Apocalypse Now
El ensayista Dmitry Orlov, siguiendo la escala Richter, establece un nuevo marco de descomposición de Occidente en cinco fases: colapso financiero, económico, político, social, cultural y, finalmente, ecológico
“Hoy, el Apocalipsis ha dejado de ser una mera referencia bíblica para convertirse en una posibilidad muy real. Nunca antes en el acontecer humano se nos había colocado tan al límite, entre la catástrofe y la supervivencia”. Javier Pérez de Cuéllar
El film ‘Apocalypse Now’ es una genialidad de Francis Ford Coppola, que rodó una de las mejores películas de cine bélico, con un impactante título que curiosamente nunca se menciona en la misma. Sin embargo, en el momento más álgido del referido film aparece un grafiti delante de la mansión del coronel Kurtz (Marlon Brando), en un momento en el que el capitán Benjamín L. Willard (Martin Sheen, nuestro querido hombre de Salceda de Caselas, orgulloso de eso, por cierto) sube las escaleras de piedra para encontrase con Kurtz, persona a la que tiene que asesinar. Es en ese momento cuando en una de las paredes se puede leer de manera clara y precisa una inscripción: “Nuestro lema: Apocalypse Now”.
Dmitry Orlov es un ingeniero y ensayista ruso de nacionalidad estadounidense que es conocido por estudiar y explicar minuciosamente el derrumbe de la Unión Soviética, y compararla al día de hoy con el colapso (inminente e inevitable) de Occidente, y muy concretamente de EE UU. Dmitry Orlov, siguiendo la escala Richter, establece un nuevo marco de descomposición de Occidente en cinco fases: colapso financiero, económico, político, social, cultural y finalmente ecológico. Según el reseñado ensayista ruso, las fases del colapso arriba reseñadas van de menor a mayor; pero el colapso puede detenerse, intensificarse, reciclarse, aparecer y desaparecer, y también pasar de manera irracional a la fase siguiente en una especie de espiral. Es la Teoría de la Colapsología. Pasamos sucintamente a desarrollar las fases:
Colapso financiero. La crisis del año 2008 no ha sido superada, ni en nuestro país ni en determinados países desarrollados; el post-covid y la guerra de Ucrania han venido a poner en duda otra vez la viabilidad de las entidades financieras, así como los “hedge funds”, los mercados de bonos y las gestoras de fondos y demás productos tóxicos. Se trata, a fin de cuentas, de una mera ilusión más de la producción infantil de la Walt Disney o de la Warner Bross dirigida a adultos, que como simples incautos las consumen como toxicómanos en busca de un futuro mejor. Por todo ello, la realidad financiera está encubierta por la ficción, por la mercadotecnia, y por una huida hacia delante.
Como decía un mítico pensador neoliberal, “cuando se pierde dinero y los negocios cierran, las pérdidas acaban en el balance de algún banco”, para añadir que “el PIB conseguirá gripar el sector financiero”. El profeta Orlov afirma que “la esperanza de un business as usual se desvanece para los ciudadanos que se tienen que acostumbrar a vivir con poco o nada de dinero, y sobrevivir fuera del sistema financiero establecido, sino se hundirán con él.”
El colapso puede detenerse, intensificarse, reciclarse, aparecer y desaparecer, y también pasar de manera irracional a la fase siguiente en una especie de espiral
Colapso económico. La recesión y el estrangulamiento económico (desempleo creciente, inflación al máximo conocida, caída del consumo, crisis energética…) es ya una realidad en Europa provocada teóricamente por el post-covid y la guerra de Ucrania, pero como muy bien dicen los gúrus del neoliberalismo, la esperanza de que “el mercado proveerá y hará el equilibrio necesario para no derrapar”, es un axioma que en la realidad del día a día no dan ningún resultado y es una gran mentira. Por todo ello, para controlar esta situación caótica de su economía los gobiernos de Occidente recurren a la receta nada neoliberal de control de precios y de aplicar políticas de racionamiento, incluso de cortes de energía. Todo lo contario que lo seguido por Liz Truss, que continúa creyendo que Milton Friedman y Hayek son “el camino, la verdad y la vida”. Y eso es algo sobre lo que el gran Martin Wolf, gúru del Financial Times, discrepa al manifestar hace unos días que la política económica a lo Margaret Thatcher y Ronald Regan aplicada en los años 80 del siglo pasado llevará en la actualidad al Reino Unido al precipicio y al caos.
Colapso político. Cuando se producen las fases anteriores, la ciudadanía pide soluciones a los políticos, pero poco puede hacer con una clase política que carece de legitimidad y credibilidad. El ya mencionado Martin Wolf manifestó muy acertadamente en su día, cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en EE UU, que “el pueblo norteamericano dejó de creer en el estado democrático de derecho y en sus instituciones más representativas”. Lo complejo es simple, y la realidad se llena de resentimiento y odio contra sus dirigentes elegidos democráticamente. Como en el caso de la antigua URSS, afirma Orlov, la corrupción sustituye a los servicios públicos que antes proporcionaba la Administración y el Estado. Conclusión, los servicios públicos que proporciona el Estado del Bienestar no están garantizados (salud, educación, servicios sociales, etcétera); en un futuro no muy lejano se colapsarán. Orlov afirma que tanto para EE UU como para la mayoría de Occidente estas primeras fases son inevitables.
Colapso social. Llegacuando la cohesión social desaparece y aparece la desigualdad que progresivamente va unida a la criminalización de los organismos púbicos estatales, a favor de la privatización pura y dura de los mismos. Los organismos encargados de ejercer de pegamento entre los ciudadanos y llenar el vacío de poder carecen de recursos económicos; logrando convertir el sector público en una burocracia improductiva con desafección de la población. Esta fase se concreta en la praxis, según Orlov, en un proceso progresivo de destrucción masiva, a saber: “despoblación, hambrunas, emigración masiva de países pobres a países desarrollados, guerras locales (y como el caso actual de Ucrania a nivel global), y una nueva guerra fría”.
Colapso humanitario. Lo que Dmitry Orlov denomina y conceptualiza como “colapso cultural” tiene más profundidad ideológica y filosófica que las anteriores fases. Merece la pena reproducir textualmente la idea: “La fe en la bondad humana se desvanece. La gente pierde la amabilidad, la generosidad, la consideración, la honestidad, la hospitalidad, el afecto, la compasión y la caridad”. En este contexto, identificarse con el prójimo resulta cada vez más difícil, y al perder la capacidad de empatía se pierde lo que solemos llamar, humanidad. Orlov también se lamenta que la Sociología y las Ciencias Sociales apenas han estudiado este tipo de situaciones excepcionales. El ser humano no es posible sin comunidad y hoy en día se ha perdido el sentimiento de pertenencia a la colectividad.
Colapso ecológico. Consecuentemente, después de las fases anteriores aparece el ‘Armagedón’ medioambiental, donde la posibilidad de recuperar la sociedad en un planeta hostil y extenuado seria ínfima, por no decir inexistente. Apocalipsis total e irreversible.
Epílogo. El general Orlov también es un personaje de James Bond, de la película “Octubbssy” (con Roger Moore al frente, como agente 007 al servicio de su Majestad). El corrupto y criminal general soviético de ficción quería hacerse con el poder total en la URSS y en el planeta intentando hacer estallar una bomba nuclear en una base americana en la RFA. El diario alemán Bild publicó en aquellos tiempos que el rodaje de la referida película de Bond, acontecido en Berlín en el mes de agosto de 1982, fue seguido minuciosamente e investigado por la Stasi. La realidad siempre supera la ficción.