Operación final de Mas: gobernar hacia la independencia hasta que Madrid le ofrezca un pacto
Los catalanes podrían romper este domingo el récord de participación en unas elecciones que tienen un claro aire plebiscitario pero que pueden acabar en una vuelta al Estatut de 2006
Elecciones. Este domingo podrán votar algo más de 5,5 millones de personas. El proyecto soberanista que se inició con la Diada de 2012 ha alcanzado su momento cumbre. Al margen de los resultados, ya ha conseguido marcar la agenda política para los próximos años, y ha provocado una polarización nunca vista en Cataluña. Ante esa situación, el President Artur Mas, que figura como número cuatro en la lista Junts pel Sí, puede presumir de que todo ha discurrido como él había planeado.
Otra cosa es saber que el bloque soberanista ha ido improvisando, con circunstancias diversas, pero Mas quería una lista conjunta del independentismo, a pesar de la CUP, y la ha logrado. Deseaba que unas elecciones autonómicas tuvieran un aire plebiscitario, y lo ha obtenido, con la colaboración del Gobierno de Mariano Rajoy, que ha planteado la campaña como una oposición constante a la posibilidad de que Cataluña se convierta en un estado propio.
Mas cumple su guión particular
Un dirigente político que ha tratado a Mas en los dos últimos años, señala que, tras las entrevistas mantenidas, y después de comprobar hasta dónde se ha llegado, el President «ha cumplido todo lo que ha dicho, casi hasta la fecha de las elecciones», porque Mas pensaba en el mes de septiembre antes de que lo anunciara en el mes de enero, tras un acuerdo con el presidente de ERC, Oriol Junqueras.
Los catalanes votan a lo largo de este domingo. En Madrid, las cúpulas de los dos grandes partidos, PP y PSOE, muestran su profunda preocupación, porque pase lo que pase, la sociedad catalana se ha polarizado, y el bloqueo institucional puede ser una realidad, con enormes dificultades para formar un gobierno al frente de la Generalitat.
Seguir adelante
Sin embargo, ¿qué pretende en realidad Mas, que es consciente de que también puede vivir sus últimos días como máximo dirigente si no se acerca u obtiene la mayoría absoluta con Junts pel Sí?
Aunque los adversarios de Mas, y ex socios, como Josep Antoni Duran Lleida, dan por hecho que se sacrificará al President para formar una coalición de izquierdas, con ERC, la CUP y Catalunya sí que es Pot, –que integra a Podemos–, si no gana por mayoría absoluta, existe una operación en marcha que comparte Oriol Junqueras.
Mas ha llegado hasta aquí, pero no quiere detenerse. La formación del próximo gobierno se ha hablado con ERC, y con los miembros de la candidatura Junts pel Si. Más allá de las naturales críticas sobre la composición de esa lista, está formada por políticos profesionales, al margen de personalidades como Lluís Llach, número uno por Girona. Un colaborador de Mas asegura que Llach y otros futuros diputados tienen claro su papel, y participarán sin dudar en la estrategia de Mas.
¿Independencia o pacto?
Uno de los que ha expresado que podría continuar es el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, y para Raül Romeva, el cabeza de lista de Junts pel Si, se le reserva la conselleria de Exteriores. No debería haber, por tanto, dificultades para que Junts pel Sí elija a Artur Mas como presidente de la Generalitat, a menos que el resultado fuera tan desastroso que, contando con la CUP, no se llegara a los 68 diputados.
El problema viene luego. Se ha producido una circunstancia. La lista Junts pel Sí podría recoger muchos votos prestados, que no desean una proclamación inmediata de la independencia, sino que reclamarían una negociación seria con el Gobierno central para llegar a una solución que nadie sabe todavía concretar: acuerdo bilateral del Estado con Cataluña, como estado asociado, o régimen particular.
Las declaraciones de este mismo sábado de Oriol Amat, hombre de confianza de Mas y número siete por Barcelona, pueden dar una pista. El nuevo ejecutivo español que salga de las urnas el próximo mes de Diciembre se encontrará, incluso antes de entrar por la puerta de La Moncloa, con este problema. Ante un hipotético bloqueo total, ambas partes se pueden citar en un punto que decepcionaría a una parte del independentismo –el más radical–: la apertura de negociaciones en torno las competencias que planteaba, inicialmente, el Estatut de 2006; algo así como volver al punto de partida de este largo procés.
La salida de Mas de la política
Mas es consciente de ello, pero es que, además, es lo que ha querido desde el inicio. «No suele hablar abiertamente de independencia, lo lleva demostrando desde 2012, con la idea de que en el nuevo contexto internacional, las interdependencias son el terreno más común, pero sin duda buscará un marco propio para Cataluña», señalan sus colaboradores.
Si esa posibilidad llega, tras las elecciones generales, otra cosa será si Esquerra Republicana le seguirá o no, y si Mas acaba ejerciendo de Tsipras, convocando de nuevo elecciones. Pero eso es otro partido. En la política catalana todo ha ido cambiando muy rápido en los últimos años.
Mas ha llegado hasta aquí, y seguirá avanzando, a la espera de ese posible acuerdo, o de que Madrid –como se le llama en Cataluña a las instituciones españolas—le pare, con la apelación únicamente a la legalidad, o le ofrezca un pacto. Los catalanes, en todo caso, deciden este domingo si desean o no que Mas mantenga su plan, o que se retire de forma definitiva.