¿Cómo funciona una inmobiliaria trotskista?
David Flor asegura que es posible conjugar una militancia política en la extrema izquierda con la actividad inmobiliaria si se siguen unos principios
Parafraseando a Karl Marx, David Flor sostiene que al capital se le combate desde el capital y que, por este motivo, ha montado una agencia inmobiliaria revolucionaria: no acepta inmuebles procedentes de desahucios, ni tampoco la intervención de prestamistas y las comisiones que aplica no superan nunca el 3%.
Desde el pasado julio, David Flor está al frente de House Finques, una agencia de Valls (Tarragona), que cuenta con la colaboración de un agente inmobiliario en Barcelona y otro en Zaragoza.
David Flor, de 47 años, es un activísimo militante de la izquierda alternativa: ha sido dirigente de EUiA en Tarragona, candidato de esta formación a la alcaldía de Montblanc en las elecciones de 2007 y 2011, seguidor de Podemos y, recientemente, se ha reincorporado al Partido Obrero Revolucionario (POR) porque confiesa que nunca ha dejado de ser trotskista.
Rechaza los inmuebles procedentes de desahucios y a los prestamistas
Ser trotskista y empresario inmobiliario es compatible, asegura, si se cumplen unos principios. David Flor rechaza intermediar en la venta de inmuebles procedentes de desahucios, aunque los acepta si se ha producido una dación en pago, con la que el antiguo titular se libra de la deuda. Tampoco consiente que los compradores recurran a prestamistas.
Aplica una comisión máxima del 3% en las operaciones de venta, «muy por debajo de lo que es habitual en el sector», según aclara, y destina el 2% de los beneficios obtenidos a obras sociales. Algunos le han acusado de reventar precios, pero él lo niega con rotundidad: se trata de poner el «precio justo» a un bien y a un trabajo. «¿Por qué tengo que ganar más que un mecánico si soy un simple intermediario?», pregunta.
En sus dos primeros meses de actividad, David Flor reconoce que las ventas flojean, que está cerrando sus dos primeras operaciones, aunque el alquiler va viento en popa. Ha puesto en marcha la agencia con tan sólo una inversión de 2.000 euros. Ya conocía el sector porque había trabajado de agente inmobiliario. También lo ha hecho como vigilante de seguridad y operario de la factoría de Seat en Martorell, hasta que un ERO en 2005 lo dejó en la calle.