Análisis | La empresa comprometida
Con demasiada frecuencia, la RSC se entendió como una herramienta de marketing en lugar de un elemento transformador de las estrategias de las empresas
Antes de que Adam Smith dictase su popular tratado La riqueza de las naciones, el proteccionismo era la idea predominante en materia económica. Por aquel entonces, la acumulación de oro y plata se adoptaba como el mejor indicativo de prospe ridad de una nación. Adam Smith cambió por completo esta visión reduccionista de la economía y consiguió convencer al mundo económico de que el progreso de una nación descansaba en el ejercicio del libre mercado y la maximización de la productividad.
Tuvieron que pasar doscientos años para actualizar la teoría del economista escocés. Fue el norteamericano Michael Porter quien estudió los factores que afectan a la prosperidad de las naciones y argumentó, en su igualmente popular Ventaja competitiva de las naciones, que la clave para el progreso de una economía radicaba en su capacidad constante para innovar y para hacerlo, idealmente, a lo largo de la cadena de valor de cada sector.
La RSC, debemos decirlo abiertamente, no se ha gestionado siempre de un modo leal a lo que quiso significar en sus comienzos
Porter difundió sus hallazgos principalmente durante los años 90. En esa década, se empezó a popularizar el concepto de RSC o Responsabilidad Social Corporativa. Una nueva corriente de opinión intentó convencer a los agentes económicos de un cambio de orientación en la dirección de las empresas. Estas deberían dar un paso más allá de la búsqueda de competitividad y beneficios para asumir un grado de responsabilidad respecto a la evolución de la comunidad en donde desarrollaban sus actividades.
La RSC, debemos decirlo abiertamente, no se ha gestionado siempre de un modo leal a lo que quiso significar en sus comienzos. Con demasiada frecuencia, se entendió como una mera herramienta de marketing cuando no como un elemento más de la comunicación pública de la empresa. En lugar de transformar las estrategias, se limitó a representar un ejercicio anual de presentación de cuentas, poco más.
Así como existen en el mundo instituciones y sistemas encaminados a ofrecer una visión comparada de la competitividad de las economías nacionales (el World Competitiviness Report del World Economic Forum, por ejemplo), no resulta fácil encontrar un mapa de la trascendencia real que ostenta la RSC en la estrategia y devenir de las empresas de una economía. Tal vez sea esa indefinición abstracta, valga el pleonasmo, de la RSC lo que ha impedido la elaboración de un estudio comparado de su vigencia y grado de implantación.
Economía Digital no solo ha asumido el reto de mapear la RSC en el país sino también ha profundizado en su significado y lo ha ampliado hasta darle un sentido de Compromiso
El nivel de desarrollo de una economía se puede evaluar también en función de sus herramientas de análisis y escrutinio. De ahí el valor del Atlas Gallego de la Empresa Comprometida. Economía Digital no solo ha asumido el reto de mapear la RSC en el país sino también ha profundizado en su significado y lo ha ampliado hasta darle un sentido de Compromiso. El AGEC evalúa justamente ese compromiso de la empresa gallega respecto a su comunidad de origen: Galicia. Por eso su importancia clave para nuestro presente y, sobre todo, para nuestro futuro.