Los burócratas dejan fuera a los extranjeros en la universidad española
Las trabas administrativas y la falta de ayudas, dos factores clave en la bajísima presencia internacional en nuestros campus. "Conozco muchos casos de jóvenes con la maleta preparada que no han podido venir", advierte el presidente de los rectores
La universidad española gusta a los estudiantes extranjeros, pero sólo para períodos o estancias cortas. Ningún país en Europa recibe más Erasmus; sin embargo España está a la cola en número de graduados internacionales (0,8% del total de matriculados), según un reciente informe de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).
La cifra mejora ligeramente si se incluye a los alumnos de máster y doctorado (2,9%), gracias sobre todo a la pujanza de las escuelas de negocio nacionales y a la oferta de másteres internacionales tanto de centros públicos como privados –el 16% del alumnado viene de fuera en estos programas–.
¿Cuál es el problema entonces? ¿Qué razones nos sitúan por debajo de países como Grecia o Portugal en la internacionalización de nuestra educación superior?
Papeleo interminable
Aunque en el análisis entran en juego diferentes factores (por encima de todos, la falta de «tradición»), los dedos apuntan desde hace tiempo a las enormes trabas burocráticas que enfrentan los jóvenes que quieren llegar a España a estudiar. Papeleo interminable, homologaciones de títulos, visados, traducciones oficiales…
El proceso suele ser largo y, en ocasiones, infructuoso. «Conozco muchos casos de estudiantes con la maleta preparada que no han podido venir», reconoce a Economía Digital Segundo Píriz, presidente del CRUE.
Por una cuestión de competencias, la administración central tiene mucho que decir aquí. De ahí que en 2013, el Ministerio de Educación lanzase un programa específico para la internacionalización de las universidades españolas, una exigencia llegada directamente desde Bruselas y enmarcada en el Proceso de Bolonia.
El papel del Gobierno
De los cuatro ejes estratégicos (que incluyen conceptos genéricos como «aumentar el atractivo» y «promover la competitividad» de los centros españoles) y 24 acciones concretas, apenas una está dirigida a la «mejora de la eficiencia y eficacia» en el «reconocimiento de períodos de estudio y de títulos».
«Se está trabajando en facilitar visados y documentación para que los estudiantes puedan venir con más facilidad. Educación colabora con Interior, Exteriores y Empleo, y con las universidades», recalcaba esta misma semana a El Mundo el secretario general de Universidades, Jorge Sáinz.
La seguridad, factor clave
Pero la apuesta y la estrategia parecen escasas en este campo. Al menos por ahora. Desde el CRUE, aunque sin levantar la voz (son el interlocutor principal del Gobierno en este plan), reconocen que la seguridad en las fronteras españolas resulta clave para entender la lentitud de los avances en la agilización de visados y permisos. Pero rechazan ponerlo como excusa.
«Nuestra referencia son los países anglosajones y Suiza, donde también se le da mucha importancia a la seguridad», explica Segundo Píriz, que compagina la dirección del CRUE con el cargo de rector de la Universidad de Extremadura. Píriz apunta a la necesidad de «compaginar» ambos elementos (seguridad y eficacia de los procesos) para superar las «dificultades» actuales.
Falta de ayudas
Expertos y cargos de responsabilidad del mundo universitario también inciden en otro de los factores que diferencian a España de los países de su entorno. La falta de ayudas al estudio para alumnos internacionales sigue desincentivando la llegada de estudiantes foráneos.
Y ponen el ejemplo de Francia, que en los últimos años ha aumentado las becas para atraer talento de fuera con excelentes resultados. Aquí, mientras tanto, la situación es bien diferente, empezando por los alumnos españoles, a los que se les ha recortado drásticamente las subvenciones durante la última legislatura, con José Ignacio Wert al mando de la cartera de Educación.
De hecho, para el joven foráneo, este tipo de recursos viene casi exclusivamente de entidades como el Banco Santander, con un programa de becas reconocido mundialmente, o la Fundación Carolina, una institución público-privada centrada fundamentalmente en el intercambio de jóvenes investigadores entre España y Latinoamérica.