¿Ganará el independentismo? El 10% de los catalanes «grises» decide el 27S
Los expertos constatan que Junts pel Sí, al plantear un plebiscito, "ha despertado" un sector de la población que los puede derrotar
¿Qué pasará este domingo? El president Artur Mas, número cuatro de la lista Junts pel Sí, consideró que podía convertir estas elecciones autonómicas en una especie de plebiscito sobre la independencia, porque el Gobierno de Mariano Rajoy no había querido negociar un referéndum legal y acordado como ocurrió en el caso del Reino Unido con Escocia. Y, pese a todo, este domingo los catalanes votarán como si fuera un referéndum, aunque legalmente no lo sea.
Lo que contará, por tanto, es la trascendencia política de estos comicios. Los expertos consideran, como Oriol Bartomeus o Jordi Sauret, que, efectivamente, la idea de que sea un plebiscito, por parte del bloque independentista, puede provocar también la derrota de la opción de Junts pel Sí, junto a la CUP, porque «ha despertado» a una parte de la sociedad catalana que había vivido las elecciones autonómicas con distancia.
En el 40-40-20
Pero, ¿de qué depende? ¿Qué número de personas puede cambiarlo todo? El politólogo Oriol Bartomeus se refiere a un cambio profundo en los últimos años. Del 20-60-20, se ha pasado al 40-40-20. Explica, con esos porcentajes, que a partir de 2010, con la sentencia del Estatut, por parte del Tribunal Constitucional, una parte del catalanismo se ha desplazado hacia posiciones independentistas. Y si antes era el 20%, con un 60% en posiciones centrales, que correspondía a CiU y al PSC, con otro 20% en el otro extremo, –defendiendo posiciones netamente españolistas–, ahora es del 40%.
El catalanismo tradicional se ha quedado en otro 40% y el 20% españolista permanece igual.
Eso implica una gran transformación, pero también que el independentismo todavía no es mayoritario. La consulta del 9N de 2014 es indicativa, si se compara con los resultados de las elecciones de 2012. Veamos. Votaron 2.305.290 personas, y el sí-sí a la independencia logró el 80,76%, lo que equivale a 1.861.753 catalanes.
El techo del independentismo
Muchos de ellos votaron a favor como una medida para mostrar su rechazo al PP. Son los casos, reconocidos por ellos, de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o del candidato de Catalunya Sí que es Pot, Lluís Rabell. Pero se trata de un número similar al voto de CiU, ERC y la CUP juntos en las elecciones de 2012. Todas esas fuerzas políticas obtuvieron en aquellos comicios 1.734.852 sufragios.
La cuestión de la participación será clave este domingo. En 2012, votaron el 69,56% del censo, el mayor porcentaje en unas autonómicas. En las generales de 2011 votaron en Cataluña el 71,69%; en 2008 el 75,32%; en 2004 el 77,21% y en 2000, el 68,71%.
Es decir, la participación podría acercarse mucho esta vez a la de unas generales reñidas. En ese caso, habría que ver quién puede votar.
Están llamados a hacerlo este domingo 5.510.798 personas. Con un 70% de participación, lo harían 3.857.559; con el 72%, 3.967.775; con el 75%, 4.133.098; y con un 80%, hasta 4.408.638 catalanes. Es evidente que las cosas pueden cambiar mucho en función de esos guarismos, teniendo en cuenta que el bloque independentista, como demostró en las elecciones de 2012 y en la consulta del 9N, habría alcanzado su techo en ese 1,8 millones de catalanes.
Las 150.000 personas «grises»
Pero la clave real está, según Bartomeus, en el 40% de lo que él llama «la zona gris». Son esos catalanes que se encuentran en el 40% del catalanismo tradicional los que establecerán si Junts pel Sí tiene o no mayoría absoluta. La cuestión es si se mueve «un 10% de ese 40%». Algunos expertos han calculado que se trata de unas 150.000 personas, que pueden orientar el 27S.
Si lo hace por Junts, el bloque independentista podría conseguir mayoría absoluta y también superar por votos al otro bloque. Si lo hace por las «opciones grises», como Catalunya Sí que es Pot, PSC, Unió o Ciutadans, el independentismo no logrará su objetivo.
La paradoja es que la estrategia de Mas de buscar un plebiscito, un «sí o no» a la independencia, moviliza al bloque soberanista, pero también a esos «catalanes grises» que podrían haberse quedado en casa, y que, tal vez, no lo harán.