Los ultrarricos se multiplican en todo el mundo con su revolución antisistema
Hay 13 millones de personas en el planeta con una fortuna total de 56 billones de dólares
¿Son antisistema los ciudadanos que apuestan por Podemos en las encuestas? ¿O lo es el porcentaje de ultrarricos en todo el planeta que ha ido multiplicado su fortuna?
La población de ultrarricos aumenta. España se ha convertido en el segundo país con más desigualdad en la Unión Europea, según el informe que ha presentado esta semana la organización Oxfam Intermón. Según su director general, José María Vera, el 1% de los más ricos de España tienen tanto “como el 70% de los ciudadanos, y sólo tres individuos acumulan una riqueza que duplica la del 20% más pobre de la población”.
Pero España no es ajena a un fenómeno mundial. La investigadora y activista Susan George, en su libro El Informe Lugano II, Esta vez, vamos a liquidar la democracia, traza un pavoroso plan de los individuos más acaudalados para acabar con la clase media, y mantener sus posiciones de privilegio.
El ‘susto’ de 2008
Al margen del sesgo ideológico de George, lo cierto es que la crisis supuso un golpe duro para todos ellos, pero se recuperaron muy rápidamente, y ahora navegan con viento a favor.
Son los llamados HNWI, por sus iniciales en inglés, que en castellano serían los “individuos de alto valor neto”. Para ser un miembro de tan selecto club hay que poseer como mínimo el equivalente a un millón de dólares en líquido. Es decir, no vale los activos como viviendas, terrenos, automóviles, yates o colecciones de obras de arte.
En 2008 tuvieron un susto. La crisis financiera mundial les hizo daño. Y la cantidad total de esos “individuos” pasó de 10 millones en todo el planeta, con una fortuna de 40,7 billones de dólares, lo que equivalía a tres veces el PIB de Estados Unidos, o la Unión Europea, a 8,6 millones de personas y 32,8 billones de dólares.
Menos impuestos
Pero el aumento de los activos financieros en los años siguientes, las inversiones, y el ‘buen ojo’ en los negocios les ha llevado a recuperarse con creces.
A todos ellos se les puede acusar de ser ‘antisistema’, porque, como apunta George, la reducción de impuestos ha sido la gran arma de todos ellos, en una especie de guerra de clases al revés, es decir, desde arriba hacia abajo.
Una prueba de ello es que en 2008 los estadounidenses, por ejemplo, que ganaban más de un millón de dólares le debían al gobierno federal el 23% de sus ingresos totales, cuando esos mismos ciudadanos, pero en 1961, pagaban el 43%. Y ese fenómeno es planetario. Cada vez pagan menos impuestos.
El ránking
El Bank of America Merrill Lynch, uno de los principales especialistas del mundo en la gestión de fortunas y el gabinete asesor Cap Gemini elaboran desde más de quince años informes sobre la fortuna mundial, como se muestran en los distintos gráficos que acompañan esta información.
En todo el planeta hay ya, con los últimos datos, de 2013, 13,73 millones de personas que pueden calificarse de HNWI. Todos ellos amasan una fortuna total de 56,62 billones de dólares, y representan más de dos millones más que en el anterior informe de las dos entidades.
El primer lugar es América del Norte, con 4,3 millones de individuos, que tutelan 14,88 billones de dólares.
El empuje asiático
En segundo lugar le sigue Ásia-Pacífico, con 4,3 millones y 14,2 billones de dólares, lo que demuestra el empuje de China.
Europa aparece en tercera posición, con 12,5 millones de personas, y 12,39 billones de dólares.
América Latina ya presenta un descenso notable de individuos poderosos, pero con una concentración de riqueza enorme: 540.000 personas concentran 7,7 billones de dólares. La zona es la quinta por población ultrarrica, pero la cuarta en riqueza.
En orden justamente distinto aparece Medioeste, con 570.000 personas, que concentran 2,11 billones de dólares, siendo la quinta por riqueza y la cuarta por población.
¿Insostenible?
África aparece en último lugar, con 140.000 individuos, que logran retener 1,34 billones de dólares.
¿Puede el planeta permitirse esas diferencias? ¿El sistema puede tolerar esa concentración de riqueza? Eso es lo que deben dilucidar las autoridades mundiales, –ya nadie se acuerda de la necesidad de reformar el capitalismo como defendió Sarkozy– aunque se encontrarán con un gran contrapoder, como se puede comprobar en los informes de Cap Gemini.