El plan del Santander para vender los pisos del Popular “hundirá” el mercado de la vivienda
La patronal advierte del daño patrimonial a los gallegos y a los ingresos de las administraciones si el ladrillo del Popular se vende a precios de derribo
El plan de choque de Banco Santander para lidiar con los activos vinculados al ladrillo del Popular tiene dos grandes líneas de actuación. La dosis extra de exposición inmobiliaria requerirá de más músculo financiero, ampliando las coberturas con una ampliación de capital de 7.200 millones. Junto al incremento de las provisiones, Ana Botín pretende desembarazarse de aproximadamente la mitad de la cartera recibida del Popular, 36.800 millones en improductivos ligados al ladrillo, en poco más de año y medio a través de una estrategia comercial agresiva.
El Santander tiene la opción de hacer paquetes y entregar los activos a los fondos a precios de derribo. O bien, recurrir a sus canales inmobiliarios, Aliseda o Altamira, para comercializarlos con fuertes descuentos de entre el 30% y el 40%. La hoja de ruta trazada preocupa sobremanera en el sector inmobiliario gallego, donde temen una nueva inundación de inmuebles y suelo a bajo precio, lo que generaría, otra vez, un “hundimiento” del mercado tras los años de recesión económica.
La Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein) critica que el plan del Santander consista en vender en tan corto periodo de tiempo y con fuertes descuentos, pues generará una fuerte distorsión en los precios. Incidirá especialmente en A Coruña, Vigo y la costa, donde se ubican un buen número de activos heredados del Popular.
La patronal considera un «gravísimo error» la estrategia del Santander y una falta de respeto a las personas que fueron desahuciadas
Es precisamente en los núcleos urbanos donde la compraventa de vivienda estaba experimentando síntomas de recuperación tras los años de ostracismo de la recesión económica. Esto incrementa la preocupación de las inmobiliarias, pues, al margen del buen comportamiento del mercado del alquiler, un buen número de concellos en el rural siguen sin contar apenas operaciones, y las zonas urbanas donde se atisba la recuperación tendrán que lidiar con el impacto de los activos en venta del Santander.
Benito Iglesias, presidente de Fegein, recuerda que no es problema exclusivo de sector, sino que repercutirá sobre el valor patrimonial de los propietarios gallegos y sobre los ingresos de las administraciones, pues la caída de los precios obliga a revisar los valores catastrales y reduce la recaudación de impuestos municipales como el de plusvalías, o de impuestos autonómicos, como el de Transmisiones Patrimoniales.
“Distorisonar el mercado de la vivienda en Galicia, penalizando el valor patrimonial de los gallegos, significa paralizar y devaluar la recuperación económica, por lo que la segunda entidad financiera de nuestra comunidad tendrá que asumir el coste en imagen y de credibilidad que le puede suponer deterioriorar el mercado”, afirma Iglesias.
La cartera heredada del Popular hará que los movimientos del Santander tengan un impacto significativo en A Coruña, Vigo y la costa gallega
El presidente de Fegein considera un “gravísimo error” vender la cartera del Popular con urgencia y a bajo precio, un “desprecio a las personas que han sido desahuciadas y que pueden ver como sus propiedades se comercializan a precios ínfimos y ruborizantes”. “Si una entidad como el Santander está dispuesta a forjarse una imagen de pura y dura usura, tendrá que asumir el coste”, concluye Iglesias.
La inmobiliaria del Popular, Aliseda, estaba vendiendo los inmuebles con un 25% de descuento, con un precio medio entre los 80.000 y los 120.000 euros. En el momento de la compra por parte del Santander contaba con una cartera en Galicia de 7.645 inmuebles por valor de 1.209 millones de euros. El Popular, por su parte, reconocía un volumen de adjudicados –activos entregados por clientes a causa de impagos– en la comunidad de 1.160 millones. Las transacciones de compraventa de vivienda en Galicia rondan las 13.000 operaciones anuales.
El negocio inmobiliario sufrió un severo castigo durante la crisis económica, durante la que llegaron a cerrar sus puertas cerca de la mitad de las empresas que operaban en el sector, según los datos de Fegein.