Longa Vida: la otra forma de renovar el armario de dos emprendedoras ferrolanas
Un proyecto de moda en Ferrol, nacido en plena pandemia, lucha contra el consumo acelerado
Tiene que haber una alternativa antes de que cualquier prenda acabe en la basura. Podría ser una de las máximas de Longa Vida, un proyecto de moda gestado en Ferrol en mayo de 2020 y que apela a la lucha silenciosa, al granito de arena de la ciudadanía, contra el consumo acelerado, ante la necesidad de tener que renovar el armario de manera compulsiva.
Es el barco al que se subieron Helga Filgueiras y Antía Orjales, que han logrado la evolución de lo que parecía una simple afición.
Al grito de «última unidad disponible«, promocionan en las redes sociales sus productos, creados desde el rescate de materiales o la compra en comercio local.
Una experiencia en pleno confinamiento
Filgueiras atiende a Efe en su taller y recuerda que ya «hacíamos nuestras cosas para nosotras», pero en el confinamiento aumentaron los minutos que podían dedicar a esos gustos.
«Nos pusimos a coser más y todo empezó así; con más tiempo para cosas que tienes en la cabeza, fue darle una vuelta», señala.
Si previamente «ya hacíamos nuestras bolsas o mochilas», empezaron después a atreverse con nuevas ideas, a «hacer cosas con ropa vieja, que no servía«.
La interacción con su círculo más próximo se antojó imprescindible y permitió ratificar el camino que transitaban.
Redes sociales
Pasaron los días dedicándose a «investigar, coser cosas mal y volver a coserlas» y acabaron por «crear un Instagram«; ya que a «los amigos les gustaba» lo que estaban produciendo.
Abrieron las puertas de su estudio, que acabaría necesitando una ampliación.
Helga Filgueiras recalca que siguen sin tener «una pretensión clara», pero la respuesta de un público variopinto les ha invitado a seguir adelante. Su propuesta ha calado en la comarca de Ferrol y están «contentas» las dos promotoras, «fanáticas de la segunda mano y del mercadillo, de reutilizar».
La vida de las prendas
Está convencida, «las prendas tienen vida«; como ejemplo, el de su infancia, cuando una «vecina que tiene una hija mayor tú te trae ropa» y ella abría los ojos por la ilusión que le causaba.
Admite que es fácil que alguien se canse «de poner un jersey», pero «otra persona puede verlo nuevo, diferente, y le da otra vuelta».
Trabajan desde su casa y se mudaron «porque se nos quedaba pequeño»; no en vano, una habitación aloja al propio taller y las máquinas y otra está reservada a la ropa, que hay que lavar o descoser.
«Necesitas mogollón de espacio», valora la emprendedora, que descarta «un perfil concreto» de cliente, aunque sí hay «muchas mujeres«.
Abundan los complementos, como bolsos que también podrían ser neceseres, y prendas «grandecitas, cualquiera le puede dar su rollo».
Su mente no se detiene, son rápidas al comprobar que una «camiseta llena de bolitas» aunque le hayas pasado «una cuchilla la puedes utilizar como trapo».
El reciclaje está de moda
Otros productos pueden acabar convertidos en alfombra, se trata de «mirarlo con otros ojos, destripar el material; un vaquero sucio que tiene una mancha, si lo tapas con otro retal, lo puedes seguir utilizando».
Filgueiras reconoce que la segunda mano y el reciclaje de ropa está de moda y que incluso en otros lugares de España «lleva mucho más tiempo instaurado».