e incluso protesten de que se ataca a la democracia los menos demócratas, los que socavan convivencia e instituciones o los que no respetan los resultados electorales cuando no ganan. O que apelen a la libertad como estrategia electoral los menos partidarios de la misma y que, por ejemplo, utilizan la televisión pública para su propia propaganda y silenciar a los demás. O que pretendan hacer oír a la embarazada el tic-tac autómata de unas fibras musculares, los mismos que se niegan a escuchar los argumentos de personas (hechas y derechas) que no quieren seguir viviendo en condiciones infrahumanas y lamentables, debido a enfermedades o dolencias que no tienen remedio.
Y es que, como vengo a decir en este artículo, también la des-facha-tez, la hipocresía, la “cara dura”, los intereses o los egoísmos pretenden, por desgracia demasiadas veces, superar a la realidad.