¿En qué se parece el puerto exterior de A Coruña al aeropuerto de Castellón?
El peso de decisiones más políticas que técnicas, los sobrecostes de las inversiones y el retraso en la llegada de grandes operadores son los tristes puntos en común entre ambos proyectos
A grandes comparaciones, grandes anuncios. Si el alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, recurría en Madrid al símil y aludía al aeropuerto sin aviones de Castellón para referirse a Punta Langosteira, y aseguraba que la dársena «es un ejemplo de cosas que se han hecho de forma discutible», ahora es la propia Autoridad Portuaria de A Coruña la que responde al envite, con un nuevo plan de empresa recién aprobado que contempla más inversiones públicas para 2016, unos 40 millones, y privadas, con 57 millones. La nueva polémica desatada en A Coruña invita a la pregunta: ¿en qué se parecen realmente el puerto exterior de Punta Langosteira y el aeropuerto de Castellón?
Por más que el anterior alcalde, el popular Carlos Negreira, hable de deslealtades y exija una rectificación de Ferreiro, determinadas voces han puesto en los últimos años el acento en los problemas de idoneidad del puerto. Y eran cualificadas. En su etapa en la presidencia de Puertos del Estado, el coruñés Fernando González Laxe no solo concedió un crédito extra de 250 millones para rematar el contradique, sino que antes había advertido de los problemas que arrastraba la infraestructura desde sus inicios.
Una decisión política
«Fue una decisión política, tomada a corto plazo, en la que debió faltar, en aquel momento, una reflexión estratégica», fueron las calculadas palabras de González Laxe para valorar la conveniencia del proyecto. Era el verano de 2009. Primera similitud con el proyecto de Castellón, en el que las decisiones políticas laminaron cualquier «pero» técnico.
Los sobrecostes representan otro lamentable nexo de unión entre ambos proyectos. Y, en este caso, A Coruña gana por goleada a Castellón. La obra de la dársena de Punta Langosteira ha sido, a lo largo de su vida, un constante sobresalto financiero, en gran medida derivado de su complejidad, pero un sobresalto al fin y al cabo. En 2010 las necesidades de financiación adicional se situaban en 283 millones y elevaban hasta los 789 millones de euros el coste de Punta Langosteira, uno de los más ambiciosos proyectos de infraestructura en Galicia para los próximos años.
Operadores que no llegaban
El aeropuerto de Castellón, en el que se han invertido 170 millones, fue inaugurado en marzo de 2011 por el expresidente valenciano Francisco Camps y el expresidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra, hoy en prisión por delito fiscal. Cuando se inauguró no tenía aviones. La gestión y explotación fue adjudicada por 20 años en 2013 y contempla una aportación global máxima de 25 millones de euros durante los diez primeros ejercicios. Con la aprobación de este contrato por parte de la Generalitat valenciana, el coste del aeropuerto se elevará al menos a 195 millones de euros, si no se llega a un umbral de negocio situado en 360.000 pasajeros.
Si tumbos ha dado la infraestructura valenciana hasta contar con operadores, no menos conflictivos han sido los tiras y aflojas de la Autoridad Portuaria y Fomento con el gran destinatario de la infraestructura que se levanta en Arteixo, que no es otro que Repsol. El grupo petrolero se enrocó durante años, con una exigencia inicial de 200 millones de euros para que asumiera su traslado. Repsol incluía en esa cifra las indemnizaciones por tener que abandonar los actuales pantalanes antes de que caduque la concesión, en 2027, y el coste de parte de las obras. Finalmente, y después de años, se llegó a un acuerdo, en el que medió la ministra de Fomento, Ana Pastor, con la cúpula de la petrolera.
La buena noticia para la dársena, precisamente, es el traslado de Repsol y otros grandes operadores que han comenzado a generar actividad y a aumentar los tráficos del puerto, un requisito imprescindible para hacer rentable la costosa infraestructura.